Las injusticias generan la sensación de que a nadie le importa la persona que las enfrenta, y que es invisible para los demás; pero no lo es para Dios.
“Mas no ruego solo por estos, sino también por los que han de creer en Mí por la palabra de ellos…”. Juan 17:20
El Obispo Julio dijo que la Palabra es considerada cuando está acompañada de obras.
Por eso, Jesús expresó que Sus Palabras no quedaron en meras enseñanzas, sino en actitudes que los Discípulos vieron y aprendieron, y que otras personas también las vieron reflejadas en ellos.
Se transmitió el caso verídico de Cinthia, una mujer que sufrió perturbaciones espirituales cuando era chica al punto de ver sombras y sufrir insomnio.
En la adultez, pasó por muchas dificultades económicas y ni siquiera tenía para el sustento básico.
Su sufrimiento empeoró cuando se enteró de que su marido le era infiel. “Se derribó todo. No sabía a dónde ir”, cuenta.
Ella aceptó la invitación de ir a la Universal; al participar de las reuniones de los viernes, se liberó del peso que sentía, del insomnio y del miedo.
Cinthia tomó la decisión de Bautizarse y comenzar una vida con Dios al buscar Su Plenitud. “El Espíritu Santo trajo ese Amor que yo no sentía por mi esposo”, asegura.
En una ocasión, a su hija le diagnosticaron escoliosis y, si no hacía un tratamiento a tiempo, no llegaría a los 20 años. Su indignación la llevó a buscar Justicia en el Tribunal de Dios. Puso su Fe en práctica, Sacrificó y Él Respondió.
Hoy su hija está totalmente curada, hay Amor en su matrimonio y su economía cambió.
El Obispo finalizó la Jornada diciendo que, cuando la persona suba al Altar, al Tribunal de la Justicia Divina, debe presentar sus injusticias y el Testigo, el Sacrificio, Creyendo y Confiando en las Promesas del Señor.