“Pero al cabo del tiempo el rey del sur contenderá con él; y el rey del norte se levantará contra él como una tempestad, con carros y gente de a caballo, y muchas naves; y entrará por las tierras, e inundará, y pasará. Entrará a la tierra gloriosa, y muchas provincias caerán; mas éstas escaparán de su mano: Edom y Moab, y la mayoría de los hijos de Amón.
Extenderá su mano contra las tierras, y no escapará el país de Egipto. Y se apoderará de los tesoros de oro y plata, y de todas las cosas preciosas de Egipto; y los de Libia y de Etiopía le seguirán. Pero noticias del oriente y del norte lo atemorizarán, y saldrá con gran ira para destruir y matar a muchos. Y plantará las tiendas de su palacio entre los mares y el monte glorioso y santo; mas llegará a su fin, y no tendrá quien le ayude.” Daniel 11:40-45
La profecía de Daniel aclara, con más detalles, la disgregación de los ejércitos del anticristo, incluso antes de la batalla del Armagedón, pues existen intérpretes que creen que las “aves” que vuelan por el medio del cielo serían las verdaderas escuadrillas de los reyes, los cuales se rebelaron contra el anticristo.
Y rasgando los espacios aéreos de Israel, atacan los ejércitos liderados por la bestia, que, a esta altura, ya están todos reunidos en el Armagedón. Por otro lado, ¿no será exactamente lo que el profeta Ezequiel quería decir? Veamos: “Y en todos Mis montes llamaré contra él la espada, dice Dios, el Señor; la espada de cada cual será contra su hermano” (Ezequiel 38:21).
Ciertamente esto de ninguna manera contradice el texto del Apocalipsis: “Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos” (Apocalipsis 19:21).
De cualquier modo, por un lado es innegable el sincronismo de la aparición del Señor Jesús y, por otro, de las aves que vuelan debajo del cielo y comen todo.
Aunque el anticristo y sus ejércitos aliados se reúnan para la pelea contra el Señor Jesús y Su ejército celestial, en realidad el combate no llegará a suceder, pues ¿quién es capaz de enfrentar al Señor de los Ejércitos?
¿Habrá alguien en condiciones de medir fuerzas con Él? ¡Claro que no! Por esta razón, ¡esta batalla final del Armagedón en realidad no va a suceder! Está escrito:
“Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre.” Apocalipsis 19:20
Es importante que notemos que el anticristo y el falso profeta son lanzados vivos adentro del lago de fuego, lo que significa que no fueron muertos y después lanzados al lado de fuego, ¡no!
Ellos fueron capturados vivos y, luego, lanzados al lago de fuego. Ahora, esto muestra que ambos son flojos delante de Aquel que está montado en el caballo blanco. Y no solo esto, sino también flojos delante de todos aquellos que viven en comunión permanente con el Señor Jesucristo.
Es lamentable que la actual Iglesia del Señor no haya asumido su condición gloriosa de autoridad sobre todo el poder del enemigo, porque si hoy tomara posesión de la autoridad que le fue dada por su Señor, entonces la historia del cristianismo sería muy diferente.
Dios nos ha dado tres armas fundamentales para que invadamos el infierno y arranquemos las personas de las garras de Satanás:
1) El nombre del Señor Jesucristo.
2) El Espíritu del Señor Jesucristo.
3) La Palabra del Señor Jesucristo.
¡Cualquier cristiano que, por más insignificante que sea en este mundo, tome estas armas en el corazón y asuma su fe en el Dios Vivo será capaz de vencer el reino del diablo por completo!
Además de eso, cabe aquí decir que si los hijos de las tinieblas, estimulados por los espíritus demoníacos, son capaces de conquistar el reino de este mundo para su padre, ¿cuánto más quienes tienen el Espíritu del propio Creador!
