Muchas personas han perdido las bendiciones por ser vanidosas. Al saber esto, el diablo observa constantemente al ser humano y si nota una inclinación hacia la vanidad, sea cual sea, creará situaciones para hacerlo caer en su trampa.
Algunos piensan que la vanidad solo es priorizar extremadamente la apariencia física o tener un alto concepto de sí mismo por haber obtenido logros y conquistas. Sin embargo, es mucho más que eso. La vanidad es tan perversa que se aloja en el alma y hace que la persona desprecie el cuidado espiritual para rendirles culto a sus voluntades personales. Por ejemplo, el que desea casarse porque tiene un objetivo meramente egoísta, caerá en los lazos del mal y, como consecuencia, ese matrimonio estará destinado al fracaso.
¡La solución!
Para evitar caer en las vanidades, es importante que usted tenga el Espíritu Santo y le dé oídos a la Palabra de Dios. Él lo guiará a toda la verdad y le enseñará a priorizar las cosas más esenciales de su vida. También lo alertará antes de que caiga en la trampa del mal.