Conocer la Biblia es muy importane para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Josué 22
1 Entonces Josué llamó a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés,
2 y les dijo: Habéis guardado todo lo que Moisés, siervo del Señor, os mandó, y habéis escuchado mi voz en todo lo que os mandé.
3 Hasta el día de hoy no habéis abandonado a vuestros hermanos durante este largo tiempo, sino que habéis cuidado de guardar el mandamiento del Señor vuestro Dios.
4 Y ahora, el Señor vuestro Dios ha dado descanso a vuestros hermanos, como El les había dicho; volved, pues, e id a vuestras tiendas, a la tierra de vuestra posesión que Moisés, siervo del Señor, os dio al otro lado del Jordán.
5 Solamente guardad cuidadosamente el mandamiento y la ley que Moisés, siervo del Señor, os mandó, de amar al Señor vuestro Dios, andar en todos sus caminos, guardar sus mandamientos y de allegarse a El y servirle con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma.
6 Y Josué los bendijo y los despidió, y se fueron a sus tiendas.
7 Moisés había dado a la media tribu de Manasés una posesión en Basán, pero a la otra media tribu Josué dio una posesión entre sus hermanos hacia el occidente, al otro lado del Jordán. Y cuando Josué los mandó a sus tiendas, los bendijo,
8 y les dijo: Volved a vuestras tiendas con grandes riquezas, con mucho ganado, con plata, oro, bronce, hierro y con muchos vestidos; repartid con vuestros hermanos el botín de vuestros enemigos.
9 Y los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés, volvieron y se separaron de los hijos de Israel en Silo, que está en la tierra de Canaán, para ir a la tierra de Galaad, a la tierra de su posesión la cual ellos habían poseído, conforme al mandato del Señor por medio de Moisés.
10 Y cuando llegaron a la región del Jordán que está en la tierra de Canaán, los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés, edificaron allí un altar junto al Jordán, un altar de aspecto grande.
11 Y los hijos de Israel oyeron decir: He aquí, los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés han edificado un altar en el límite de la tierra de Canaán, en la región del Jordán, en el lado que pertenece a los hijos de Israel.
12 Al oír esto los hijos de Israel, toda la congregación de los hijos de Israel se reunió en Silo para subir a pelear contra ellos.
13 Entonces los hijos de Israel enviaron a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad y a la media tribu de Manasés, en la tierra de Galaad, a Finees, hijo del sacerdote Eleazar,
14 y con él a diez jefes, un jefe por cada casa paterna de cada tribu de Israel; cada uno de ellos era cabeza de la casa de sus padres entre los millares de Israel.
15 Y vinieron a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad y a la media tribu de Manasés, a la tierra de Galaad, y les hablaron, diciendo:
16 Así dice toda la congregación del Señor: “¿Qué infidelidad es ésta que habéis cometido contra el Dios de Israel, apartándoos hoy de seguir al Señor, edificándoos un altar, y rebelándoos hoy contra el Señor?
17 “¿No nos es suficiente la iniquidad de Peor, de la cual no nos hemos limpiado hasta hoy, a pesar de que vino una plaga sobre la congregación del Señor,
18 para que también vosotros os apartéis hoy de seguir al Señor? Y sucederá que si hoy os rebeláis contra el Señor, mañana El se enojará con toda la congregación de Israel.
19 “Mas si la tierra de vuestra posesión es inmunda, entonces pasad a la tierra de la posesión del Señor, donde está el tabernáculo del Señor, y tomad posesión entre nosotros. Pero no os rebeléis contra el Señor, ni os rebeléis contra nosotros edificándoos un altar aparte del altar del Señor nuestro Dios.
20 “¿No fue infiel Acán, hijo de Zera, en cuanto al anatema, y vino la ira sobre toda la congregación de Israel? Y aquel hombre no pereció solo en su iniquidad.”
