Conocer la Biblia es muy importane para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Jueces 7
1 Entonces se levantó temprano Jerobaal, es decir Gedeón, y todo el pueblo que estaba con él, y acamparon junto a la fuente de Harod; y el campamento de Madián estaba al norte de ellos, cerca de la colina de More, en el valle.
2 Y el Señor dijo a Gedeón: El pueblo que está contigo es demasiado numeroso para que yo entregue a Madián en sus manos; no sea que Israel se vuelva orgulloso, diciendo: “Mi propia fortaleza me ha librado.”
3 Ahora pues, proclama a oídos del pueblo, diciendo: “Cualquiera que tenga miedo y tiemble, que regrese y parta del monte Galaad.” Y veintidós mil personas regresaron, pero quedaron diez mil.
4 Y el Señor dijo a Gedeón: Todavía el pueblo es demasiado numeroso; hazlos bajar al agua y allí te los probaré. Y será que de quien yo te diga: “Este irá contigo”, ése irá contigo; pero todo aquel de quien yo te diga: “Este no irá contigo”, ése no irá.
5 E hizo bajar el pueblo al agua. Y el Señor dijo a Gedeón: Pondrás a un lado a todo aquel que lamiere el agua con su lengua, como lame el perro, y a todo el que se arrodille para beber.
6 Y fue el número de los que lamieron, poniendo la mano a su boca, trescientos hombres; pero todo el resto del pueblo se arrodilló para beber.
7 Entonces el Señor dijo a Gedeón: Os salvaré con los trescientos hombres que lamieron el agua y entregaré a los madianitas en tus manos. Que todos los demás del pueblo se vayan, cada uno a su casa.
8 Y los trescientos hombres tomaron en sus manos las provisiones del pueblo y sus trompetas. Y Gedeón envió a todos los demás hombres de Israel, cada uno a su tienda, pero retuvo a los trescientos hombres. El campamento de Madián le quedaba abajo en el valle.
9 Y aconteció que aquella misma noche, el Señor le dijo a Gedeón: Levántate, desciende contra el campamento porque lo he entregado en tus manos.
10 Pero si tienes temor de descender, baja al campamento con tu criado Fura,
11 y oirás lo que dicen. Entonces tus manos serán fortalecidas para descender contra el campamento. Y descendió con su criado Fura hasta los puestos avanzados del ejército que estaban en el campamento.
12 Y los madianitas, los amalecitas y todos los hijos del oriente estaban tendidos en el valle, numerosos como langostas; y sus camellos eran muchos, innumerables, como la arena que está a la orilla del mar.
13 Cuando llegó Gedeón, he aquí que un hombre estaba contando un sueño a su amigo, y decía: He aquí, tuve un sueño; un pan de cebada iba rodando hasta el campamento de Madián, y llegó hasta la tienda y la golpeó de manera que cayó, y la volcó de arriba abajo y la tienda quedó extendida.
14 Respondió su amigo, y dijo: Esto no es otra cosa que la espada de Gedeón, hijo de Joás, varón de Israel; Dios ha entregado en su mano a Madián y a todo el campamento.
15 Cuando Gedeón oyó el relato del sueño y su interpretación, se inclinó y adoró. Volvió al campamento de Israel, y dijo: Levantaos, porque el Señor ha entregado en vuestras manos el campamento de Madián.
16 Y dividió los trescientos hombres en tres compañías, y puso trompetas y cántaros vacíos en las manos de todos ellos, con antorchas dentro de los cántaros.
17 Y les dijo: Miradme, y haced lo mismo que yo. Y he aquí, cuando yo llegue a las afueras del campamento, como yo haga, así haréis vosotros.
18 Cuando yo y todos los que estén conmigo toquemos la trompeta, entonces también vosotros tocaréis las trompetas alrededor de todo el campamento, y decid: “Por el Señor y por Gedeón.”
19 Y llegó Gedeón con los cien hombres que estaban con él a las afueras del campamento, al principio de la guardia de medianoche, cuando apenas habían apostado la guardia; tocaron las trompetas y rompieron los cántaros que tenían en las manos.