¿Será que los hijos de las tinieblas han recibido más apoyo para conquistar que los hijos de la Luz? ¡Claro que no! Pero desgraciadamente los hijos de la Luz se han acobardado delante de los desafíos de las tinieblas, y han permitido que estas asuman el control del reino de este mundo.
Delante de eso, el Reino de Dios ha quedado restringido solo para unos pocos, que, dígase de paso, incluso teniendo todas las condiciones para vencer, aun así se dejan dominar por la cobardía.
¡De allí proviene la razón de la calamidad en la Iglesia de nuestro Señor hoy! Pero sea como sea, el día va a llegar cuando el imperio del reino de las tinieblas en este mundo no existirá más. Y el Reino de Dios será implantado inmediatamente después del Armagedón, por el período de mil años, cuando nuestro Señor Jesús reinará en Sión.
Con el lanzamiento del anticristo y del falso profeta al lago de fuego, que arde con azufre, el diablo pierde sus más importantes colaboradores, pues este lago solamente tiene una puerta de entrada, y no de salida.
Ellos nunca podrán salir de allí. Incluso, ni ellos ni ninguno de los que allí fueran arrojados. Los impíos que mueran en la batalla del Armagedón quedarán esperando la segunda resurrección, cuando entonces estarán delante del gran trono blanco.
Así como los colaboradores de la bestia pensaban que era invencible y gloriosa, aquellos que de alguna u otra forma están ligados a Babilonia también piensan que es invencible. Ellos decían: “… ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella?” (Apocalipsis 13:4)
El mismo sentimiento diabólico que ellos tenían hacia el anticristo, también lo tienen los que forman parte de Babilonia. “¿Quién puede contra ella?”, dicen los reyes de este mundo.
Sin embargo, su tragedia será anterior a la de la bestia. Pero ahora, ¡todos los instrumentos de Satanás están definitivamente fuera de acción! Babilonia, el anticristo y el falso profeta, así como todos los que con ellos estaban.
Sin que hayan recibido cualquier golpe mortal, el anticristo y el falso profeta son arrastrados hacia dentro del lago de fuego, por toda la eternidad. Además, la expresión “lago de fuego” era muy conocida por el apóstol Juan.
Esto porque el judaísmo se refería al “lago de fuego” como gehena, una forma griega de expresión que designaba al “Valle de Hinóm”. Este valle tenía un aspecto negativo desde los tiempos más remotos, pues allí muchos niños fueron sacrificados al dios pagano Moloc (Levítico 20:1-5; 2 Reyes 16:3; 21:6).
El Señor Jesús Se refirió a este fuego cuando dijo: “Pero Yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego” (Mateo 18:9).
La expresión “infierno de fuego” es justamente gehena. Incluso en los días de hoy, aquel valle de mala fama sirve como depósito de basura y restos mortales de animales. La puerta que lleva a la ciudad de Jerusalén hacia allí se llama Portal de Basurero o Puerta de Basura.
Según la tradición, allí era quemada la basura, y a causa del fuego que siempre ardía en este lugar era considerado el más abominable del mundo, siendo conocido por todos los judíos.
Se trata de una indicación profética que advierte al respecto de la terrible realidad del infierno de fuego: “Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos” (Apocalipsis 19:21).
En este versículo podemos verificar algo interesante: el juicio ejecutado a la bestia y al falso profeta es diferente del juicio ejecutado para los que formaban parte de los seguidores de la bestia.
Estos fueron muertos con la espada que salía de la boca del Señor Jesús, mientras que aquellos fueron inmediatamente lanzados dentro del lago de fuego que arde con azufre. Este pasaje se relaciona con la interpretación de Daniel y el sueño de Nabucodonosor:
“Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra.” Daniel 2:34-35
“Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre, de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación.”
La Biblia está repleta de profecías que señalan el gran momento en el que el Señor Jesucristo establecerá Su glorioso Reino de paz en la Tierra con aquellos que fueran perseverantes, y que por eso mismo vencieron por Su gracia y por Su preciosa sangre. ¡Amén!
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