Conocer la Biblia es muy importane para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Josué 20
1 Y el Señor habló a Josué, diciendo:
2 Habla a los hijos de Israel, y diles: “Designad las ciudades de refugio de las cuales os hablé por medio de Moisés,
3 para que huya allí el homicida que haya matado a cualquier persona sin intención y sin premeditación; ellas os servirán de refugio contra el vengador de la sangre.
4 “Huirá a una de estas ciudades, se presentará a la entrada de la puerta de la ciudad y expondrá su caso a oídos de los ancianos de la ciudad; éstos lo llevarán con ellos dentro de la ciudad y le darán un lugar para que habite en medio de ellos.
5 “Y si el vengador de la sangre lo persigue, ellos no entregarán al homicida en su mano, porque hirió a su prójimo sin premeditación y sin odiarlo de antemano.
6 “Y habitará en esa ciudad hasta que comparezca en juicio delante de la congregación, y hasta la muerte del que sea sumo sacerdote en aquellos días. Entonces el homicida volverá a su ciudad y a su casa, a la ciudad de donde huyó.”
7 Y ellos separaron a Cedes en Galilea, en la región montañosa de Neftalí, y a Siquem en la región montañosa de Efraín, y a Quiriat-arba, es decir, Hebrón, en la región montañosa de Judá.
8 Y más allá del Jordán, al oriente de Jericó, designaron a Beser en el desierto, en la llanura de la tribu de Rubén, a Ramot en Galaad, de la tribu de Gad, y a Golán en Basán, de la tribu de Manasés.
9 Estas fueron las ciudades designadas para todos los hijos de Israel y para el forastero que resida entre ellos, para que cualquiera que hubiera matado a cualquier persona sin intención, pudiera huir allí, y no muriera a mano del vengador de la sangre hasta que hubiera comparecido ante la congregación.
Josué 21
1 Los jefes de las casas de los levitas se acercaron al sacerdote Eleazar, a Josué, hijo de Nun, y a los jefes de las casas de las tribus de los hijos de Israel,
2 y les hablaron en Silo en la tierra de Canaán, diciendo: El Señor ordenó por medio de Moisés que se nos dieran ciudades donde habitar, con sus tierras de pasto para nuestro ganado.
3 Entonces los hijos de Israel dieron de su heredad a los levitas estas ciudades con sus tierras de pasto, de acuerdo al mandato del Señor.
4 Y la suerte cayó en las familias de los coatitas. Y a los hijos del sacerdote Aarón, que eran de los levitas, les tocaron en suerte trece ciudades de la tribu de Judá, de la tribu de Simeón y de la tribu de Benjamín;
5 y al resto de los hijos de Coat les tocaron en suerte diez ciudades de las familias de la tribu de Efraín, de la tribu de Dan y de la media tribu de Manasés.
6 A los hijos de Gersón les tocaron en suerte trece ciudades de las familias de la tribu de Isacar, de la tribu de Aser, de la tribu de Neftalí y de la media tribu de Manasés en Basán.
7 A los hijos de Merari les tocaron, según sus familias, doce ciudades de la tribu de Rubén, de la tribu de Gad y de la tribu de Zabulón.
8 Y los hijos de Israel dieron por suerte a los levitas estas ciudades con sus tierras de pasto, como el Señor había ordenado por medio de Moisés.
9 Les dieron estas ciudades que aquí se mencionan por nombre, de la tribu de los hijos de Judá y de la tribu de los hijos de Simeón;
10 y fueron para los hijos de Aarón, una de las familias de los coatitas, de los hijos de Leví, porque la suerte fue de ellos primero.
11 Les dieron Quiriat-arba, siendo Arba el padre de Anac, es decir, Hebrón, en la región montañosa de Judá, con las tierras de pasto alrededor.
12 Mas los campos de la ciudad y sus aldeas los dieron a Caleb, hijo de Jefone, como propiedad suya.
13 Y a los hijos del sacerdote Aarón les dieron Hebrón, la ciudad de refugio para el homicida, con sus tierras de pasto, Libna con sus tierras de pasto,
14 Jatir con sus tierras de pasto, Estemoa con sus tierras de pasto,
15 Holón con sus tierras de pasto, Debir con sus tierras de pasto,
16 Aín con sus tierras de pasto, Juta con sus tierras de pasto y Bet-semes con sus tierras de pasto; nueve ciudades de estas dos tribus.
17 Y de la tribu de Benjamín, Gabaón con sus tierras de pasto, Geba con sus tierras de pasto,
18 Anatot con sus tierras de pasto y Almón con sus tierras de pasto; cuatro ciudades.
19 Todas las ciudades de los sacerdotes, hijos de Aarón, eran trece ciudades con sus tierras de pasto.
20 Y las ciudades de la tribu de Efraín fueron dadas por suerte a las familias de los hijos de Coat, los levitas, el resto de los hijos de Coat.
