Si la persona, humildemente, reconoce que ha estado dormida espiritualmente, y despierta para poner en práctica su fe basada en la Palabra de Dios, entonces el factor primordial para su Salvación, que es el arrepentimiento, la hará resucitar hacia la vida eterna.
Finalmente el Señor Jesús alerta, diciendo: “… Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti.” (Apocalipsis 3:3)
A las demás iglesias, el Señor les muestra la realidad en la que viven y lo que les sucederá si no se arrepienten, pero a los cristianos en Sardis Él les muestra que deben vigilar.
En otras palabras, si ellos no vigilaran, serán sorprendidos por Su regreso. ¿Y no es este también el sentido de la parábola de las diez vírgenes (Mateo 25), simbolizando a la Iglesia? Cinco de ellas fueron insensatas, pues no traían consigo el aceite y no estaban preparadas para participar de las bodas del Novio.
En el contexto de la iglesia en Sardis, el Señor Jesús Se refiere a un ladrón, que solo es percibido cuando ya se fue. ¡El daño ya fue causado y no hay vuelta atrás! De esta manera será Su segunda venida. Todo ya estará decidido, de manera que quien se quede, se quedó…
No es por casualidad que Sardis también significa “remanente”, pues el Señor agrega: “Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán Conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas.” (Apocalipsis 3:4)
Estas pocas personas, aunque formaran parte de aquella comunidad, estaban separadas, porque no se contaminaron con el procedimiento de las demás. Esto quiere decir que en Sardis existe una separación radical entre la vida y la muerte, la Luz y las tinieblas.
¿Cómo es posible que en la iglesia exista una diferencia tan grande? Esto es porque están quienes no se dejan contaminar con la suciedad de los demás; que no pautan sus vidas de acuerdo con la de los demás, sino de acuerdo con la Palabra de Dios.
Hay muchas personas cayendo en la fe simplemente por estar observando la vida ajena. En vez de cuidar de sí mismas, se reflejan en el mal ejemplo de los demás. El Señor Jesús dijo que si un ciego guía a otro, ambos caerán en el hoyo (Mateo 15:14).
Esto también se aplica a los justos que se dejan influenciar por el camino de los injustos. Con ellos ocurre el efecto dominó: si uno cae, el resto también cae.
Los pocos que no mancharon sus vestiduras son quienes practicaron la Palabra de Dios, y no la de los demás “hermanos”. La figuras de estas pocas personas, que andarán de blanco con el Señor, está relacionada a la visión de Jeremías sobre las dos cestas de higos (Jeremías 24).
Los exiliados de Judá, que obedecieron la voz del Señor y aceptaron ser deportados hacia Babilonia, son representados por la cesta de higos muy buenos. Ellos confiaron en la promesa de Dios, que volverían a Palestina.
Esta fe en la Palabra de Dios, más tarde, los hizo alcanzar la gracia Divina. Sin embargo, quienes permanecieron en Jerusalén, en contra de la voluntad de Dios, fueron considerados como los higos muy malos, que de tan malos no se podían comer. Por eso, sufrieron el juicio Divino. Ellos eran la casa real de Judá, que fue rechazada.
Estas dos figuras, tanto de los pocos salvos de Sardis como los de Judá, considerados muy buenos, les advierten a todos los que tienen interés en la vida eterna que el Señor no tolera el “más o menos”. “Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.” (Mateo 5:37)
¡Nadie es más o menos de Dios! ¡O es nacido de Dios o no lo es! ¡O sus vestiduras están blancas por la dignidad, pureza y santidad, o no! Las vestiduras blancas son justamente la de los vencedores, pues nuestro Señor concluye:
“El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del Libro de la Vida, y confesaré su nombre delante de Mi Padre, y delante de Sus ángeles.” (Apocalipsis 3:5)
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