Conocer la Biblia es muy importane para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Deuteronomio 13
1 Si se levanta en medio de ti un profeta o soñador de sueños, y te anuncia una señal o un prodigio,
2 y la señal o el prodigio se cumple, acerca del cual él te había hablado, diciendo: “Vamos en pos de otros dioses (a los cuales no has conocido) y sirvámosles”,
3 no darás oído a las palabras de ese profeta o de ese soñador de sueños; porque el Señor tu Dios te está probando para ver si amas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma.
4 En pos del Señor vuestro Dios andaréis y a El temeréis; guardaréis sus mandamientos, escucharéis su voz, le serviréis y a El os uniréis.
5 Pero a ese profeta o a ese soñador de sueños se le dará muerte, por cuanto ha aconsejado rebelión contra el Señor tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto y te redimió de casa de servidumbre, para apartarte del camino en el cual el Señor tu Dios te mandó andar. Así quitarás el mal de en medio de ti.
6 Si tu hermano, el hijo de tu madre, o tu hijo, o tu hija, o la mujer que amas, o tu amigo entrañable, te incita en secreto, diciendo: “Vamos y sirvamos a otros dioses” (a quienes ni tú ni tus padres habéis conocido,
7 de los dioses de los pueblos que te rodean, cerca o lejos de ti, de un término de la tierra al otro),
8 no cederás ni le escucharás; y tu ojo no tendrá piedad de él, tampoco lo perdonarás ni lo encubrirás,
9 sino que ciertamente lo matarás; tu mano será la primera contra él para matarlo, y después la mano de todo el pueblo.
10 Lo apedrearás hasta la muerte porque él trató de apartarte del Señor tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre.
11 Entonces todo Israel oirá y temerá, y nunca volverá a hacer tal maldad en medio de ti.
12 Si oyes decir que en alguna de las ciudades que el Señor tu Dios te da para habitar,
13 han salido hombres indignos de en medio de ti y han seducido a los habitantes de su ciudad, diciendo: “Vamos y sirvamos a otros dioses” (a quienes no has conocido),
14 entonces inquirirás, buscarás y preguntarás con diligencia. Y si es verdad y se comprueba que se ha hecho tal abominación en medio de ti,
15 irremisiblemente herirás a filo de espada a los habitantes de esa ciudad, destruyéndola por completo con todo lo que hay en ella, y también su ganado a filo de espada.
16 Entonces amontonarás todo su botín en medio de su plaza, y prenderás fuego a la ciudad con todo su botín, todo ello como ofrenda encendida al Señor tu Dios; y será montón de ruinas para siempre. Nunca será reconstruida.
17 Y nada de lo dedicado al anatema quedará en tu mano, para que el Señor se aparte del ardor de su ira y sea misericordioso contigo, tenga compasión de ti y te multiplique, tal como El juró a tus padres,
18 porque escuchas la voz del Señor tu Dios, guardando todos sus mandamientos que yo te ordeno hoy, haciendo lo que es justo ante los ojos del Señor tu Dios.
Deuteronomio 14
1 Vosotros sois hijos del Señor vuestro Dios; no os sajaréis ni os rasuraréis la frente a causa de un muerto.
2 Porque eres pueblo santo para el Señor tu Dios; y el Señor te ha escogido para que le seas un pueblo de su exclusiva posesión de entre los pueblos que están sobre la faz de la tierra.
3 No comerás nada abominable.
4 Estos son los animales que podréis comer: el buey, la oveja, la cabra,
5 el ciervo, la gacela, el corzo, la cabra montés, el íbice, el antílope y el carnero montés.
6 Y cualquier animal de pezuña dividida que tenga la pezuña hendida en dos mitades y que rumie, lo podréis comer.
7 Pero éstos no comeréis de entre los que rumian o de entre los que tienen la pezuña dividida en dos: el camello, el conejo y el damán; pues aunque rumian, no tienen la pezuña dividida; para vosotros serán inmundos.
8 Y el cerdo, aunque tiene la pezuña dividida, no rumia; será inmundo para vosotros. No comeréis de su carne ni tocaréis sus cadáveres.