20 Cuando las tres compañías tocaron las trompetas, rompieron los cántaros, y sosteniendo las antorchas en la mano izquierda y las trompetas en la mano derecha para tocarlas, gritaron: ¡La espada del Señor y de Gedeón!
21 Cada uno se mantuvo en su lugar alrededor del campamento; y todo el ejército echó a correr gritando mientras huían.
22 Cuando tocaron las trescientas trompetas, el Señor puso la espada del uno contra el otro por todo el campamento; y el ejército huyó hasta Bet-sita, en dirección de Zerera, hasta la orilla de Abel-mehola, junto a Tabat.
23 Y los hombres de Israel se reunieron, de Neftalí, de Aser y de todo Manasés, y persiguieron a los madianitas.
24 Y Gedeón envió mensajeros por toda la región montañosa de Efraín, diciendo: Descended contra Madián y tomad antes que ellos los vados, hasta Bet-bara y el Jordán. Y todos los hombres de Efraín se reunieron y tomaron los vados hasta Bet-bara y el Jordán.
25 Y capturaron a los dos jefes de Madián, Oreb y Zeeb; mataron a Oreb en la peña de Oreb y mataron a Zeeb en el lagar de Zeeb, cuando perseguían a Madián. Y trajeron a Gedeón las cabezas de Oreb y Zeeb del otro lado del Jordán.
Hechos 11
1 Los apóstoles y los hermanos que estaban por toda Judea oyeron que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios.
2 Y cuando Pedro subió a Jerusalén, los que eran de la circuncisión le reprocharon,
3 diciendo: Tú entraste en casa de incircuncisos y comiste con ellos.
4 Entonces Pedro comenzó a explicarles en orden lo sucedido, diciendo:
5 Estaba yo en la ciudad de Jope orando, y vi en éxtasis una visión: un objeto semejante a un gran lienzo que descendía, bajado del cielo por las cuatro puntas, y vino hasta mí.
6 Cuando fijé mis ojos en él y lo observaba, vi cuadrúpedos terrestres, fieras, reptiles y aves del cielo.
7 También oí una voz que me decía: “Levántate Pedro, mata y come.”
8 Pero yo dije: “De ninguna manera, Señor, porque nada impuro o inmundo ha entrado jamás en mi boca.”
9 Pero una voz del cielo respondió por segunda vez: “Lo que Dios ha limpiado, no lo llames tú impuro.”
10 Esto sucedió tres veces, y todo volvió a ser llevado arriba al cielo.
11 Y he aquí, en aquel momento se aparecieron tres hombres delante de la casa donde estábamos, los cuales habían sido enviados a mí desde Cesarea.
12 Y el Espíritu me dijo que fuera con ellos sin dudar. Estos seis hermanos fueron también conmigo y entramos en la casa de aquel hombre,
13 y él nos contó cómo había visto al ángel de pie en su casa, el cual le dijo: “Envía a Jope y haz traer a Simón, que también se llama Pedro,
14 quien te dirá palabras por las cuales serás salvo, tú y toda tu casa.”
15 Cuando comencé a hablar, el Espíritu Santo descendió sobre ellos, tal como lo hizo sobre nosotros al principio.
16 Entonces me acordé de las palabras del Señor, cuando dijo: “Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo.”
17 Por tanto, si Dios les dio a ellos el mismo don que también nos dio a nosotros después de creer en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para poder estorbar a Dios?
18 Y al oír esto se calmaron, y glorificaron a Dios, diciendo: Así que también a los gentiles ha concedido Dios el arrepentimiento que conduce a la vida.
19 Ahora bien, los que habían sido esparcidos a causa de la persecución que sobrevino cuando la muerte de Esteban, llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, no hablando la palabra a nadie, sino sólo a los judíos.
20 Pero había algunos de ellos, hombres de Chipre y de Cirene, los cuales al llegar a Antioquía, hablaban también a los griegos, predicando al Señor Jesús.
21 Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número que creyó se convirtió al Señor.
