Conocer la Biblia es muy importante para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Deuteronomio 1
1 Estas son las palabras que Moisés habló a todo Israel al otro lado del Jordán, en el desierto, en el Arabá, frente a Suf, entre Parán, Tofel, Labán, Hazerot y Dizahab.
2 Hay once días de camino desde Horeb, por el camino del monte Seir, hasta Cades-barnea.
3 Y sucedió que en el año cuarenta, el mes undécimo, el primer día del mes, Moisés habló a los hijos de Israel conforme a todo lo que el Señor le había ordenado que les diera,
4 después de haber derrotado a Sehón, rey de los amorreos, que habitaba en Hesbón, y a Og, rey de Basán, que habitaba en Astarot y en Edrei.
5 Al otro lado del Jordán, en la tierra de Moab, Moisés comenzó a explicar esta ley, diciendo:
6 El Señor nuestro Dios nos habló en Horeb, diciendo: “Bastante habéis permanecido en este monte.
7“Volveos; partid e id a la región montañosa de los amorreos, y a todos sus vecinos, en el Arabá, en la región montañosa, en el valle, en el Neguev, y por la costa del mar, la tierra de los cananeos y el Líbano, hasta el gran río, el río Eufrates.
8 “Mirad, he puesto la tierra delante de vosotros; entrad y tomad posesión de la tierra que el Señor juró dar a vuestros padres Abraham, Isaac y Jacob, a ellos y a su descendencia después de ellos.”
9 Y en aquel tiempo os hablé, diciendo: “Yo solo no puedo llevar la carga de todos vosotros.
10 “El Señor vuestro Dios os ha multiplicado y he aquí que hoy sois como las estrellas del cielo en multitud.
11 “Que el Señor, el Dios de vuestros padres, os multiplique mil veces más de lo que sois y os bendiga, tal como os ha prometido.
12 “¿Cómo puedo yo solo llevar el peso y la carga de vosotros y vuestros litigios?
13 “Escoged de entre vuestras tribus hombres sabios, entendidos y expertos, y yo los nombraré como vuestros jefes.”
14 Y vosotros me respondisteis, y dijisteis: “Bueno es que se haga lo que has dicho.”
15 Entonces tomé a los principales de vuestras tribus, hombres sabios y expertos, y los nombré como dirigentes vuestros, jefes de mil, de cien, de cincuenta, y de diez, y oficiales para vuestras tribus.
16 Y en aquella ocasión mandé a vuestros jueces, diciendo: “Oíd los pleitos entre vuestros hermanos, y juzgad justamente entre un hombre y su hermano o el forastero que está con él.
17 “No mostraréis parcialidad en el juicio; lo mismo oiréis al pequeño que al grande. No tendréis temor del hombre, porque el juicio es de Dios. Y el caso que sea muy difícil para vosotros, me lo traeréis a mí, y yo lo oiré.”
18 En aquella misma ocasión os mandé todas las cosas que deberíais hacer.
19 Partimos de Horeb y pasamos por todo aquel vasto y terrible desierto que visteis, camino de la región montañosa de los amorreos, tal como el Señor nuestro Dios nos había mandado, y llegamos a Cades-barnea.
20 Y os dije: “Habéis llegado a la región montañosa de los amorreos que el Señor nuestro Dios va a darnos.
21 “Mira, Israel, el Señor tu Dios ha puesto la tierra delante de ti; sube, toma posesión de ella, como el Señor, el Dios de tus padres, te ha dicho. No temas ni te acobardes.”
22 Entonces todos vosotros os acercasteis a mí, y dijisteis: “Enviemos hombres delante de nosotros, que nos exploren la tierra, y nos traigan noticia del camino por el cual hemos de subir y de las ciudades a las cuales entraremos.”
23 Y me agradó el plan, y tomé a doce hombres de entre vosotros, un hombre por cada tribu.
24 Y ellos partieron y subieron a la región montañosa, y llegaron hasta el valle de Escol, y reconocieron la tierra.
25 Tomaron en sus manos del fruto de la tierra y nos lo trajeron; y nos dieron un informe, diciendo: “Es una tierra buena que el Señor nuestro Dios nos da.”
26 Sin embargo, no quisisteis subir, y os rebelasteis contra el mandato del Señor vuestro Dios.
27 Y murmurasteis en vuestras tiendas, diciendo: “Porque el Señor nos aborrece, nos ha sacado de la tierra de Egipto para entregarnos en manos de los amorreos y destruirnos.
