Conocer la Biblia es muy importane para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Deuteronomio 11
1 Amarás, pues, al Señor tu Dios, y guardarás siempre sus mandatos, sus estatutos, sus ordenanzas y sus mandamientos.
2 Y comprended hoy que no estoy hablando con vuestros hijos, los cuales no han visto la disciplina del Señor vuestro Dios: su grandeza, su mano poderosa, su brazo extendido,
3 sus señales y sus obras que hizo en medio de Egipto a Faraón, rey de Egipto, y a toda su tierra;
4 lo que hizo al ejército de Egipto, a sus caballos y a sus carros, al hacer que el agua del mar Rojo los cubriera cuando os perseguían, y el Señor los destruyó completamente;
5 lo que os hizo en el desierto hasta que llegasteis a este lugar,
6 y lo que hizo a Datán y Abiram, los hijos de Eliab, hijo de Rubén, cuando la tierra abrió su boca y los tragó a ellos, a sus familias, a sus tiendas y a todo ser viviente que los seguía, en medio de todo Israel.
7 Pero vuestros propios ojos han visto toda la gran obra que el Señor ha hecho.
8 Guardad, pues, todos los mandamientos que os ordeno hoy, para que seáis fuertes, y entréis y toméis posesión de la tierra a la cual entráis para poseerla;
9 para que prolonguéis vuestros días en la tierra que el Señor juró dar a vuestros padres y a su descendencia, una tierra que mana leche y miel.
10 Porque la tierra a la cual entras para poseerla, no es como la tierra de Egipto de donde vinisteis, donde sembrabas tu semilla, y la regabas con el pie como una huerta de hortalizas,
11 sino que la tierra a la cual entráis para poseerla, tierra de montes y valles, bebe el agua de las lluvias del cielo.
12 Es una tierra que el Señor tu Dios cuida; los ojos del Señor tu Dios están siempre sobre ella, desde el principio hasta el fin del año.
13 Y sucederá que si obedecéis mis mandamientos que os ordeno hoy, de amar al Señor vuestro Dios y de servirle con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma,
14 El dará a vuestra tierra la lluvia a su tiempo, lluvia temprana y lluvia tardía, para que recojas tu grano, tu mosto y tu aceite.
15 Y El dará hierba en tus campos para tu ganado, y comerás y te saciarás.
16 Cuidaos, no sea que se engañe vuestro corazón y os desviéis y sirváis a otros dioses, y los adoréis.
17 No sea que la ira del Señor se encienda contra vosotros, y cierre los cielos y no haya lluvia y la tierra no produzca su fruto, y pronto perezcáis en la buena tierra que el Señor os da.
18 Grabad, pues, estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma; atadlas como una señal a vuestra mano, y serán por insignias entre vuestros ojos.
19 Y enseñadlas a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.
20 Y escríbelas en los postes de tu casa y en tus puertas,
21 para que tus días y los días de tus hijos sean multiplicados en la tierra que el Señor juró dar a tus padres, por todo el tiempo que los cielos permanezcan sobre la tierra.
22 Porque si guardáis cuidadosamente todo este mandamiento que os ordeno para cumplirlo, amando al Señor vuestro Dios, andando en todos sus caminos y allegándoos a El,
23 entonces el Señor expulsará de delante de vosotros a todas estas naciones, y vosotros desposeeréis a naciones más grandes y más poderosas que vosotros.
24 Todo lugar donde pise la planta de vuestro pie será vuestro; vuestras fronteras serán desde el desierto hasta el Líbano, y desde el río, el río Eufrates, hasta el mar occidental.
25 Nadie os podrá hacer frente; el Señor vuestro Dios infundirá, como El os ha dicho, espanto y temor de vosotros en toda la tierra que pise vuestro pie.
26 He aquí, hoy pongo delante de vosotros una bendición y una maldición:
27 la bendición, si escucháis los mandamientos del Señor vuestro Dios que os ordeno hoy;
28 y la maldición, si no escucháis los mandamientos del Señor vuestro Dios, sino que os apartáis del camino que os ordeno hoy, para seguir a otros dioses que no habéis conocido.
29 Y acontecerá, que cuando el Señor tu Dios te lleve a la tierra donde entras para poseerla, pondrás la bendición sobre el monte Gerizim y la maldición sobre el monte Ebal.
