Conocer la Biblia es muy importane para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Deuteronomio 17
1 No sacrificarás al Señor tu Dios buey o cordero que tenga defecto o alguna imperfección, porque es cosa abominable al Señor tu Dios.
2 Si se encuentra en medio de ti, en cualquiera de las ciudades que el Señor tu Dios te da, un hombre o una mujer que hace lo malo ante los ojos del Señor tu Dios, violando su pacto,
3 y que haya ido y servido a otros dioses, adorándolos, o adorando al sol, a la luna o a cualquiera de las huestes celestiales, lo cual yo no he mandado,
4 y si te lo dicen y has oído hablar de ello, harás una investigación minuciosa. Y he aquí, si es verdad y es cierto el hecho que esta abominación ha sido cometida en Israel,
5 entonces sacarás a tus puertas a ese hombre o a esa mujer que ha cometido esta mala acción; sacarás al hombre o a la mujer, y los apedrearás hasta que mueran.
6 Al que ha de morir se le dará muerte por la declaración de dos o tres testigos; no se le dará muerte por la declaración de un solo testigo.
7 La mano de los testigos caerá primero contra él para darle muerte, y después la mano de todo el pueblo. Así quitarás el mal de en medio de ti.
8 Si un caso es demasiado difícil para que puedas juzgar, como entre una clase de homicidio y otra, entre una clase de pleito y otra, o entre una clase de asalto y otra, siendo casos de litigio en tus puertas, te levantarás y subirás al lugar que el Señor tu Dios escoja,
9 y vendrás al sacerdote levita o al juez que oficie en aquellos días, e inquirirás de ellos, y ellos te declararán el fallo del caso.
10 Y harás conforme a los términos de la sentencia que te declaren desde aquel lugar que el Señor escoja; y cuidarás de observar todo lo que ellos te enseñen.
11 Según los términos de la ley que ellos te enseñen, y según la sentencia que te declaren, así harás; no te apartarás a la derecha ni a la izquierda de la palabra que ellos te declaren.
12 Y el hombre que proceda con presunción, no escuchando al sacerdote que está allí para servir al Señor tu Dios, ni al juez, ese hombre morirá; así quitarás el mal de en medio de Israel.
13 Entonces todo el pueblo escuchará y temerá, y no volverá a proceder con presunción.
14 Cuando entres en la tierra que el Señor tu Dios te da, y la poseas y habites en ella, y digas: “Pondré un rey sobre mí, como todas las naciones que me rodean”,
15 ciertamente pondrás sobre ti al rey que el Señor tu Dios escoja, a uno de entre tus hermanos pondrás por rey sobre ti; no pondrás sobre ti a un extranjero que no sea hermano tuyo.
16 Además, el rey no tendrá muchos caballos, ni hará que el pueblo vuelva a Egipto para tener muchos caballos, pues el Señor te ha dicho: “Jamás volveréis por ese camino.”
17 Tampoco tendrá muchas mujeres, no sea que su corazón se desvíe; tampoco tendrá grandes cantidades de plata u oro.
18 Y sucederá que cuando él se siente sobre el trono de su reino, escribirá para sí una copia de esta ley en un libro, en presencia de los sacerdotes levitas.
19 La tendrá consigo y la leerá todos los días de su vida, para que aprenda a temer al Señor su Dios, observando cuidadosamente todas las palabras de esta ley y estos estatutos,
20 para que no se eleve su corazón sobre sus hermanos y no se desvíe del mandamiento ni a la derecha ni a la izquierda, a fin de que prolongue sus días en su reino, él y sus hijos, en medio de Israel.
Salmos 104
1 Bendice, alma mía, al Señor. Señor, Dios mío, cuán grande eres; te has vestido de esplendor y de majestad,
2 cubriéndote de luz como con un manto, extendiendo los cielos como una cortina.
3 El es el que pone las vigas de sus altos aposentos en las aguas; el que hace de las nubes su carroza; el que anda sobre las alas del viento;
4 que hace de los vientos sus mensajeros, y de las llamas de fuego sus ministros.
