Conocer la Biblia es muy importane para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Deuteronomio 21
1 Si en la tierra que el Señor tu Dios te da para que la poseas, fuera encontrado alguien asesinado, tendido en el campo, y no se sabe quién lo mató,
2 entonces tus ancianos y tus jueces irán y medirán la distancia a las ciudades que están alrededor del muerto.
3 Y sucederá que los ancianos de la ciudad más próxima al lugar donde fue hallado el muerto, tomarán de la manada una novilla que no haya trabajado y que no haya llevado yugo;
4 y los ancianos de esa ciudad traerán la novilla a un valle de aguas perennes, el cual no haya sido arado ni sembrado, y quebrarán la cerviz de la novilla allí en el valle.
5 Entonces se acercarán los sacerdotes, hijos de Leví, porque el Señor tu Dios los ha escogido para servirle y para bendecir en el nombre del Señor, y ellos decidirán todo litigio y toda ofensa;
6 y todos los ancianos de la ciudad más cercana al lugar donde fue hallado el muerto, lavarán sus manos sobre la novilla cuya cerviz fue quebrada en el valle;
7 y responderán y dirán: “Nuestras manos no han derramado esta sangre, ni nuestros ojos han visto nada.
8 “Perdona a tu pueblo Israel, al cual has redimido, oh Señor, y no imputes la sangre inocente a tu pueblo Israel.” Y la culpa de la sangre les será perdonada.
9 Así limpiarás la culpa de sangre inocente de en medio de ti, cuando hagas lo que es recto a los ojos del Señor.
10 Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos, y el Señor tu Dios los entregue en tus manos, y los tomes en cautiverio,
11 y veas entre los cautivos una mujer hermosa, y la desees, y la tomes para ti por mujer,
12 la traerás a tu casa, y ella se rasurará la cabeza y se cortará sus uñas.
13 También se quitará el vestido de su cautiverio, permanecerá en tu casa y llorará por su padre y por su madre por todo un mes; después de eso podrás llegarte a ella y ser su marido, y ella será tu mujer.
14 Pero sucederá que si no te agrada, la dejarás ir adonde quiera; mas ciertamente no la venderás por dinero, ni la maltratarás, porque la has humillado.
15 Si un hombre tiene dos mujeres, una amada y otra aborrecida, y tanto la amada como la aborrecida le han dado hijos, si el primogénito es de la aborrecida,
16 el día que reparta lo que tiene entre sus hijos, no puede él hacer primogénito al hijo de la amada con preferencia al hijo de la aborrecida, que es el primogénito,
17 sino que reconocerá al primogénito, al hijo de la aborrecida, dándole una porción doble de todo lo que tiene, porque él es el principio de su vigor; a él pertenece el derecho de primogenitura.
18 Si un hombre tiene un hijo terco y rebelde que no obedece a su padre ni a su madre, y cuando lo castigan, ni aun así les hace caso,
19 el padre y la madre lo tomarán y lo llevarán fuera a los ancianos de su ciudad, a la puerta de su ciudad natal,
20 y dirán a los ancianos de la ciudad: “Este hijo nuestro es terco y rebelde, no nos obedece, es glotón y borracho.”
21 Entonces todos los hombres de la ciudad lo apedrearán hasta que muera; así quitarás el mal de en medio de ti, y todo Israel oirá esto y temerá.
22 Y si un hombre ha cometido pecado digno de muerte, y se le ha dado muerte, y lo has colgado de un árbol,
23 su cuerpo no colgará del árbol toda la noche, sino que ciertamente lo enterrarás el mismo día (pues el colgado es maldito de Dios), para que no contamines la tierra que el Señor tu Dios te da en heredad.
Salmos 108
1 Mi corazón está firme, oh Dios; cantaré, cantaré alabanzas, aun con mi alma.
2 ¡Despertad, arpa y lira! ¡A la aurora despertaré!
3 Te alabaré entre los pueblos, Señor; te cantaré alabanzas entre las naciones.
4 Porque grande, por encima de los cielos, es tu misericordia; y hasta el firmamento tu verdad.
5 Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios, sobre toda la tierra sea tu gloria.
6 Para que sean librados tus amados, salva con tu diestra, y respóndeme.
7 Dios ha hablado en su santuario: Me alegraré, repartiré a Siquem y mediré el valle de Sucot.
8 Mío es Galaad, mío es Manasés, Efraín es el yelmo de mi cabeza, Judá es mi cetro.
9 Moab es la vasija en que me lavo; sobre Edom arrojaré mi calzado; sobre Filistea lanzaré gritos.
10 ¿Quién me conducirá a la ciudad fortificada? ¿Quién me guiará hasta Edom?
11 ¿No eres tú, oh Dios, el que nos ha rechazado? ¿No saldrás, oh Dios, con nuestros ejércitos?
12 Danos ayuda contra el adversario, pues vano es el auxilio del hombre.
13 En Dios haremos proezas, y El hollará a nuestros adversarios.
Salmos 109
1 Oh Dios de mi alabanza, no calles.
2 Porque contra mí han abierto su boca impía y engañosa; con lengua mentirosa han hablado contra mí.
3 Me han rodeado también con palabras de odio, y sin causa han luchado contra mí.
4 En pago de mi amor, obran como mis acusadores, pero yo oro.
5 Así me han pagado mal por bien, y odio por mi amor.
6 Pon a un impío sobre él, y que un acusador esté a su diestra.
7 Cuando sea juzgado, salga culpable, y su oración se convierta en pecado.
8 Sean pocos sus días, y que otro tome su cargo;
9 sean huérfanos sus hijos, y viuda su mujer;
10 vaguen errantes sus hijos, y mendiguen, y busquen el sustento lejos de sus hogares en ruinas.