30 ¿No están ellos al otro lado del Jordán, detrás del camino del poniente, en la tierra de los cananeos que habitan en el Arabá, frente a Gilgal, junto al encinar de More?
31 Porque vais a pasar el Jordán para ir a poseer la tierra que el Señor vuestro Dios os da, y la tomaréis y habitaréis en ella;
32 y tendréis cuidado de cumplir todos los estatutos y decretos que hoy pongo delante de vosotros.
Salmos 95
1 Venid, cantemos con gozo al Señor, aclamemos con júbilo a la roca de nuestra salvación.
2 Vengamos ante su presencia con acción de gracias; aclamémosle con salmos.
3 Porque Dios grande es el Señor, y Rey grande sobre todos los dioses,
4 en cuya mano están las profundidades de la tierra; suyas son también las cumbres de los montes.
5 Suyo es el mar, pues El lo hizo, y sus manos formaron la tierra firme.
6 Venid, adoremos y postrémonos; doblemos la rodilla ante el Señor nuestro Hacedor.
7 Porque El es nuestro Dios, y nosotros el pueblo de su prado y las ovejas de su mano. Si oís hoy su voz,
8 no endurezcáis vuestro corazón como en Meriba, como en el día de Masah en el desierto,
9 cuando vuestros padres me tentaron, me probaron, aunque habían visto mi obra.
10 Por cuarenta años me repugnó aquella generación, y dije: Es un pueblo que se desvía en su corazón y no conocen mis caminos.
11 Por tanto, juré en mi ira: Ciertamente no entrarán en mi reposo.
Salmos 96
1 Cantad al Señor un cántico nuevo; cantad al Señor, toda la tierra.
2 Cantad al Señor, bendecid su nombre; proclamad de día en día las buenas nuevas de su salvación.
3 Contad su gloria entre las naciones, sus maravillas entre todos los pueblos.
4 Porque grande es el Señor, y muy digno de ser alabado; temible es El sobre todos los dioses.
5 Porque todos los dioses de los pueblos son ídolos, mas el Señor hizo los cielos.
6 Gloria y majestad están delante de El; poder y hermosura en su santuario.
7 Tributad al Señor, oh familias de los pueblos, tributad al Señor gloria y poder.
8 Tributad al Señor la gloria debida a su nombre; traed ofrenda y entrad en sus atrios.
9 Adorad al Señor en vestiduras santas; temblad ante su presencia, toda la tierra.
10 Decid entre las naciones: El Señor reina; ciertamente el mundo está bien afirmado, será inconmovible; El juzgará a los pueblos con equidad.
11 Alégrense los cielos y regocíjese la tierra; ruja el mar y cuanto contiene;
12 gócese el campo y todo lo que en él hay. Entonces todos los árboles del bosque cantarán con gozo
13 delante del Señor, porque El viene; porque El viene a juzgar la tierra: juzgará al mundo con justicia y a los pueblos con su fidelidad.
Isaías 39
1 En aquel tiempo Merodac-baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió cartas y un regalo a Ezequías porque oyó que había estado enfermo y se había recuperado.
2 Se alegró por ello Ezequías y les mostró la casa de su tesoro: la plata y el oro, las especias y el aceite precioso, todo su arsenal y todo lo que se hallaba en sus tesoros. No hubo nada en su casa ni en todo su dominio que Ezequías no les mostrara.
3 Entonces el profeta Isaías vino al rey Ezequías, y le dijo: ¿Qué han dicho esos hombres y de dónde han venido a ti? Y Ezequías respondió: Han venido a mí de un país lejano, de Babilonia.
4 Y él dijo: ¿Qué han visto en tu casa? Y Ezequías respondió: Han visto todo lo que hay en mi casa; no hay nada entre mis tesoros que yo no les haya mostrado.
5 Entonces Isaías dijo a Ezequías: Oye la palabra del Señor de los ejércitos:
6 “He aquí, vienen días cuando todo lo que hay en tu casa y todo lo que tus padres han atesorado hasta el día de hoy, será llevado a Babilonia; nada quedará” —dice el Señor.
7 “Y algunos de tus hijos que saldrán de ti, los que engendrarás, serán llevados y serán oficiales en el palacio del rey de Babilonia.”
8 Entonces Ezequías dijo a Isaías: La palabra del Señor que has hablado es buena. Pues pensaba: Porque habrá paz y seguridad en mis días.
Acompañe la lectura del 157° día ingresando aquí.
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