28 “¿Adónde subiremos? Nuestros hermanos nos han atemorizado, diciendo: ‘El pueblo es más grande y más alto que nosotros; las ciudades son grandes y fortificadas hasta el cielo. Y además vimos allí a los hijos de Anac.’”
29 Entonces yo os dije: “No temáis ni les tengáis miedo.
30 “El Señor vuestro Dios, que va delante de vosotros, El peleará por vosotros, así como lo hizo delante de vuestros ojos en Egipto,
31 y en el desierto, donde has visto cómo el Señor tu Dios te llevó, como un hombre lleva a su hijo, por todo el camino que habéis andado hasta llegar a este lugar.”
32 Pero con todo esto, no confiasteis en el Señor vuestro Dios,
33 que iba delante de vosotros en el camino para buscaros lugar dónde acampar, con fuego de noche y nube de día, para mostraros el camino por donde debíais andar.
34 Entonces oyó el Señor la voz de vuestras palabras, y se enojó y juró, diciendo:
35 “Ninguno de estos hombres, esta generación perversa, verá la buena tierra que juré dar a vuestros padres,
36 excepto Caleb, hijo de Jefone; él la verá, y a él y a sus hijos daré la tierra que ha pisado, pues él ha seguido fielmente al Señor.”
37 El Señor se enojó también contra mí por causa vuestra, diciendo: “Tampoco tú entrarás allá.
38 “Josué, hijo de Nun, que está delante de ti, él entrará allá; anímale, porque él hará que Israel la posea.
39 “Y vuestros pequeños, que dijisteis que vendrían a ser presa, y vuestros hijos, que hoy no tienen conocimiento del bien ni del mal, entrarán allá, y a ellos yo la daré, y ellos la poseerán.
40 “Pero vosotros, volveos y partid hacia el desierto por el camino del mar Rojo.”
41 Entonces respondisteis y me dijisteis: “Hemos pecado contra el Señor; nosotros subiremos y pelearemos tal como el Señor nuestro Dios nos ha mandado.” Y cada uno de vosotros se ciñó sus armas de guerra, y pensasteis que era fácil subir a la región montañosa.
42 Pero el Señor me dijo: “Diles: ‘No subáis, ni peleéis, pues yo no estoy entre vosotros; para que no seáis derrotados por vuestros enemigos.’”
43 Y os hablé, pero no quisisteis escuchar. Al contrario, os rebelasteis contra el mandamiento del Señor, y obrasteis con presunción, y subisteis a la región montañosa.
44 Y los amorreos que moraban en aquella región montañosa salieron contra vosotros, y os persiguieron como lo hacen las abejas, y os derrotaron desde Seir hasta Horma.
45 Entonces volvisteis y llorasteis delante del Señor, pero el Señor no escuchó vuestra voz, ni os prestó oído.
46 Por eso permanecisteis en Cades muchos días, los días que pasasteis allí.
Salmos 81
1 Cantad con gozo a Dios, fortaleza nuestra; aclamad con júbilo al Dios de Jacob.
2 Entonad canto de alabanza, y tocad el pandero, la melodiosa lira con el arpa.
3 Tocad la trompeta en la luna nueva, en la luna llena, en el día de nuestra fiesta.
4 Porque es estatuto para Israel, ordenanza del Dios de Jacob.
5 El lo estableció por testimonio en José, cuando salió sobre la tierra de Egipto. Un lenguaje que yo no conocía, oí:
6 Yo libré su hombro de la carga, sus manos se libraron de las canastas.
7 En la angustia llamaste, y yo te rescaté; te respondí en el escondite del trueno; en las aguas de Meriba te probé. (Selah)
8 Oye, pueblo mío, y te amonestaré. ¡Oh Israel, si tú me oyeras!
9 No haya en ti dios ajeno, ni adores a dios extranjero.
10 Yo, el Señor, soy tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto; abre bien tu boca y la llenaré.
11 Pero mi pueblo no escuchó mi voz; Israel no me obedeció.
12 Por eso los entregué a la dureza de su corazón, para que anduvieran en sus propias intrigas.
13 ¡Oh, si mi pueblo me oyera, si Israel anduviera en mis caminos!
14 En un momento yo subyugaría a sus enemigos y volvería mi mano contra sus adversarios.
15 Los que aborrecen al Señor le fingirían obediencia, y el tiempo de su castigo sería para siempre.
16 Pero yo te alimentaría con lo mejor del trigo, y con miel de la peña te saciaría.
Salmos 82
1 Dios ocupa su lugar en su congregación; El juzga en medio de los jueces.
2 ¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente y favoreceréis a los impíos? (Selah)
3 Defended al débil y al huérfano; haced justicia al afligido y al menesteroso.
4 Rescatad al débil y al necesitado; libradlos de la mano de los impíos.
5 No saben ni entienden; caminan en tinieblas; son sacudidos todos los cimientos de la tierra.
6 Yo dije: Vosotros sois dioses, y todos sois hijos del Altísimo.
7 Sin embargo, como hombres moriréis, y caeréis como uno de los príncipes.
8 ¡Levántate, oh Dios, juzga la tierra! Porque tú posees todas las naciones.
