Conocer la Biblia es muy importante para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Números 36
1 Y los jefes de las casas paternas de la familia de los hijos de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés, de las familias de los hijos de José, se acercaron y hablaron ante Moisés y ante los jefes, las cabezas de las casas paternas de los hijos de Israel.
2 Y dijeron: El Señor ordenó a mi señor dar la tierra por sorteo a los hijos de Israel por heredad, y el Señor ordenó a mi señor dar la heredad de Zelofehad, nuestro hermano, a sus hijas.
3 Pero si ellas se casan con alguno de los hijos de las otras tribus de los hijos de Israel, su heredad será quitada de la herencia de nuestros padres, y será añadida a la heredad de la tribu a la que ellos pertenezcan; y así será quitada de nuestra heredad.
4 Y cuando llegue el jubileo de los hijos de Israel, entonces su heredad será añadida a la heredad de la tribu a la que ellos pertenezcan; así su heredad será quitada de la heredad de la tribu de nuestros padres.
5 Entonces Moisés ordenó a los hijos de Israel, conforme a la palabra del Señor, diciendo: La tribu de los hijos de José tiene razón en lo que dice.
6 Esto es lo que el Señor ha ordenado tocante a las hijas de Zelofehad, diciendo: “Cásense con el que bien les parezca; pero deben casarse dentro de la familia de la tribu de su padre.”
7 Así, ninguna heredad de los hijos de Israel será traspasada de tribu a tribu, pues los hijos de Israel retendrán cada uno la heredad de la tribu de sus padres.
8 Y toda hija que entre en posesión de una heredad en alguna de las tribus de los hijos de Israel, se casará con alguno de la familia de la tribu de su padre, a fin de que los hijos de Israel posean cada uno la heredad de sus padres.
9 De esta manera, ninguna heredad será traspasada de una tribu a otra tribu, pues las tribus de los hijos de Israel retendrán cada una su propia heredad.
10 Y las hijas de Zelofehad hicieron tal como el Señor había ordenado a Moisés,
11 pues Maala, Tirsa, Hogla, Milca y Noa, las hijas de Zelofehad, se casaron con los hijos de sus tíos.
12 Se casaron con los de las familias de los hijos de Manasés, hijo de José, y su heredad permaneció con la tribu de la familia de su padre.
13 Estos son los mandamientos y las ordenanzas que el Señor dio a los hijos de Israel por medio de Moisés en las llanuras de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó.
Salmos 80
1 Presta oído, oh Pastor de Israel; tú que guías a José como un rebaño; tú que estás sentado más alto que los querubines; ¡resplandece!
2 Delante de Efraín, de Benjamín y de Manasés, despierta tu poder y ven a salvarnos.
3 Restáuranos, oh Dios, y haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, y seremos salvos.
4 Oh Señor, Dios de los ejércitos, ¿hasta cuándo estarás airado contra la oración de tu pueblo?
5 Les has dado a comer pan de lágrimas, y les has hecho beber lágrimas en gran abundancia.
6 Nos haces objeto de contienda para nuestros vecinos, y nuestros enemigos se ríen entre sí.
7 Oh Dios de los ejércitos, restáuranos; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, y seremos salvos.
8 Tú removiste una vid de Egipto; expulsaste las naciones y la plantaste.
9 Limpiaste el terreno delante de ella; echó profundas raíces y llenó la tierra.
10 Los montes fueron cubiertos con su sombra, y los cedros de Dios con sus ramas.
11 Extendía sus ramas hasta el mar, y sus renuevos hasta el río.
12 ¿Por qué has derribado sus vallados, de modo que la vendimian todos los que pasan de camino?
13 El puerco montés la devora, y de ella se alimenta todo lo que se mueve en el campo.
14 Oh Dios de los ejércitos, vuelve ahora, te rogamos; mira y ve desde el cielo, y cuida esta vid,
15 la cepa que tu diestra ha plantado y el vástago que para ti has fortalecido.
16 Está quemada con fuego, y cortada; ante el reproche de tu rostro perecen.
17 Sea tu mano sobre el hombre de tu diestra, sobre el hijo de hombre que para ti fortaleciste.
18 Entonces no nos apartaremos de ti; avívanos, e invocaremos tu nombre.
19 Oh Señor, Dios de los ejércitos, restáuranos; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros y seremos salvos.
Isaías 28
1 ¡Ay de la corona de arrogancia de los ebrios de Efraín, y de la flor marchita de su gloriosa hermosura, que está sobre la cabeza del valle fértil de los vencidos por el vino!