9 De todo lo que vive en el agua, éstos podréis comer: todos los que tienen aletas y escamas,
10 pero no comeréis nada que no tenga aletas ni escamas; será inmundo para vosotros.
11 Toda ave limpia podréis comer.
12 Pero éstas no comeréis: el águila, el buitre y el buitre negro;
13 el azor, el halcón y el milano según su especie;
14 todo cuervo según su especie;
15 el avestruz, la lechuza, la gaviota y el gavilán según su especie;
16 el búho, el búho real, la lechuza blanca,
17 el pelícano, el buitre, el somormujo,
18 la cigüeña y la garza según su especie; la abubilla y el murciélago.
19 Todo insecto alado será inmundo para vosotros; no se comerá.
20 Toda ave limpia podréis comer.
21 No comeréis ningún animal que se muera. Lo podrás dar al forastero que está en tus ciudades, para que lo coma, o lo podrás vender a un extranjero, porque tú eres un pueblo santo al Señor tu Dios. No cocerás el cabrito en la leche de su madre.
22 Diezmarás fielmente todo el producto de tu sementera, lo que rinde tu campo cada año.
23 Y comerás en la presencia del Señor tu Dios, en el lugar que El escoja para poner allí su nombre, el diezmo de tu grano, de tu mosto y de tu aceite, y los primogénitos de tus vacas y de tus ovejas, para que aprendas a temer siempre al Señor tu Dios.
24 Mas si el camino es tan largo para ti, que seas incapaz de llevar el diezmo por estar lejos el lugar donde el Señor tu Dios escoja para poner allí su nombre, cuando el Señor tu Dios te haya bendecido,
25 entonces lo cambiarás por dinero, y atarás el dinero en tu mano e irás al lugar que el Señor tu Dios escoja.
26 Y podrás gastar el dinero en todo lo que tu corazón apetezca: en vacas u ovejas, en vino o sidra, o en cualquier otra cosa que tu corazón desee; allí comerás en presencia del Señor tu Dios, y te alegrarás tú y tu casa.
27 Tampoco desampararás al levita que habite en tus ciudades, porque él no tiene parte ni heredad contigo.
28 Al fin de cada tercer año, sacarás todo el diezmo de tus productos de aquel año y lo depositarás en tus ciudades.
29 Y vendrá el levita, que no tiene parte ni herencia contigo, y el forastero, el huérfano y la viuda que habitan en tus ciudades, y comerán y se saciarán, para que el Señor tu Dios te bendiga en toda obra que tu mano haga.
Salmos 99
1 El Señor reina, estremézcanse los pueblos; sentado está sobre los querubines, tiemble la tierra.
2 El Señor es grande en Sion, y exaltado sobre todos los pueblos.
3 Alaben tu nombre grande y temible; El es santo.
4 El poder del Rey ama la justicia; tú has establecido la equidad; has hecho juicio y justicia en Jacob.
5 Exaltad al Señor nuestro Dios, y postraos ante el estrado de sus pies; El es santo.
6 Moisés y Aarón estaban entre sus sacerdotes, y Samuel entre los que invocaron su nombre; ellos clamaron al Señor, y El les respondió.
7 Les habló en la columna de nube; guardaron sus testimonios, y el estatuto que El les dio.
8 Oh Señor, Dios nuestro, tú les respondiste; fuiste para ellos un Dios perdonador, mas también vengador de sus malas obras.
9 Exaltad al Señor nuestro Dios, y postraos ante su santo monte, porque santo es el Señor nuestro Dios.
Salmos 100
1 Aclamad con júbilo al Señor, toda la tierra.
2 Servid al Señor con alegría; venid ante El con cánticos de júbilo.
3 Sabed que El, el Señor, es Dios; El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos y ovejas de su prado.
4 Entrad por sus puertas con acción de gracias, y a sus atrios con alabanza. Dadle gracias, bendecid su nombre.
5 Porque el Señor es bueno; para siempre es su misericordia, y su fidelidad por todas las generaciones.
Isaías 41
1 Guardad silencio ante mí, costas, y renueven sus fuerzas los pueblos; acérquense y entonces hablen, juntos vengamos a juicio.
