Conocer la Biblia es muy importane para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Josué 5
1 Y aconteció que cuando todos los reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán hacia el occidente, y todos los reyes de los cananeos que estaban junto al mar, oyeron cómo el Señor había secado las aguas del Jordán delante de los hijos de Israel hasta que ellos habían pasado, sus corazones se acobardaron, y ya no había aliento en ellos a causa de los hijos de Israel.
2 En aquel tiempo el Señor dijo a Josué: Hazte cuchillos de pedernal y vuelve a circuncidar, por segunda vez, a los hijos de Israel.
3 Y Josué se hizo cuchillos de pedernal y circuncidó a los hijos de Israel en el collado de Aralot.
4 Esta es la razón por la cual Josué los circuncidó: todos los del pueblo que salieron de Egipto que eran varones, todos los hombres de guerra, murieron en el desierto, por el camino, después que salieron de Egipto.
5 Porque todos los del pueblo que salieron fueron circuncidados, pero todos los del pueblo que nacieron en el desierto, por el camino, después de salir de Egipto, no habían sido circuncidados.
6 Pues los hijos de Israel anduvieron por el desierto cuarenta años, hasta que pereció toda la nación, es decir, los hombres de guerra que salieron de Egipto, porque no escucharon la voz del Señor; a ellos el Señor les juró que no les permitiría ver la tierra que el Señor había jurado a sus padres que nos daría, una tierra que mana leche y miel.
7 Y a los hijos de ellos, que El levantó en su lugar, Josué los circuncidó; pues eran incircuncisos, porque no los habían circuncidado en el camino.
8 Y sucedió que cuando terminaron de circuncidar a toda la nación, permanecieron en sus lugares en el campamento hasta que sanaron.
9 Entonces el Señor dijo a Josué: Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto. Por eso aquel lugar se ha llamado Gilgal hasta hoy.
10 Estando los hijos de Israel acampados en Gilgal, celebraron la Pascua en la noche del día catorce del mes en los llanos de Jericó.
11 Y el día después de la Pascua, ese mismo día, comieron del producto de la tierra, panes sin levadura y cereal tostado.
12 Y el maná cesó el día después que habían comido del producto de la tierra, y los hijos de Israel no tuvieron más maná, sino que comieron del producto de la tierra de Canaán durante aquel año.
13 Y sucedió que cuando Josué estaba cerca de Jericó, levantó los ojos y miró, y he aquí, un hombre estaba frente a él con una espada desenvainada en la mano, y Josué fue hacia él y le dijo: ¿Eres de los nuestros o de nuestros enemigos?
14 Y él respondió: No; más bien yo vengo ahora como capitán del ejército del Señor. Y Josué se postró en tierra, le hizo reverencia, y dijo: ¿Qué dice mi señor a su siervo?
15 Entonces el capitán del ejército del Señor dijo a Josué: Quítate las sandalias de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y así lo hizo Josué.
Salmos 132
1 Acuérdate, Señor, de David, de toda su aflicción;
2 de cómo juró al Señor, y prometió al Poderoso de Jacob:
3 Ciertamente no entraré en mi casa, ni en mi lecho me acostaré;
4 no daré sueño a mis ojos, ni a mis párpados adormecimiento,
5 hasta que halle un lugar para el Señor, una morada para el Poderoso de Jacob.
6 He aquí, oímos de ella en Efrata; la hallamos en los campos de Jaar.
7 Entremos a sus moradas; postrémonos ante el estrado de sus pies.
8 Levántate, Señor, al lugar de tu reposo; tú y el arca de tu poder.
9 Vístanse de justicia tus sacerdotes; y canten con gozo tus santos.
10 Por amor a David tu siervo, no hagas volver el rostro de tu ungido.
11 El Señor ha jurado a David una verdad de la cual no se retractará: De tu descendencia pondré sobre tu trono.
12 Si tus hijos guardan mi pacto, y mi testimonio que les enseñaré, sus hijos también ocuparán tu trono para siempre.
13 Porque el Señor ha escogido a Sion; la quiso para su habitación.
14 Este es mi lugar de reposo para siempre; aquí habitaré, porque la he deseado.
15 Su provisión bendeciré en abundancia; de pan saciaré a sus pobres.
16 A sus sacerdotes también vestiré de salvación, y sus santos darán voces de júbilo.
17 Allí haré surgir el poder de David; he preparado una lámpara para mi ungido.
18 A sus enemigos cubriré de vergüenza, mas sobre él resplandecerá su corona.
Salmos 133
1 Mirad cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos habiten juntos en armonía.
2 Es como el óleo precioso sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, que desciende hasta el borde de sus vestiduras.