11 Que el acreedor se apodere de todo lo que tiene, y extraños saqueen el fruto de su trabajo.
12 Que no haya quien le extienda misericordia, ni haya quien se apiade de sus huérfanos;
13 sea exterminada su posteridad, su nombre sea borrado en la siguiente generación.
14 Sea recordada ante el Señor la iniquidad de sus padres, y no sea borrado el pecado de su madre.
15 Estén continuamente delante del Señor, para que El corte de la tierra su memoria;
16 porque él no se acordó de mostrar misericordia, sino que persiguió al afligido, al necesitado y al de corazón decaído para matarlos.
17 También amaba la maldición, y ésta vino sobre él; no se deleitó en la bendición, y ella se alejó de él.
18 Se vistió de maldición como si fuera su manto, y entró como agua en su cuerpo, y como aceite en sus huesos.
19 Séale como vestidura con que se cubra, y por cinto con que se ciña siempre.
20 Sea esta la paga del Señor para mis acusadores, y para los que hablan mal contra mi alma.
21 Mas tú, oh Dios, Señor, por amor de tu nombre hazme bien; líbrame, pues es buena tu misericordia;
22 porque afligido y necesitado estoy, y mi corazón está herido dentro de mí.
23 Voy pasando como sombra que se alarga; soy sacudido como la langosta.
24 Mis rodillas están débiles por el ayuno, y mi carne sin gordura ha enflaquecido.
25 Me he convertido también en objeto de oprobio para ellos; cuando me ven, menean la cabeza.
26 Ayúdame, Señor, Dios mío, sálvame conforme a tu misericordia;
27 y que sepan que esta es tu mano, que tú, Señor, lo has hecho.
28 Maldigan ellos, pero tú bendice; cuando se levanten, serán avergonzados, mas tu siervo se alegrará.
29 Sean vestidos de oprobio mis acusadores, y cúbranse con su propia vergüenza como con un manto.
30 Con mi boca daré abundantes gracias al Señor, y en medio de la multitud le alabaré.
31 Porque El está a la diestra del pobre, para salvarlo de los que juzgan su alma.
Isaías 48
1 Oíd esto, casa de Jacob, los que lleváis el nombre de Israel y salisteis de las entrañas de Judá, los que juráis por el nombre del Señor y hacéis mención del Dios de Israel, pero no en verdad ni en justicia,
2 aunque lleváis el nombre de la ciudad santa, y os apoyáis en el Dios de Israel, cuyo nombre es Señor de los ejércitos.
3 Las cosas pasadas desde hace tiempo las declaré, de mi boca salieron y las proclamé. De repente actué y se cumplieron.
4 Por cuanto sé que eres obstinado, que tendón de hierro es tu cerviz y de bronce tu frente,
5 yo, pues, te las declaré desde hace tiempo; antes de que sucedieran te las proclamé, no sea que dijeras: “Mi ídolo las ha hecho, y mi imagen tallada o fundida las ha ordenado.”
6 Lo has oído; míralo todo. Y vosotros, ¿no lo declararéis? Desde este momento te hago oír cosas nuevas y ocultas que no conocías.
7 Ahora han sido creadas, y no hace tiempo, y antes de hoy no las habías oído, para que no digas: “He aquí, yo las conocía.”
8 Sí, tú no las oíste, ni nunca las conociste; ciertamente, no habían sido abiertos de antemano tus oídos, porque yo sabía que obrarías con mucha perfidia, y rebelde te han llamado desde el seno materno.
9 Por amor a mi nombre contengo mi ira, y para mi alabanza la reprimo contigo a fin de no destruirte.
10 He aquí, te he purificado, pero no como a plata; te he probado en el crisol de la aflicción.
11 Por amor mío, por amor mío, lo haré, porque ¿cómo podría ser profanado mi nombre? Mi gloria, pues, no la daré a otro.
12 Oyeme, Jacob, Israel a quien llamé: Yo soy, yo soy el primero y también soy el último.
13 Ciertamente mi mano fundó la tierra, y mi diestra extendió los cielos; cuando los llamo, comparecen juntos.
14 Congregaos, todos vosotros, y escuchad. ¿Quién de entre ellos ha declarado estas cosas? El Señor lo ama; él ejecutará su voluntad en Babilonia, y su brazo será contra los caldeos.
15 Yo, yo he hablado, en verdad lo he llamado, lo he traído; y su camino prosperará.
16 Acercaos a mí, escuchad esto: Desde el principio no he hablado en secreto, desde el momento en que sucedió, allí estaba yo. Y ahora me ha enviado el Señor Dios, y su Espíritu.
17 Así dice el Señor, tu Redentor, el Santo de Israel: Yo soy el Señor tu Dios, que te enseña para tu beneficio, que te conduce por el camino en que debes andar.
18 ¡Si tan sólo hubieras atendido a mis mandamientos! Entonces habría sido tu paz como un río, y tu justicia como las olas del mar.
19 Sería como la arena tu descendencia, y tus hijos como sus granos; nunca habría sido cortado ni borrado su nombre de mi presencia.
20 Salid de Babilonia, huid de los caldeos; con voz de júbilo anunciad, proclamad esto, publicadlo hasta los confines de la tierra; decid: El Señor ha redimido a su siervo Jacob.
21 No padecieron sed cuando El los condujo por los desiertos; hizo que brotara agua de la roca para ellos, partió la peña, y las aguas corrieron.
22 No hay paz para los malvados —dice el Señor.
Acompañe la lectura del 166° día ingresando aquí.
[related-content]