2 ¿Quién ha levantado del oriente al que El llama en justicia a sus pies? Ante El entrega naciones, y a reyes somete. Los deja como polvo con su espada, como hojarasca dispersa con su arco.
3 Los persigue, pasando seguros por una senda por donde no habían andado sus pies.
4 ¿Quién lo ha hecho y lo ha realizado, llamando a las generaciones desde el principio? Yo, el Señor, soy el primero, y con los postreros soy.
5 Las costas han visto y temen, tiemblan los confines de la tierra, se han acercado y han venido.
6 Cada uno ayuda a su prójimo, y dice a su hermano: Sé fuerte.
7 El artífice anima al fundidor, y el que alisa a martillo al que bate el yunque, diciendo de la soldadura: Está bien. Entonces asegura su obra con clavos, para que no se mueva.
8 Pero tú, Israel, siervo mío, Jacob, a quien he escogido, descendiente de Abraham, mi amigo;
9 tú, a quien tomé de los confines de la tierra, y desde sus lugares más remotos te llamé, y te dije: “Mi siervo eres tú; yo te he escogido y no te he rechazado:”
10 No temas, porque yo estoy contigo; no te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré, sí, te sostendré con la diestra de mi justicia.
11 He aquí, todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y humillados; los que contienden contigo serán como nada y perecerán.
12 Buscarás a los que riñen contigo, pero no los hallarás; serán como nada, como si no existieran, los que te hacen guerra.
13 Porque yo soy el Señor tu Dios, que sostiene tu diestra, que te dice: “No temas, yo te ayudaré.”
14 No temas, gusano de Jacob, vosotros hombres de Israel; yo te ayudaré —declara el Señor— y tu Redentor es el Santo de Israel.
15 He aquí, te he convertido en trillo nuevo, cortante, de doble filo; trillarás los montes y los harás polvo, y los collados dejarás como hojarasca.
16 Los aventarás, el viento se los llevará, y la tempestad los dispersará; pero tú te regocijarás en el Señor, en el Santo de Israel te gloriarás.
17 Los afligidos y los necesitados buscan agua, pero no la hay, su lengua está reseca de sed. Yo, el Señor, les responderé, yo, el Dios de Israel, no los abandonaré.
18 Abriré ríos en las alturas desoladas, y manantiales en medio de los valles; transformaré el desierto en estanque de aguas, y la tierra seca en manantiales.
19 Pondré en los desiertos el cedro, la acacia, el mirto y el olivo; pondré en el yermo el ciprés, junto con el olmo y el boj,
20 para que vean y entiendan, consideren y comprendan a una que la mano del Señor ha hecho esto, que el Santo de Israel lo ha creado.
21 Presentad vuestra causa —dice el Señor. Exponed vuestros fuertes argumentos —dice el Rey de Jacob.
22 Que expongan y nos declaren lo que ha de suceder. En cuanto a los hechos anteriores, declarad lo que fueron, para que los consideremos y sepamos su resultado, o bien, anunciadnos lo que ha de venir.
23 Declarad lo que ha de venir después, para que sepamos que vosotros sois dioses. Sí, haced algo bueno o malo, para que nos desalentemos y temamos a una.
24 He aquí, vosotros nada sois, y vuestra obra es vana; abominación es el que os escoge.
25 Del norte levanté a uno, y ha venido; del nacimiento del sol invocará mi nombre, y vendrá sobre los gobernantes, como sobre lodo, como el alfarero pisotea el barro.
26 ¿Quién lo anunció desde el principio, para que supiéramos, o desde tiempos antiguos, para que dijéramos: Tiene razón? Ciertamente no había quien lo anunciara, sí, no había quien lo proclamara, ciertamente no había quien oyera vuestras palabras.
27 Dije primero a Sion: “Mira, aquí están”, y a Jerusalén: “Os daré un mensajero de buenas nuevas.”
28 Pero cuando miro, no hay nadie, y entre ellos no hay consejeros a quienes, si les pregunto, puedan responder.
29 He aquí, todos ellos son falsos; sus obras inútiles, viento y vacuidad sus imágenes fundidas.
Acompañe la lectura del 159° día ingresando aquí.
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