5 El estableció la tierra sobre sus cimientos, para que jamás sea sacudida.
6 La cubriste con el abismo como con un vestido; las aguas estaban sobre los montes.
7 A tu reprensión huyeron;al sonido de tu trueno se precipitaron.
8 Se levantaron los montes, se hundieron los valles, al lugar que tú estableciste para ellos.
9 Pusiste un límite que no pueden cruzar, para que no vuelvan a cubrir la tierra.
10 El hace brotar manantiales en los valles, corren entre los montes;
11 dan de beber a todas las bestias del campo, los asnos monteses mitigan su sed.
12 Junto a ellos habitan las aves de los cielos, elevan sus trinos entre las ramas.
13 El riega los montes desde sus aposentos, del fruto de sus obras se sacia la tierra.
14 El hace brotar la hierba para el ganado, y las plantas para el servicio del hombre, para que él saque alimento de la tierra,
15 y vino que alegra el corazón del hombre, para que haga brillar con aceite su rostro, y alimento que fortalece el corazón del hombre.
16 Los árboles del Señor se sacian, los cedros del Líbano que El plantó,
17 donde hacen sus nidos las aves, y la cigüeña, cuya morada está en los cipreses.
18 Los montes altos son para las cabras monteses; las peñas son refugio para los tejones.
19 El hizo la luna para medir las estaciones; el sol conoce el lugar de su ocaso.
20 Tú ordenas la oscuridad y se hace de noche, en ella andan todas las bestias del bosque.
21 Rugen los leoncillos tras su presa, y buscan de Dios su comida.
22 Al salir el sol se esconden, y se echan en sus guaridas.
23 Sale el hombre a su trabajo, y a su labor hasta el atardecer.
24 ¡Cuán numerosas son tus obras, oh Señor! Con sabiduría las has hecho todas; llena está la tierra de tus posesiones.
25 He allí el mar, grande y anchuroso, en el cual hay un hervidero innumerable de animales tanto pequeños como grandes.
26 Allí surcan las naves, y el Leviatán que hiciste para jugar en él.
27 Todos ellos esperan en ti, para que les des su comida a su tiempo.
28 Tú les das, ellos recogen; abres tu mano, se sacian de bienes.
29 Escondes tu rostro, se turban; les quitas el aliento, expiran, y vuelven al polvo.
30 Envías tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra.
31 ¡Sea para siempre la gloria del Señor! ¡Alégrese el Señor en sus obras!
32 El mira a la tierra, y ella tiembla; toca los montes, y humean.
33 Al Señor cantaré mientras yo viva; cantaré alabanzas a mi Dios mientras yo exista.
34 Séale agradable mi meditación; yo me alegraré en el Señor.
35 Sean consumidos de la tierra los pecadores, y los impíos dejen de ser. Bendice, alma mía, al Señor. ¡Aleluya!
Isaías 44
1 Mas ahora escucha, Jacob, siervo mío, Israel, a quien yo he escogido.
2 Así dice el Señor que te creó, que te formó desde el seno materno, y que te ayudará: “No temas, Jacob, siervo mío, ni tú, Jesurún, a quien he escogido.
3 “Porque derramaré agua sobre la tierra sedienta, y torrentes sobre la tierra seca; derramaré mi Espíritu sobre tu posteridad, y mi bendición sobre tus descendientes.
4 “Ellos brotarán entre la hierba como sauces junto a corrientes de agua.”
5 Este dirá: “Yo soy del Señor”, otro invocará el nombre de Jacob, y otro escribirá en su mano: “Del Señor soy” y se llamará con el nombre de Israel.
6 Así dice el Señor, el Rey de Israel, y su Redentor, el Señor de los ejércitos: “Yo soy el primero y yo soy el último, y fuera de mí no hay Dios.
