Conocer la Biblia es muy importante para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Números 30
1 Entonces Moisés habló a los jefes de las tribus de los hijos de Israel, diciendo: Esto es lo que el Señor ha ordenado.
2 Si un hombre hace un voto al Señor, o hace un juramento para imponerse una obligación, no faltará a su palabra; hará conforme a todo lo que salga de su boca.
3 Asimismo, si una mujer hace un voto al Señor, y se impone una obligación en su juventud estando en casa de su padre,
4 y su padre escucha su voto y la obligación que se ha impuesto, y su padre no le dice nada, entonces todos los votos de ella serán firmes, y toda obligación que se ha impuesto será firme.
5 Pero si su padre se lo prohíbe el día en que se entera de ello, ninguno de sus votos ni las obligaciones que se ha impuesto serán firmes. El Señor la perdonará porque su padre se lo prohibió.
6 Mas si se casa mientras está bajo sus votos o bajo la declaración imprudente de sus labios con que se ha atado,
7 y su marido se entera de ello y no le dice nada el día en que lo oye, entonces su voto permanecerá firme, y las obligaciones que se ha impuesto, serán firmes.
8 Pero si el día en que su marido se entera de ello, se lo prohíbe, entonces él anulará el voto bajo el cual ella está, y la declaración imprudente de sus labios con que se ha comprometido, y el Señor la perdonará.
9 Pero el voto de una viuda o de una divorciada, todo aquello por lo cual se ha comprometido, será firme contra ella.
10 Sin embargo, si hizo el voto en casa de su marido, o se impuso una obligación por juramento,
11 y su marido lo oyó, pero no le dijo nada y no se lo prohibió, entonces sus votos serán firmes, y toda obligación que se impuso será firme.
12 Pero si el marido en verdad los anula el día en que se entera de ello, entonces todo lo que salga de los labios de ella en relación con sus votos, o en relación con la obligación de sí misma, no será firme; su marido los ha anulado, y el Señor la perdonará.
13 Todo voto y todo juramento de obligación para humillarse a sí misma, su marido puede confirmarlo o su marido puede anularlo.
14 Pero si en verdad el marido nunca le dice nada a ella, entonces confirma todos sus votos o todas sus obligaciones que están sobre ella; las ha confirmado porque no le dijo nada el día en que se enteró de ello.
15 Pero si en verdad él los anula después de haberlos oído, entonces él llevará la culpa de ella.
16 Estos son los estatutos que el Señor mandó a Moisés, entre un marido y su mujer, y entre un padre y su hija que durante su juventud está aún en casa de su padre.
Salmos 74
1 Oh Dios, ¿por qué nos has rechazado para siempre? ¿Por qué se enciende tu ira contra las ovejas de tu prado?
2 Acuérdate de tu congregación, la que adquiriste desde los tiempos antiguos, la que redimiste para que sea la tribu de tu heredad, y de este monte Sion donde has habitado.
3 Dirige tus pasos hacia las ruinas eternas; todo lo que hay en el santuario lo ha dañado el enemigo.
4 Tus adversarios han rugido en medio de tu lugar de reunión; han puesto sus estandartes por señales.
5 Parece como si alguien hubiera levantado el hacha en espeso bosque.
6 Y ahora, toda su obra de talla hacen pedazos con hachas y martillos.
7 Han quemado tu santuario hasta los cimientos; han profanado la morada de tu nombre.
8 Dijeron en su corazón: Arrasémoslos por completo. Han quemado todos los santuarios de Dios en la tierra.
9 No vemos nuestras señales; ya no queda profeta, ni hay entre nosotros quien sepa hasta cuándo.
10 ¿Hasta cuándo, oh Dios, blasfemará el adversario? ¿Despreciará el enemigo tu nombre para siempre?
11 ¿Por qué retiras tu mano, tu diestra? ¡Sácala de dentro de tu seno, destrúyelos!