21 Entonces los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés respondieron, y dijeron a las cabezas de las familias de Israel:
22 ¡El Poderoso Dios, el Señor, el Poderoso Dios, el Señor! El lo sabe; que Israel mismo lo sepa. Si fue rebelión, o una infidelidad contra el Señor, que no nos salve hoy.
23 Si nos hemos edificado un altar para apartarnos de seguir al Señor, o para ofrecer holocausto u ofrenda de cereal sobre él, o para ofrecer en él sacrificios de ofrendas de paz, que el Señor mismo nos lo demande.
24 En verdad, hemos hecho esto más bien por temor, diciendo: “El día de mañana vuestros hijos pudieran decir a nuestros hijos: ‘¿Qué tenéis que ver vosotros con el Señor, Dios de Israel?
25 ‘Porque el Señor ha puesto el Jordán por límite entre nosotros y vosotros, hijos de Rubén e hijos de Gad; vosotros no tenéis parte con el Señor.’ Así vuestros hijos podrían hacer que nuestros hijos dejaran de temer al Señor.”
26 Por tanto, dijimos: “Construyamos ahora un altar, no para holocaustos ni para sacrificios,
27 sino para que sea testigo entre nosotros y vosotros, y entre nuestras generaciones después de nosotros, que hemos de cumplir el servicio del Señor delante de El con nuestros holocaustos, con nuestros sacrificios y con nuestras ofrendas de paz, para que en el día de mañana vuestros hijos no digan a nuestros hijos: ‘No tenéis porción en el Señor.’”
28 Nosotros, pues, dijimos: “Sucederá el día de mañana, que si nos dicen esto a nosotros o a nuestras generaciones, entonces diremos: ‘Ved la réplica del altar del Señor que nuestros padres edificaron, no para holocaustos ni para sacrificios, sino más bien como testigo entre nosotros y vosotros.’”
29 Lejos esté de nosotros que nos rebelemos contra el Señor y nos apartemos de seguir hoy al Señor, construyendo un altar para holocaustos, para ofrenda de cereal o para sacrificios, aparte del altar del Señor nuestro Dios que está frente a su tabernáculo.
30 Y cuando el sacerdote Finees y los principales de la congregación, es decir, las cabezas de las familias de Israel que estaban con él, oyeron las palabras que dijeron los hijos de Rubén, los hijos de Gad y los hijos de Manasés, les pareció bien.
31 Y Finees, hijo del sacerdote Eleazar, dijo a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad y a los hijos de Manasés: Hoy sabemos que el Señor está en medio de nosotros, porque no habéis cometido esta infidelidad contra el Señor; ahora habéis librado a los hijos de Israel de la mano del Señor.
32 Entonces Finees, hijo del sacerdote Eleazar, y los jefes, dejaron a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad, y regresaron de la tierra de Galaad a la tierra de Canaán, a los hijos de Israel, y les dieron respuesta.
33 Y la respuesta agradó a los hijos de Israel; y los hijos de Israel bendijeron a Dios, y no hablaron más de subir a pelear contra ellos para destruir la tierra en que habitaban los hijos de Rubén y los hijos de Gad.
34 Y los hijos de Rubén y los hijos de Gad llamaron al altar Testigo; pues dijeron: Es testigo entre nosotros de que el Señor es Dios.
Hechos 2
1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en un mismo lugar.
2 De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso que llenó toda la casa donde estaban sentados,
3 y se les aparecieron lenguas como de fuego que, repartiéndose, se posaron sobre cada uno de ellos.
4 Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba habilidad para expresarse.
5 Y había judíos que moraban en Jerusalén, hombres piadosos, procedentes de todas las naciones bajo el cielo.
6 Y al ocurrir este estruendo, la multitud se juntó; y estaban desconcertados porque cada uno los oía hablar en su propia lengua.
7 Y estaban asombrados y se maravillaban, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que están hablando?
8 ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua en la que hemos nacido?
