La situación por la cual el pueblo de Israel pasó cuando salió de Egipto, una tierra donde había sido esclavo 430 años, rumbo a la Tierra Prometida, que manaba leche y miel, nos recuerda que hoy en día, muchas personas están atravesando desiertos semejantes. Además es algo que todo convertido tiene que pasar, a no ser que no se quiera unir verdaderamente al pueblo de Dios, optando por hartarse con la “comida del Faraón”.
Los tres millones de israelitas que salieron del yugo del Faraón experimentaron el poder de Dios y constataron que Él estaba dirigiéndolos por el desierto. La Biblia dice que el Señor iba delante de ellos, durante el día como una columna de nube, para guiarlos por el camino y, durante la noche, como columna de fuego, para iluminarlos, para que caminaran de día y de noche. Nunca se separó del pueblo la columna de nube durante el día ni la columna de fuego durante la noche.
Lo mismo sucede con nosotros, hoy la columna de nube y la columna de fuego también existen: es la Palabra de Dios, que nos guía e ilumina nuestras vidas, para que podamos caminar de noche y de día, sin tropezarnos. Esa es exactamente la idea que Dios desea que tengamos, para enfrentar los momentos de dificultades y luchas, arrancando las dudas de nuestros corazones.
El pueblo de Israel en el desierto era guiado por el propio Dios. Eso demuestra lo que Él quiere hacer con Su pueblo en nuestros días, que seamos guiados a la Tierra Prometida que mana leche y miel.
La Biblia menciona que, entre el campo de los egipcios y el campo de Israel, el Ángel de Dios iba frente a ellos y, en un cierto momento, él se retiró colocándose por detrás del pueblo de Israel. También la columna de nube hizo lo mismo, para proteger al pueblo, que iba a la retaguardia. Durante toda la noche, los egipcios no pudieron aproximarse a los israelitas porque había una separación entre ellos. Una distinción entre el pueblo de Dios y el de Faraón.
Cuando elevamos nuestros pensamientos a Dios en oración y determinamos en nuestros corazones con certeza, Dios nos da la victoria. Su presencia nunca se aparta de quienes escuchan y practican Su Palabra. La Biblia dice que el Señor envió un ángel delante de Su pueblo para guardarlo por el camino y llevarlo al lugar preparado. Por eso, es importante hacer Su voluntad, estar atento a Su voz, sin rebelarse en Su contra, porque el abomina la transgresión. Si atentamente escuchamos Su voz y hacemos todo lo que Él indica, entonces, nos guardará y nos dará protección contra los enemigos.
De esta forma, la Palabra de Dios debe estar en nuestros corazones continuamente, porque Él prometió guardarnos. Esto es una promesa, entonces tenemos derecho a su cumplimiento. Todo está en nuestras manos. Si perseveramos, indudablemente conquistaremos las bendiciones de Dios y estaremos en la Tierra Prometida.
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