12 Con todo, Dios es mi rey desde la antigüedad, el que hace obras de salvación en medio de la tierra.
13 Tú dividiste el mar con tu poder; quebraste las cabezas de los monstruos en las aguas.
14 Tú aplastaste las cabezas de Leviatán; lo diste por comida a los moradores del desierto.
15 Tú abriste fuentes y torrentes; tú secaste ríos inagotables.
16 Tuyo es el día, tuya es también la noche; tú has preparado la lumbrera y el sol.
17 Tú has establecido todos los términos de la tierra; tú has hecho el verano y el invierno.
18 Acuérdate de esto, Señor: que el enemigo ha blasfemado, y que un pueblo insensato ha despreciado tu nombre.
19 El alma de tu tórtola no entregues a la fiera; no olvides para siempre la vida de tus afligidos.
20 Mira el pacto, Señor, porque los lugares tenebrosos de la tierra están llenos de moradas de violencia.
21 No vuelva avergonzado el oprimido; alaben tu nombre el afligido y el necesitado.
22 Levántate, oh Dios, defiende tu causa; acuérdate de cómo el necio te injuria todo el día.
23 No te olvides del vocerío de tus adversarios, del tumulto de los que se levantan contra ti, que sube continuamente.
Isaías 22
1 Profecía sobre el valle de la visión. ¿Qué te pasa ahora, que has subido toda tú a los terrados?
2 Tú, llena de bulla, ciudad alborotada, ciudad divertida; tus muertos no fueron muertos a espada, tampoco murieron en batalla.
3 Todos tus gobernantes han huido juntos, sin arco han sido capturados; todos los tuyos que hallaron fueron capturados a una, aunque habían huido lejos.
4 Por tanto digo: Apartad de mí la mirada, dejadme llorar amargamente; no tratéis de consolarme por la destrucción de la hija de mi pueblo.
5 Pues hay un día de pánico, servidumbre y confusión de parte del Señor, Dios de los ejércitos, en el valle de la visión, un derribar de murallas y un clamor al monte.
6 Elam tomó la aljaba con carros, infantería, y jinetes, y Kir desnudó el escudo.
7 Tus mejores valles estaban llenos de carros, y los jinetes tomaron posiciones a la puerta.
8 Entonces cayó la defensa de Judá. Confiasteis aquel día en las armas de la casa del bosque,
9 y visteis que eran muchas las brechas en la muralla de la ciudad de David, y recogisteis las aguas del estanque inferior.
10 Entonces contasteis las casas de Jerusalén, y derribasteis casas para fortificar la muralla.
11 Hicisteis un depósito entre las dos murallas para las aguas del estanque viejo. Pero no confiasteis en el que lo hizo, ni considerasteis al que hace mucho tiempo lo planeó.
12 Por eso aquel día, el Señor, Dios de los ejércitos, os llamó a llanto y a lamento, a rapar la cabeza y a vestir de cilicio.
13 Sin embargo hay gozo y alegría, matanza de bueyes y degüello de ovejas; comiendo carne y bebiendo vino, dicen: Comamos y bebamos, que mañana moriremos.
14 Pero el Señor de los ejércitos me reveló al oído: Ciertamente esta iniquidad no os será perdonada hasta que muráis — dice el Señor, Dios de los ejércitos.
15 Así dice el Señor, Dios de los ejércitos: Anda, ve a ese mayordomo, a Sebna, que está encargado de la casa real, y dile:
16 “¿Qué es tuyo aquí, y a quién tienes aquí, que te has labrado aquí un sepulcro, como el que labra en alto un sepulcro, como el que esculpe una morada para sí en la peña?
17 “He aquí, oh hombre, el Señor te arrojará con violencia; te asirá firmemente,
18 te enrollará bien como una pelota, y te lanzará a una tierra muy espaciosa. Allí morirás y allí quedarán tus magníficos carros, oh tú, vergüenza de la casa de tu Señor.”
19 Te depondré de tu cargo, y te derribaré de tu puesto.
20 Y sucederá en aquel día, que llamaré a mi siervo Eliaquim, hijo de Hilcías,
21 lo vestiré con tu túnica, con tu cinturón lo ceñiré, tu autoridad pondré en su mano, y llegará a ser un padre para los habitantes de Jerusalén y para la casa de Judá.
22 Entonces pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; cuando él abra, nadie cerrará, cuando él cierre, nadie abrirá.
23 Lo clavaré como clavija en lugar seguro, y será un trono de gloria para la casa de su padre.
24 Y colgarán de él toda la gloria de la casa de su padre, descendencia y prole, todas las vasijas menores, desde los tazones hasta los cántaros.
25 En aquel día — declara el Señor de los ejércitos — la clavija clavada en un lugar firme se aflojará, se quebrará y caerá, y la carga colgada de ella será destruida, porque el Señor ha hablado.
Acompañe la lectura del 140° día ingresando aquí.
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