7 “¿Y quién como yo? Que lo proclame y lo declare. Sí, que en orden lo relate ante mí, desde que establecí la antigua nación. Que les anuncien las cosas venideras y lo que va a acontecer.
8 “No tembléis ni temáis; ¿no os lo he hecho oír y lo he anunciado desde hace tiempo? Vosotros sois mis testigos. ¿Hay otro dios fuera de mí, o hay otra Roca? No conozco ninguna.”
9 Los que dan forma a un ídolo todos ellos son nada, y sus cosas más preciadas de nada sirven; aun sus propios testigos no ven ni entienden, por eso serán avergonzados.
10 ¿Quién ha dado forma a un dios o fundido un ídolo para no tener ganancia?
11 He aquí, todos sus compañeros serán avergonzados, pues los artífices son sólo hombres. Que se reúnan todos, que se levanten, que tiemblen, que sean a una avergonzados.
12 El herrero hace un instrumento cortante; lo trabaja sobre las brasas, lo forma con martillos y lo forja con su brazo fuerte. Después siente hambre y flaquean sus fuerzas; no bebe agua, y desfallece.
13 El carpintero extiende el cordel de medir, traza el diseño con tiza roja, lo labra con gubias, lo traza con el compás y le da forma de hombre y belleza humana para colocarlo en una casa.
14 Corta cedros para sí, toma un ciprés o una encina, y hace que sea fuerte entre los árboles del bosque; planta un pino y la lluvia lo hace crecer.
15 Luego sirve para que el hombre haga fuego, y toma uno y se calienta; también hace fuego para cocer pan; además hace un dios y lo adora; hace de él una imagen tallada, y se postra delante de ella.
16 La mitad del leño quema en el fuego; sobre esta mitad prepara un asado, come carne y se sacia. También se calienta, y dice: ¡Ah!, me he calentado, he visto la llama.
17 Y del resto hace un dios, su ídolo. Se postra delante de él, lo adora, y le ruega, diciendo: Líbrame, pues mi dios eres tú.
18 Ellos no saben ni entienden, porque El ha cerrado sus ojos para que no vean y su corazón para que no comprendan.
19 Ninguno reflexiona; no tienen conocimiento ni inteligencia para decir: He quemado la mitad en el fuego, y también he cocido pan sobre sus brasas. He asado carne y la he comido; y del resto ¿haré una abominación? ¿Me postraré ante un pedazo de madera?
20 Se alimenta de cenizas; el corazón engañado le ha extraviado. A sí mismo no se puede librar, ni decir: ¿No es mentira lo que tengo en mi diestra?
21 Recuerda estas cosas, Jacob, y tú Israel, porque mi siervo eres. Yo te he formado, siervo mío eres; Israel, no me olvidaré de ti.
22 He disipado como una densa nube tus transgresiones, y como espesa niebla tus pecados. Vuélvete a mí, porque yo te he redimido.
23 Gritad de júbilo, cielos, porque el Señor lo ha hecho. Gritad de alegría, profundidades de la tierra. Prorrumpid, montes, en gritos de júbilo, y el bosque, y todo árbol que en él hay, porque el Señor ha redimido a Jacob y ha mostrado su gloria en Israel.
24 Así dice el Señor, tu Redentor, el que te formó desde el seno materno: Yo, el Señor, creador de todo, que extiendo los cielos yo solo y afirmo la tierra sin ayuda;
25 hago fallar los pronósticos de los impostores, hago necios a los adivinos, hago retroceder a los sabios, y convierto en necedad su sabiduría.
26 Yo soy el que confirmo la palabra de su siervo, y cumplo el propósito de sus mensajeros; el que dice de Jerusalén: “Será habitada”; y de las ciudades de Judá: “Serán reedificadas, y sus ruinas levantaré”;
27 el que dice a la profundidad del mar: “Sécate”; y yo secaré tus ríos.
28 El que dice de Ciro: “El es mi pastor, y él cumplirá todos mis deseos”, y dice de Jerusalén: “Será reedificada”, y al templo: “Serán echados tus cimientos.”
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