3 Es como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sion; porque allí mandó el Señor la bendición, la vida para siempre.
Salmos 134
1 He aquí, bendecid al Señor todos los siervos del Señor, los que servís por la noche en la casa del Señor.
2 Alzad vuestras manos al santuario y bendecid al Señor.
3 Desde Sion te bendiga el Señor, que hizo los cielos y la tierra.
Isaías 65
1 Me dejé buscar por los que no preguntaban por mí; me dejé hallar por los que no me buscaban. Dije: “Heme aquí, heme aquí”, a una nación que no invocaba mi nombre.
2 Extendí mis manos todo el día hacia un pueblo rebelde, que anda por el camino que no es bueno, en pos de sus pensamientos;
3 un pueblo que de continuo me provoca en mi propio rostro, sacrificando en huertos y quemando incienso sobre ladrillos;
4 que se sientan entre sepulcros y pasan la noche en lugares secretos; que comen carne de cerdo, y en sus ollas hay caldo de carnes inmundas;
5 que dicen: “Quédate donde estás, no te acerques a mí, porque soy más santo que tú.” Estos son humo en mi nariz, fuego que arde todo el día.
6 He aquí, escrito está delante de mí: no guardaré silencio, sino que les daré su pago, y les recompensaré en su seno,
7 por vuestras iniquidades y por las iniquidades de vuestros padres juntamente —dice el Señor. Porque quemaron incienso en los montes, y en las colinas me injuriaron; por tanto mediré en su seno su obra pasada.
8 Así dice el Señor: Como cuando se encuentra mosto en el racimo y alguien dice: “No lo destruyas, porque en él hay bendición”, así haré yo por mis siervos para no destruirlos a todos.
9 Sacaré de Jacob descendencia y de Judá heredero de mis montes; mis escogidos la heredarán, y mis siervos morarán allí.
10 Sarón será pastizal para ovejas, y el valle de Acor para lugar de descanso de vacas, para mi pueblo que me busca.
11 Pero vosotros que abandonáis al Señor, que olvidáis mi santo monte, que ponéis mesa para la Fortuna, y que preparáis vino mezclado para el Destino,
12 yo os destinaré a la espada, y todos vosotros os encorvaréis para la matanza. Porque llamé, mas no respondisteis, hablé, mas no oísteis; hicisteis lo malo ante mis ojos y escogisteis aquello que no me complacía.
13 Por tanto, así dice el Señor Dios: He aquí, mis siervos comerán, mas vosotros tendréis hambre; he aquí, mis siervos beberán, mas vosotros tendréis sed; he aquí, mis siervos se alegrarán, mas vosotros seréis avergonzados;
14 he aquí, mis siervos darán gritos de júbilo con corazón alegre, mas vosotros clamaréis con corazón triste, y con espíritu quebrantado gemiréis.
15 Y dejaréis vuestro nombre como maldición a mis escogidos; el Señor Dios te matará, pero mis siervos serán llamados por otro nombre.
16 Porque el que es bendecido en la tierra, será bendecido por el Dios de la verdad; y el que jura en la tierra, jurará por el Dios de la verdad; porque han sido olvidadas las angustias primeras, y porque están ocultas a mis ojos.
17 Pues he aquí, yo creo cielos nuevos y una tierra nueva, y no serán recordadas las cosas primeras ni vendrán a la memoria.
18 Pero gozaos y regocijaos para siempre en lo que yo voy a crear; porque he aquí, voy a crear a Jerusalén para regocijo, y a su pueblo para júbilo.
19 Me regocijaré por Jerusalén y me gozaré por mi pueblo; no se oirá más en ella voz de lloro ni voz de clamor.
20 No habrá más allí niño que viva pocos días, ni anciano que no complete sus días; porque el joven morirá a los cien años, y el que no alcance los cien años será considerado maldito.
21 Construirán casas y las habitarán, plantarán también viñas y comerán su fruto.
22 No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque como los días de un árbol, así serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán de la obra de sus manos.
23 No trabajarán en vano, ni darán a luz para desgracia, porque son la simiente de los benditos del Señor, ellos, y sus vástagos con ellos.
24 Y sucederá que antes que ellos clamen, yo responderé; aún estarán hablando, y yo habré oído.
25 El lobo y el cordero pacerán juntos, y el león, como el buey, comerá paja, y para la serpiente el polvo será su alimento. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte —dice el Señor.
Acompañe la lectura del 183° día ingresando aquí.
[related-content]