Conocer la Biblia es muy importane para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Deuteronomio 29
1 Estas son las palabras del pacto que el Señor mandó a Moisés que hiciera con los hijos de Israel en la tierra de Moab, además del pacto que El había hecho con ellos en Horeb.
2 Y convocó Moisés a todo Israel y les dijo: Habéis visto todo lo que el Señor hizo delante de vuestros ojos en la tierra de Egipto a Faraón, a todos sus siervos y a toda su tierra,
3 las grandes pruebas que vieron vuestros ojos, aquellas grandes señales y maravillas.
4 Pero hasta el día de hoy el Señor no os ha dado corazón para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír.
5 Yo os he conducido durante cuarenta años en el desierto; no se han gastado los vestidos sobre vosotros y no se ha gastado la sandalia en vuestro pie.
6 No habéis comido pan ni habéis bebido vino ni sidra, para que sepáis que yo soy el Señor vuestro Dios.
7 Cuando llegasteis a este lugar, Sehón, rey de Hesbón, y Og, rey de Basán, salieron a nuestro encuentro para pelear, pero los derrotamos;
8 y tomamos su tierra y la dimos en herencia a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés.
9 Guardad, pues, las palabras de este pacto y ponedlas en práctica, para que prosperéis en todo lo que hagáis.
10 Hoy estáis todos vosotros en presencia del Señor vuestro Dios: vuestros jefes, vuestras tribus, vuestros ancianos y vuestros oficiales, todos los hombres de Israel,
11 vuestros pequeños, vuestras mujeres, y el forastero que está dentro de tus campamentos, desde tu leñador hasta el que saca tu agua,
12 para que entres en el pacto con el Señor tu Dios, y en su juramento que el Señor tu Dios hace hoy contigo,
13 a fin de establecerte hoy como su pueblo y que El sea tu Dios, tal como te lo ha dicho y como lo juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob.
14 Y no hago sólo con vosotros este pacto y este juramento,
15 sino también con los que están hoy aquí con nosotros en la presencia del Señor nuestro Dios, y con los que no están hoy aquí con nosotros
16 (pues vosotros sabéis cómo habitamos en la tierra de Egipto y cómo pasamos en medio de las naciones por las cuales habéis pasado,
17 además, habéis visto sus abominaciones y los ídolos de madera y de piedra, de plata y de oro, que tenían con ellos);
18 no sea que haya entre vosotros hombre o mujer, familia o tribu, cuyo corazón se aleje hoy del Señor nuestro Dios para ir y servir a los dioses de aquellas naciones; no sea que haya entre vosotros una raíz que produzca fruto venenoso y ajenjo.
19 Y sucederá que cuando él oiga las palabras de esta maldición, se envanecerá, diciendo: “Tendré paz aunque ande en la terquedad de mi corazón, a fin de destruir la tierra regada junto con la seca.”
20 El Señor jamás querrá perdonarlo, sino que la ira del Señor y su celo arderán contra ese hombre, y toda maldición que está escrita en este libro caerá sobre él, y el Señor borrará su nombre de debajo del cielo.
21 Entonces el Señor lo señalará para adversidad de entre todas las tribus de Israel, según todas las maldiciones del pacto que están escritas en este libro de la ley.
22 Y la generación venidera, vuestros hijos que se levanten después de vosotros y el extranjero que venga de tierra lejana, cuando vean las plagas de la tierra y las enfermedades con las que el Señor la ha afligido, dirán:
23 “Toda su tierra es azufre, sal y calcinación, sin sembrar, nada germina y el pasto no crece en ella, como en la destrucción de Sodoma y Gomorra, de Adma y de Zeboim que el Señor destruyó en su ira y en su furor.”
24 Y dirán todas las naciones: “¿Por qué ha hecho así el Señor a esta tierra? ¿Por qué esta gran explosión de ira?”
25 Y los hombres dirán: “Porque abandonaron el pacto que el Señor, el Dios de sus padres, hizo con ellos cuando los sacó de la tierra de Egipto.
26 “Y ellos fueron y sirvieron a otros dioses y los adoraron, dioses que no habían conocido y los cuales El no les había dado.