22 Y la noticia de esto llegó a oídos de la iglesia de Jerusalén y enviaron a Bernabé a Antioquía,
23 el cual, cuando vino y vio la gracia de Dios, se regocijó y animaba a todos para que con corazón firme permanecieran fieles al Señor;
24 porque era un hombre bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe. Y una gran multitud fue agregada al Señor.
25 Y Bernabé salió rumbo a Tarso para buscar a Saulo;
26 y cuando lo encontró, lo trajo a Antioquía. Y se reunieron con la iglesia por todo un año, y enseñaban a las multitudes; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía.
27 Por aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía.
28 Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que ciertamente habría una gran hambre en toda la tierra. Y esto ocurrió durante el reinado de Claudio.
29 Los discípulos, conforme a lo que cada uno tenía, determinaron enviar una contribución para el socorro de los hermanos que habitaban en Judea.
30 Y así lo hicieron, mandándola a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo.
Jeremías 20
1 Cuando el sacerdote Pasur, hijo de Imer, que era el oficial principal en la casa del Señor, oyó a Jeremías profetizar estas cosas,
2 hizo azotar al profeta Jeremías y lo puso en el cepo que estaba en la puerta superior de Benjamín, la cual conducía a la casa del Señor.
3 Y al día siguiente, cuando Pasur soltó a Jeremías del cepo, Jeremías le dijo: No es Pasur el nombre con que el Señor ahora te llama, sino Magor-misabib.
4 Porque así dice el Señor: “He aquí, te voy a convertir en terror para ti mismo y para todos tus amigos; ellos caerán por la espada de tus enemigos, y tus ojos lo verán. Entregaré a todo Judá en manos del rey de Babilonia, y él los llevará como desterrados a Babilonia y los matará a espada.
5 “También entregaré toda la riqueza de esta ciudad, todos sus productos y cosas de gran valor, y todos los tesoros de los reyes de Judá, en manos de sus enemigos, que los saquearán, los tomarán y se los llevarán a Babilonia.
6 “Y tú, Pasur, con todos los moradores de tu casa, irás al cautiverio y entrarás en Babilonia; allí morirás y allí serás enterrado, tú y todos tus amigos a quienes has profetizado falsamente.”
7 Me persuadiste, oh Señor, y quedé persuadido; fuiste más fuerte que yo y prevaleciste. He sido el hazmerreír cada día; todos se burlan de mí.
8 Porque cada vez que hablo, grito; proclamo: ¡Violencia, destrucción! Pues la palabra del Señor ha venido a ser para mí oprobio y escarnio cada día.
9 Pero si digo: No le recordaré ni hablaré más en su nombre, esto se convierte dentro de mí como fuego ardiente encerrado en mis huesos; hago esfuerzos por contenerlo, y no puedo.
10 Porque he oído las murmuraciones de muchos: ¡Terror por todas partes! ¡Denunciadle, denunciémosle! Todos mis amigos de confianza, esperando mi caída, dicen: Tal vez será persuadido, prevaleceremos contra él y tomaremos de él nuestra venganza.
11 Pero el Señor está conmigo como campeón temible; por tanto, mis perseguidores tropezarán y no prevalecerán. Quedarán muy avergonzados, pues no han triunfado, tendrán afrenta perpetua que nunca será olvidada.
12 Oh Señor de los ejércitos, que pruebas al justo, que ves las entrañas y el corazón, vea yo tu venganza sobre ellos, pues a ti he encomendado mi causa.
13 Cantad al Señor, alabad al Señor, porque ha librado el alma del pobre de manos de los malvados.
14 Maldito el día en que nací; el día en que me dio a luz mi madre no sea bendito.
15 Maldito el hombre que dio la noticia a mi padre, diciendo: ¡Te ha nacido un hijo varón!, haciéndolo muy feliz.
16 Sea ese hombre como las ciudades que el Señor destruyó sin piedad; oiga gritos de mañana y alaridos al mediodía,
17 porque no me mató en el vientre para que mi madre hubiera sido mi sepultura, y su vientre embarazado para siempre.
18 ¿Por qué salí del vientre para ver pena y aflicción, y que acaben en vergüenza mis días?
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