9 Partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, de Judea y de Capadocia, del Ponto y de Asia,
10 de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia alrededor de Cirene, viajeros de Roma, tanto judíos como prosélitos,
11 cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestros idiomas de las maravillas de Dios.
12 Todos estaban asombrados y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto?
13 Pero otros se burlaban y decían: Están borrachos.
14 Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les declaró: Varones judíos y todos los que vivís en Jerusalén, sea esto de vuestro conocimiento y prestad atención a mis palabras,
15 porque éstos no están borrachos como vosotros suponéis, pues apenas es la hora tercera del día;
16 sino que esto es lo que fue dicho por medio del profeta Joel:
17 Y sucedera en los ultimos dias —dice Dios— que derramare de mi Espiritu sobre toda carne; y vuestros hijos y vuestras hijas profetizaran, vuestros jovenes veran visiones, y vuestros ancianos soñaran sueños;
18 y aun sobre mis siervos y sobre mis siervas derramare de mi Espiritu en esos dias, y profetizarán.
19 Y mostrare prodigios arriba en el cielo y señales abajo en la tierra: sangre, fuego y columna de humo.
20 El sol se convertira en tinieblas y la luna en sangre, antes que venga el dia grande y glorioso del Señor.
21 Y sucedera que todo aquel que invoque el nombre del Señor sera salvo.
22 Varones israelitas, escuchad estas palabras: Jesús el Nazareno, varón confirmado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo en medio vuestro a través de El, tal como vosotros mismos sabéis,
23 a éste, entregado por el plan predeterminado y el previo conocimiento de Dios, clavasteis en una cruz por manos de impíos y le matasteis,
24 a quien Dios resucitó, poniendo fin a la agonía de la muerte, puesto que no era posible que El quedara bajo el dominio de ella.
25 Porque David dice de El: Veia siempre al Señor en mi presencia; pues esta a mi diestra para que yo no sea conmovido.
26 Por lo cual mi corazon se alegro y mi lengua se regocijo; y aun hasta mi carne descansara en esperanza;
27 pues tu no abandonaras mi alma en el Hades, ni permitiras que tu Santo vea corrupcion.
28 Me has hecho conocer los caminos de la vida; me llenaras de gozo con tu presencia.
29 Hermanos, del patriarca David os puedo decir confiadamente que murió y fue sepultado, y su sepulcro está entre nosotros hasta el día de hoy.
30 Pero siendo profeta, y sabiendo que Dios le habia jurado sentar a uno de sus descendientes en su trono,
31 miró hacia el futuro y habló de la resurrección de Cristo, que no fue abandonado en el Hades, ni su carne sufrio corrupcion.
32 A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.
33 Así que, exaltado a la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.
34 Porque David no ascendió a los cielos, pero él mismo dice: Dijo el Señor a mi Señor: “Sientate a mi diestra,
35 hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.”
36 Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.
37 Al oír esto, compungidos de corazón, dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: Hermanos, ¿qué haremos?
38 Y Pedro les dijo: Arrepentíos y sed bautizados cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo.
39 Porque la promesa es para vosotros y para vuestros hijos y para todos los que están lejos, para tantos como el Señor nuestro Dios llame.
40 Y con muchas otras palabras testificaba solemnemente y les exhortaba diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
41 Entonces los que habían recibido su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil almas.
42 Y se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión, al partimiento del pan y a la oración.
43 Sobrevino temor a toda persona; y muchos prodigios y señales eran hechas por los apóstoles.
44 Todos los que habían creído estaban juntos y tenían todas las cosas en común;
45 vendían todas sus propiedades y sus bienes y los compartían con todos, según la necesidad de cada uno.
46 Día tras día continuaban unánimes en el templo y partiendo el pan en los hogares, comían juntos con alegría y sencillez de corazón,
47 alabando a Dios y hallando favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día al número de ellos los que iban siendo salvos.