27 “Por eso, ardió la ira del Señor contra aquella tierra, para traer sobre ella toda maldición que está escrita en este libro;
28 y el Señor los desarraigó de su tierra con ira, con furor y con gran enojo, y los arrojó a otra tierra, hasta hoy.”
29 Las cosas secretas pertenecen al Señor nuestro Dios, mas las cosas reveladas nos pertenecen a nosotros y a nuestros hijos para siempre, a fin de que guardemos todas las palabras de esta ley.
Salmos 119:49-72
Zain.
49 Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, en la cual me has hecho esperar.
50 Este es mi consuelo en la aflicción: que tu palabra me ha vivificado.
51 Los soberbios me insultaron en gran manera, sin embargo, no me he apartado de tu ley.
52 Me acuerdo de tus ordenanzas antiguas, oh Señor, y me consuelo.
53 Profunda indignación se ha apoderado de mí por causa de los impíos que abandonan tu ley.
54 Cánticos para mí son tus estatutos en la casa de mi peregrinación.
55 Por la noche me acuerdo de tu nombre, oh Señor, y guardo tu ley.
56 Esto se ha hecho parte de mí: guardar tus preceptos.
Jet.
57 El Señor es mi porción; he prometido guardar tus palabras.
58 Supliqué tu favor con todo mi corazón; ten piedad de mí conforme a tu promesa.
59 Consideré mis caminos, y volví mis pasos a tus testimonios.
60 Me apresuré y no me tardé en guardar tus mandamientos.
61 Los lazos de los impíos me han rodeado, mas no me he olvidado de tu ley.
62 A medianoche me levantaré para darte gracias por tus justas ordenanzas.
63 Compañero soy de todos los que te temen, y de los que guardan tus preceptos.
64 La tierra, oh Señor, está llena de tu misericordia; enséñame tus estatutos.
Tet.
65 Bien has obrado con tu siervo, oh Señor, conforme a tu palabra.
66 Enséñame buen juicio y conocimiento, pues creo en tus mandamientos.
67 Antes que fuera afligido, yo me descarrié, mas ahora guardo tu palabra.
68 Bueno eres tú, y bienhechor; enséñame tus estatutos.
69 Los soberbios han forjado mentira contra mí, pero de todo corazón guardaré tus preceptos.
70 Su corazón está cubierto de grasa, pero yo me deleito en tu ley.
71 Bueno es para mí ser afligido, para que aprenda tus estatutos.
72 Mejor es para mí la ley de tu boca que millares de piezas de oro y de plata.
Isaías 56
1 Así dice el Señor: Preservad el derecho y haced justicia, porque mi salvación está para llegar y mi justicia para ser revelada.
2 Cuán bienaventurado es el hombre que hace esto, y el hijo del hombre que a ello se aferra; que guarda el día de reposo sin profanarlo, y guarda su mano de hacer mal alguno.
3 Que el extranjero que se ha allegado al Señor, no diga: Ciertamente el Señor me separará de su pueblo. Ni diga el eunuco: He aquí, soy un árbol seco.
4 Porque así dice el Señor: A los eunucos que guardan mis días de reposo, escogen lo que me agrada y se mantienen firmes en mi pacto,
5 les daré en mi casa y en mis muros un lugar, y un nombre mejor que el de hijos e hijas; les daré nombre eterno que nunca será borrado.
6 Y a los extranjeros que se alleguen al Señor para servirle, y para amar el nombre del Señor, para ser sus siervos, a todos los que guardan el día de reposo sin profanarlo, y se mantienen firmes en mi pacto,
7 yo los traeré a mi santo monte, y los alegraré en mi casa de oración. Sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos.
8 Declara el Señor Dios que reúne a los dispersos de Israel: Todavía les juntaré otros a los ya reunidos.
9 Bestias todas del campo, venid a comer, bestias todas del bosque.
10 Sus centinelas son ciegos, ninguno sabe nada. Todos son perros mudos que no pueden ladrar, soñadores acostados, amigos de dormir;
11 y los perros son voraces, no se sacian. Y ellos son pastores que no saben entender; todos se han apartado por su camino, cada cual, hasta el último, busca su propia ganancia.
12 Venid —dicen— busquemos vino y embriaguémonos de licor; y mañana será como hoy, sólo que mucho mejor.
Acompañe la lectura del 174° día ingresando aquí.
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