21 Y les dieron Siquem, la ciudad de refugio para el homicida, con sus tierras de pasto, en la región montañosa de Efraín y Gezer con sus tierras de pasto,
22 Kibsaim con sus tierras de pasto y Bet-horón con sus tierras de pasto; cuatro ciudades.
23 Y de la tribu de Dan, Elteque con sus tierras de pasto, Gibetón con sus tierras de pasto,
24 Ajalón con sus tierras de pasto y Gat-rimón con sus tierras de pasto; cuatro ciudades.
25 Y de la media tribu de Manasés, les dieron por suertes Taanac con sus tierras de pasto y Gat-rimón con sus tierras de pasto; dos ciudades.
26 Todas las ciudades con sus tierras de pasto para las familias del resto de los hijos de Coat fueron diez.
27 Y para los hijos de Gersón, una de las familias de los levitas, de la media tribu de Manasés, les dieron Golán en Basán, la ciudad de refugio para el homicida, con sus tierras de pasto y Beestera con sus tierras de pasto; dos ciudades.
28 Y de la tribu de Isacar, les dieron Quisión con sus tierras de pasto, Daberat con sus tierras de pasto,
29 Jarmut con sus tierras de pasto y Enganim con sus tierras de pasto; cuatro ciudades.
30 Y de la tribu de Aser, les dieron Miseal con sus tierras de pasto, Abdón con sus tierras de pasto,
31 Helcat con sus tierras de pasto y Rehob con sus tierras de pasto; cuatro ciudades.
32 Y de la tribu de Neftalí, les dieron Cedes en Galilea, la ciudad de refugio para el homicida, con sus tierras de pasto, Hamot-dor con sus tierras de pasto y Cartán con sus tierras de pasto; tres ciudades.
33 Todas las ciudades de los gersonitas, conforme a sus familias, eran trece ciudades con sus tierras de pasto.
34 Y a las familias de los hijos de Merari, el resto de los levitas, les dieron de la tribu de Zabulón, Jocneam con sus tierras de pasto, Carta con sus tierras de pasto,
35 Dimna con sus tierras de pasto y Naalal con sus tierras de pasto; cuatro ciudades.
36 Y de la tribu de Rubén, les dieron Beser con sus tierras de pasto, Jahaza con sus tierras de pasto,
37 Cademot con sus tierras de pasto y Mefaat con sus tierras de pasto; cuatro ciudades.
38 Y de la tribu de Gad, les dieron Ramot en Galaad, la ciudad de refugio para el homicida, con sus tierras de pasto, Mahanaim con sus tierras de pasto,
39 Hesbón con sus tierras de pasto y Jazer con sus tierras de pasto; cuatro ciudades en total.
40 Todas estas fueron las ciudades de los hijos de Merari conforme a sus familias, el resto de las familias de los levitas y su suerte fue doce ciudades.
41 Todas las ciudades de los levitas en medio de la posesión de los hijos de Israel fueron cuarenta y ocho ciudades con sus tierras de pasto.
42 Cada una de estas ciudades tenía sus tierras de pasto alrededor; así fue con todas estas ciudades.
43 De esa manera el Señor dio a Israel toda la tierra que había jurado dar a sus padres, y la poseyeron y habitaron en ella.
44 Y el Señor les dio reposo en derredor, conforme a todo lo que había jurado a sus padres; y ninguno de sus enemigos pudo hacerles frente; el Señor entregó a todos sus enemigos en sus manos.
45 No faltó ni una palabra de las buenas promesas que el Señor había hecho a la casa de Israel; todas se cumplieron.
Hechos 1
1 El primer relato que escribí, Teófilo, trató de todo lo que Jesús comenzó a hacer y a enseñar,
2 hasta el día en que fue recibido arriba, después de que por el Espíritu Santo había dado instrucciones a los apóstoles que había escogido.
3 A éstos también, después de su padecimiento, se presentó vivo con muchas pruebas convincentes, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles de lo concerniente al reino de Dios.
4 Y reuniéndolos, les mandó que no salieran de Jerusalén, sino que esperaran la promesa del Padre: La cual, les dijo, oísteis de mí;
5 pues Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de pocos días.
6 Entonces los que estaban reunidos, le preguntaban, diciendo: Señor, ¿restaurarás en este tiempo el reino a Israel?
7 Y El les dijo: No os corresponde a vosotros saber los tiempos ni las épocas que el Padre ha fijado con su propia autoridad;
8 pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros; y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.
9 Después de haber dicho estas cosas, fue elevado mientras ellos miraban, y una nube le recibió y le ocultó de sus ojos.
10 Y estando mirando fijamente al cielo mientras El ascendía, aconteció que se presentaron junto a ellos dos varones en vestiduras blancas,
11 que les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, vendrá de la misma manera, tal como le habéis visto ir al cielo.
12 Entonces regresaron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos, que está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo.
13 Cuando hubieron entrado en la ciudad, subieron al aposento alto donde estaban hospedados, Pedro, Juan, Jacobo y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, hijo de Jacobo.
14 Todos éstos estaban unánimes, entregados de continuo a la oración junto con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con los hermanos de El.