2 He aquí que uno, fuerte y poderoso, de parte del Señor, como tormenta de granizo, tempestad destructora, como tormenta de violentas aguas desbordadas, los ha lanzado a tierra con su mano.
3 Con los pies es hollada la corona de arrogancia de los ebrios de Efraín.
4 Y la flor marchita de su gloriosa hermosura, que está sobre la cabeza del valle fértil, será como el primer higo maduro antes del verano, el cual uno ve, y tan pronto está en su mano se lo traga.
5 En aquel día el Señor de los ejércitos será hermosa corona, gloriosa diadema para el remanente de su pueblo,
6 espíritu de justicia para el que se sienta en juicio, y fuerza para aquellos que rechazan el asalto en la puerta.
7 También estos se tambalean por el vino y dan traspiés por el licor: el sacerdote y el profeta por el licor se tambalean, están ofuscados por el vino, por el licor dan traspiés; vacilan en sus visiones, titubean al pronunciar juicio.
8 Porque todas las mesas están llenas de vómito asqueroso, sin un solo lugar limpio.
9 ¿A quién enseñará conocimiento, o a quién interpretará el mensaje? ¿A los recién destetados? ¿A los recién quitados de los pechos?
10 Porque dice: “Mandato sobre mandato, mandato sobre mandato, línea sobre línea, línea sobre línea, un poco aquí, un poco allá.”
11 En verdad, con tartamudez de labios y en lengua extranjera, El hablará a este pueblo,
12 al cual había dicho: Aquí hay reposo, dad reposo al cansado; y: Aquí hay descanso. Pero no quisieron escuchar.
13 Por lo cual la palabra del Señor para ellos será: Mandato sobre mandato, mandato sobre mandato, línea sobre línea, línea sobre línea, un poco aquí, un poco allá, para que vayan y caigan de espaldas, se quiebren los huesos, y sean enlazados y apresados.
14 Por tanto, oíd la palabra del Señor, oh escarnecedores, gobernantes de este pueblo que está en Jerusalén.
15 Porque habéis dicho: Hemos hecho un pacto con la muerte, hemos hecho un convenio con el Seol; cuando pase el azote abrumador, no nos alcanzará, porque hemos hecho de la mentira nuestro refugio y en el engaño nos hemos escondido.
16 Por tanto, así dice el Señor Dios: He aquí, pongo por fundamento en Sion una piedra, una piedra probada, angular, preciosa, fundamental, bien colocada. El que crea en ella no será perturbado.
17 Pondré el juicio por medida, y la justicia por nivel; el granizo barrerá el refugio de la mentira, y las aguas cubrirán el escondite.
18 Y será abolido vuestro pacto con la muerte, vuestro convenio con el Seol no quedará en pie; cuando pase el azote abrumador, seréis su holladero.
19 Cuantas veces pase, os arrebatará, porque pasará mañana tras mañana, de día y de noche; y será terrible espanto el comprender el mensaje.
20 La cama es muy corta para estirarse en ella, y la manta muy estrecha para envolverse en ella.
21 Porque el Señor se levantará como en el monte Perazim, se enojará como en el valle de Gabaón, para hacer su tarea, su extraña tarea, y para hacer su obra, su extraordinaria obra.
22 Y ahora, no continuéis como escarnecedores, no sea que se hagan más fuertes vuestros grillos, pues de parte del Señor, Dios de los ejércitos, he oído de una destrucción decretada sobre la tierra.
23 Escuchad y oíd mi voz, prestad atención y oíd mis palabras.
24 ¿Acaso para sembrar se pasa arando el labrador todo el día, abriendo y rastrillando su tierra?
25 ¿No allana su superficie y siembra eneldo y esparce comino, y siembra trigo en hileras, cebada en su debido lugar, y centeno dentro de sus límites?
26 Porque su Dios le instruye y le enseña cómo hacerlo.
27 Pues no se trilla el eneldo con el trillo, ni se hace girar la rueda de carreta sobre el comino; sino que con vara se sacude el eneldo, y con palo el comino.
28 El grano es triturado, pero no se le seguirá trillando indefinidamente; debido a que la rueda de la carreta y sus caballos lo dañarán, no se le triturará más.
29 También esto procede del Señor de los ejércitos, que ha hecho maravilloso su consejo y grande su sabiduría.
Acompañe la lectura del 146° día ingresando aquí.
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