Isaías 29
1 ¡Ay, Ariel, Ariel la ciudad donde acampó David! Añadid año sobre año, celebrad las fiestas a su tiempo.
2 Y traeré angustias a Ariel, y será una ciudad de lamento y de duelo; será para mí como un Ariel.
3 Acamparé contra ti rodeándote, pondré contra ti vallas de asedio, y levantaré contra ti baluartes.
4 Entonces serás humillada, desde el suelo hablarás, y desde el polvo donde estás postrada saldrá tu habla. Tu voz será también como la de un espíritu de la tierra, y desde el polvo susurrará tu habla.
5 Pero la multitud de tus enemigos será como polvo fino, y la multitud de los crueles como paja que se va volando; sucederá en un instante, de repente.
6 Serás castigada por el Señor de los ejércitos con truenos y terremotos y gran ruido, con torbellino y tempestad y con llama de fuego consumidor.
7 Y será como un sueño, una visión nocturna, la multitud de todas las naciones que combaten contra Ariel, todos los que combaten contra ella y su fortaleza, y los que la afligen.
8 Y será como cuando un hambriento sueña, y he aquí, está comiendo; pero cuando despierta, su hambre no ha sido satisfecha. O como cuando un sediento sueña, y he aquí, está bebiendo; pero cuando despierta, he aquí, está desfallecido, y su sed no ha sido aplacada. Así será la multitud de todas las naciones que combaten contra el monte Sion.
9 Deteneos y esperad, cegaos y sed ciegos. Se embriagan, pero no con vino; se tambalean, pero no con licor.
10 Porque el Señor ha derramado sobre vosotros espíritu de sueño profundo, El ha cerrado vuestros ojos: los profetas, y ha cubierto vuestras cabezas: los videntes.
11 Y toda la visión será para vosotros como las palabras de un libro sellado, que cuando se le da al que sabe leer, diciéndole: Lee esto, por favor; y él dirá: No puedo, porque está sellado.
12 Entonces el libro será dado al que no sabe leer, diciéndole: Lee esto, por favor; y él dirá: No sé leer.
13 Dijo entonces el Señor: Por cuanto este pueblo se me acerca con sus palabras y me honra con sus labios, pero aleja de mí su corazón, y su veneración hacia mí es sólo una tradición aprendida de memoria,
14 por tanto, he aquí, volveré a hacer maravillas con este pueblo, prodigiosas maravillas; y perecerá la sabiduría de sus sabios, y se eclipsará el entendimiento de sus entendidos.
15 ¡Ay de los que van muy hondo para esconder sus planes al Señor, y realizan sus obras en tinieblas y dicen: ¿Quién nos ve, o quién nos conoce?
16 ¡Qué equivocación la vuestra! ¿Es acaso el alfarero como el barro, para que lo que está hecho diga a su hacedor: El no me hizo; o lo que está formado diga al que lo formó: El no tiene entendimiento?
17 ¿Acaso no queda ya muy poco tiempo para que el Líbano se convierta en campo fértil, y el campo fértil sea considerado bosque?
18 En aquel día los sordos oirán las palabras de un libro, y desde la oscuridad y desde las tinieblas los ojos de los ciegos verán.
19 Los afligidos aumentarán también su alegría en el Señor, y los necesitados de la humanidad se regocijarán en el Santo de Israel.
20 Porque el violento tendrá su fin, el escarnecedor será acabado, y serán cortados todos los que se desvelan por hacer el mal;
21 los que hacen que una persona sea acusada por una palabra, tienden lazos al que juzga en la puerta, y defraudan al justo con vanos argumentos.
22 Por tanto el Señor, que redimió a Abraham, dice así acerca de la casa de Jacob:
Jacob no será ahora avergonzado, ni palidecerá ahora su rostro;
23 porque cuando vea a sus hijos, la obra de mis manos, en medio suyo, ellos santificarán mi nombre; ciertamente, santificarán al Santo de Jacob, y tendrán temor al Dios de Israel.
24 Los descarriados de espíritu conocerán la verdad, y los murmuradores aceptarán instrucción.
Acompañe la lectura del 147° día ingresando aquí.
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