Jeremías 11
1 La palabra que vino a Jeremías de parte del Señor, diciendo:
2 Oíd las palabras de este pacto, y decidlas a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén.
3 Les diréis: “Así dice el Señor, Dios de Israel: ‘Maldito el hombre que no obedezca las palabras de este pacto
4 que mandé a vuestros padres el día que los saqué de la tierra de Egipto, del horno de hierro, diciéndoles: “Escuchad mi voz, y haced conforme a todo lo que yo os mando; y vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios”,
5 para confirmar el juramento que juré a vuestros padres, de darles una tierra que mana leche y miel, como lo es hoy.’” Entonces respondí y dije: Amén, Señor.
6 Y el Señor me dijo: Proclama todas estas palabras en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, diciendo: “Oíd las palabras de este pacto y cumplidlas.
7 “Porque bien advertí a vuestros padres el día que los hice subir de la tierra de Egipto, y hasta hoy los he amonestado con insistencia, diciéndoles: ‘Escuchad mi voz.’
8 “Pero no escucharon ni inclinaron su oído, sino que cada cual anduvo en la terquedad de su malvado corazón. Por tanto, hice caer sobre ellos todas las palabras de este pacto, que yo les mandé cumplir y no lo cumplieron.”
9 Entonces el Señor me dijo: Se ha descubierto una conspiración entre los hombres de Judá y entre los habitantes de Jerusalén.
10 Se han vuelto a las iniquidades de sus antepasados, los cuales rehusaron escuchar mis palabras, y se han ido tras otros dioses para servirlos. La casa de Israel y la casa de Judá han violado mi pacto, el cual hice con sus padres.
11 Por tanto, así dice el Señor: He aquí, traigo sobre ellos una calamidad de la que no podrán escapar; aunque clamen a mí, no los escucharé.
12 Entonces irán las ciudades de Judá y los habitantes de Jerusalén, y clamarán a los dioses a quienes queman incienso, pero ellos ciertamente no podrán salvarlos en la hora de su aflicción.
13 Porque según el número de tus ciudades son tus dioses, oh Judá, y según el número de las calles de Jerusalén, son los altares que has levantado a lo vergonzoso, altares para quemar incienso a Baal.
14 Pero tú no ruegues por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni oración; porque no escucharé cuando clamen a mí a causa de su aflicción.
15 ¿Qué derecho tiene mi amada en mi casa cuando ha hecho tantas vilezas? ¿Puede la carne consagrada quitar de ti tu calamidad para que puedas regocijarte?
16 Olivo frondoso, hermoso en fruto y forma, te puso por nombre el Señor. Con ruido de un gran estrépito ha prendido fuego en él, y sus ramas son inservibles.
17 El Señor de los ejércitos, que te plantó, ha decretado una calamidad contra ti a causa de la maldad que la casa de Israel y la casa de Judá han hecho, provocándome al ofrecer sacrificios a Baal.
18 El Señor me lo hizo saber y lo comprendí. Entonces me hiciste ver sus obras.
19 Pero yo era como un cordero manso llevado al matadero, y no sabía que tramaban intrigas contra mí, diciendo: Destruyamos el árbol con su fruto, y cortémoslo de la tierra de los vivientes, para que no se recuerde más su nombre.
20 Mas, oh Señor de los ejércitos, que juzgas rectamente, que examinas los sentimientos y el corazón, vea yo tu venganza contra ellos, porque a ti he expuesto mi causa.
21 Por tanto, así dice el Señor en cuanto a los hombres de Anatot que buscan tu vida, diciendo: No profetices en el nombre del Señor, para que no mueras a manos nuestras;
22 así, pues, dice el Señor de los ejércitos: He aquí, voy a castigarlos. Los jóvenes morirán a espada, sus hijos e hijas morirán de hambre,
23 y no quedará de ellos remanente, porque traeré una calamidad sobre los hombres de Anatot, el año de su castigo.
Acompañe la lectura del 195° día ingresando aquí.
[related-content]