15 Por aquel tiempo Pedro se puso de pie en medio de los hermanos (un grupo como de ciento veinte personas estaba reunido allí), y dijo:
16 Hermanos, tenía que cumplirse la Escritura en que por boca de David el Espíritu Santo predijo acerca de Judas, el que se hizo guía de los que prendieron a Jesús.
17 Porque era contado entre nosotros y recibió parte en este ministerio.
18 (Este, pues, con el precio de su infamia adquirió un terreno, y cayendo de cabeza se reventó por el medio, y todas sus entrañas se derramaron.
19 Y esto llegó al conocimiento de todos los que habitaban en Jerusalén, de manera que aquel terreno se llamó en su propia lengua Acéldama, es decir, campo de sangre.)
20 Pues en el libro de los Salmos está escrito: Que sea hecha desierta su morada, y no haya quien habite en ella; y: Que otro tome su cargo.
21 Por tanto, es necesario que de los hombres que nos han acompañado todo el tiempo que el Señor Jesús vivió entre nosotros,
22 comenzando desde el bautismo de Juan, hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea constituido testigo con nosotros de su resurrección.
23 Presentaron a dos: a José, llamado Barsabás (al que también llamaban Justo) y a Matías.
24 Y habiendo orado, dijeron: Tú, Señor, que conoces el corazón de todos, muéstranos a cuál de estos dos has escogido
25 para ocupar este ministerio y apostolado, del cual Judas se desvió para irse al lugar que le correspondía.
26 Echaron suertes y la suerte cayó sobre Matías, y fue contado con los once apóstoles.
Jeremías 10
1 Oíd la palabra que el Señor os habla, oh casa de Israel.
2 Así dice el Señor: El camino de las naciones no aprendáis, ni de las señales de los cielos os aterroricéis, aunque las naciones les tengan terror.
3 Porque las costumbres de los pueblos son vanidad; pues un leño del bosque es cortado, lo trabajan las manos de un artífice con la azuela;
4 con plata y oro lo adornan, con clavos y martillos lo aseguran para que no se mueva.
5 Como los espantapájaros de un pepinar, sus ídolos no hablan; tienen que ser transportados, porque no andan. No les tengáis miedo, porque no pueden hacer ningún mal, ni tampoco hacer bien alguno.
6 No hay nadie como tú, oh Señor; grande eres tú, y grande es tu nombre en poderío.
7 ¿Quién no te temerá, oh Rey de las naciones? Porque esto se te debe. Porque entre todos los sabios de las naciones, y en todos sus reinos, no hay nadie como tú.
8 Mas ellos a una son torpes y necios en su enseñanza de vanidades, pues su ídolo es un leño.
9 Plata laminada es traída de Tarsis y oro de Ufaz, obra de un artífice y de manos de un orfebre; su vestido es de violeta y púrpura; todo ello obra de peritos.
10 Pero el Señor es el Dios verdadero; El es el Dios vivo y el Rey eterno. Ante su enojo tiembla la tierra, y las naciones son impotentes ante su indignación.
11 Así les diréis: Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, perecerán de la tierra y de debajo de los cielos.
12 El es el que hizo la tierra con su poder, el que estableció el mundo con su sabiduría, y con su inteligencia extendió los cielos.
13 Cuando El emite su voz, hay estruendo de aguas en los cielos; El hace subir las nubes desde los extremos de la tierra, hace los relámpagos para la lluvia y saca el viento de sus depósitos.
14 Todo hombre es torpe, falto de conocimiento; todo orfebre se avergüenza de su ídolo; porque engañosas son sus imágenes fundidas, y no hay aliento en ellas.
15 Vanidad son, obra ridícula, en el tiempo de su castigo perecerán.
16 No es como ésta la porción de Jacob; porque El es el Hacedor de todo, e Israel es la tribu de su heredad; el Señor de los ejércitos es su nombre.
17 Recoge del suelo tus pertenencias, tú que moras sitiada.
18 Porque así dice el Señor: He aquí, en esta ocasión, tiro con honda a los habitantes de la tierra, y los afligiré para que me puedan hallar.
19 ¡Ay de mí, por mi quebranto! Mi herida es incurable. Mas yo me dije: De cierto esta es una enfermedad, y debo soportarla.
20 Mi tienda está destruida, y todas mis cuerdas rotas; mis hijos me han abandonado y no queda ninguno. No hay quien plante de nuevo mi tienda ni coloque mis cortinas.
21 Porque los pastores se han entorpecido y no han buscado al Señor; por tanto, no prosperaron, y todo su rebaño se ha dispersado.
22 ¡Se oye un rumor! He aquí, viene una gran conmoción desde la tierra del norte, para convertir las ciudades de Judá en desolación, en guarida de chacales.
23 Yo sé, oh Señor, que no depende del hombre su camino, ni de quien anda el dirigir sus pasos.
24 Repréndeme, oh Señor, pero con justicia, no con tu ira, no sea que me reduzcas a nada.
25 Derrama furor sobre las naciones que no te conocen, y sobre los linajes que no invocan tu nombre; porque han devorado a Jacob, lo han devorado y lo han consumido, y han asolado su morada.
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