Conocer la Biblia es muy importane para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
1° Reyes 7
1 Salomón edificó su propia casa, y en trece años la terminó toda.
2 Edificó la casa del bosque del Líbano, de cien codos de largo, cincuenta codos de ancho y treinta codos de alto, sobre cuatro hileras de columnas de cedro con vigas de cedro sobre las columnas.
3 Estaba cubierta de cedro sobre las cámaras laterales que estaban sobre las cuarenta y cinco columnas, quince en cada hilera.
4 Y había tres hileras de ventanas con celosías, una ventana frente a la otra en tres filas.
5 Todas las puertas y los postes tenían marcos cuadrados, una ventana frente a la otra en tres filas.
6 Hizo el pórtico de las columnas de cincuenta codos de largo y treinta codos de ancho, y había otro pórtico delante de ellas, con columnas y un umbral delante de ellas.
7 También hizo el pórtico del trono donde había de juzgar, el pórtico del juicio, y fue cubierto de cedro desde el suelo hasta el techo.
8 Y la casa donde él había de morar, en otro atrio dentro del pórtico, era de la misma hechura. Hizo también una casa como este pórtico para la hija de Faraón que Salomón había tomado por mujer.
9 Todas estas obras eran de piedras valiosas, cortadas a la medida, cortadas con sierras por dentro y por fuera, desde el cimiento hasta la cornisa, y por fuera hasta el gran atrio.
10 El cimiento era de piedras valiosas, piedras grandes, piedras de diez codos y piedras de ocho codos.
11 Y más arriba había piedras valiosas, cortadas a la medida, y cedro.
12 El gran atrio tenía en derredor tres hileras de piedras talladas y una hilera de vigas de cedro, igual que el atrio interior de la casa del Señor y el pórtico de la casa.
13 Y el rey Salomón envió a buscar a Hiram de Tiro.
14 Este era hijo de una viuda de la tribu de Neftalí, y su padre era un hombre de Tiro, artífice en bronce; estaba lleno de sabiduría, inteligencia y pericia para hacer cualquier obra en bronce. Y él vino al rey Salomón e hizo toda su obra.
15 Fundió las dos columnas de bronce; la altura de una columna era de dieciocho codos, y un cordel de doce codos medía la circunferencia de las dos.
16 Hizo también dos capiteles de bronce fundido para colocarlos en las cabezas de las columnas; la altura de un capitel era de cinco codos y la del otro capitel era de cinco codos.
17 Había redes de obra de malla y trenzas de obra de cadenilla para los capiteles que estaban en la cima de las columnas; siete para un capitel y siete para el otro capitel.
18 Así hizo las columnas y dos hileras alrededor de la malla que cubría los capiteles que estaban sobre las granadas; y así hizo para el otro capitel.
19 Los capiteles que estaban en las cabezas de las columnas del pórtico tenían forma de lirios, y medían cuatro codos.
20 Y había también capiteles sobre las dos columnas, junto a la protuberancia que estaba al lado de la malla; y había doscientas granadas en hileras alrededor de los dos capiteles.
21 Erigió, pues, las columnas en el pórtico de la nave; erigió la columna derecha y la llamó Jaquín, y erigió la columna izquierda y la llamó Boaz.
22 Y en lo alto de las columnas había lirios tallados. Así fue terminada la obra de las columnas.
23 Hizo asimismo el mar de metal fundido de diez codos de borde a borde, en forma circular; su altura era de cinco codos, y tenía treinta codos de circunferencia.
24 Y debajo del borde había calabazas alrededor, diez en cada codo, rodeando por completo el mar; las calabazas estaban en dos hileras, fundidas en una sola pieza.
25 El mar descansaba sobre doce bueyes; tres mirando al norte, tres mirando al occidente, tres mirando al sur y tres mirando al oriente; el mar descansaba sobre ellos y todas sus ancas estaban hacia adentro.
26 El grueso era de un palmo, y el borde estaba hecho como el borde de un cáliz, como una flor de lirio; y tenía capacidad para dos mil batos.
27 Entonces hizo las diez basas de bronce; la longitud de cada basa era de cuatro codos, su anchura de cuatro codos y su altura de tres codos.
28 El diseño de las basas era éste: tenían bordes y los bordes estaban entre las molduras,
29 y en los bordes que estaban entre las molduras había leones, bueyes y querubines; y en las molduras había un pedestal arriba, y debajo de los leones y bueyes había guirnaldas a bajo relieve.
30 Cada basa tenía cuatro ruedas de bronce, con ejes de bronce, y sus cuatro patas tenían soportes; debajo de la pila había soportes fundidos con guirnaldas a cada lado.
31 La boca de la pila dentro de la corona en la parte superior medía un codo, y su boca era redonda como el diseño de un pedestal, de un codo y medio; también en su boca había entalladuras, y sus bordes eran cuadrados, no redondos.
32 Las cuatro ruedas estaban debajo de los bordes, y los ejes de las ruedas estaban en la basa. La altura de una rueda era de un codo y medio.
33 La hechura de las ruedas era como la hechura de una rueda de carro. Sus ejes, sus aros, sus rayos y sus cubos eran todos de fundición.
34 Y había cuatro soportes en las cuatro esquinas de cada basa; sus soportes eran parte de la basa misma.
35 Y en la parte superior de la basa había una pieza redonda de medio codo de alto, y en la parte superior de la basa sus soportes y sus bordes formaban parte de ella.
36 Y en las planchas de sus soportes y en sus bordes grabó querubines, leones y palmeras, conforme al espacio disponible de cada una, con guirnaldas alrededor.
37 Hizo las diez basas de esta manera: todas ellas eran de una misma fundición, de una misma medida y de una misma forma.
38 También hizo diez pilas de bronce; en cada pila cabían cuarenta batos, cada pila medía cuatro codos, y sobre cada una de las diez basas había una pila.
39 Entonces colocó las basas, cinco al lado derecho de la casa y cinco al lado izquierdo de la casa; y colocó el mar de metal fundido al lado derecho de la casa hacia el sureste.
40 Hiram hizo también los calderos, las palas y los tazones. Así terminó Hiram toda la obra que hizo para el rey Salomón en la casa del Señor:
41 las dos columnas y los tazones de los capiteles que estaban en lo alto de las dos columnas, las dos mallas para cubrir los dos tazones de los capiteles que estaban en lo alto de las columnas;
42 las cuatrocientas granadas para las dos mallas, dos hileras de granadas por cada malla para cubrir los dos tazones de los capiteles que estaban en lo alto de las columnas;
43 las diez basas con las diez pilas sobre las basas;
44 el mar y los doce bueyes debajo del mar;
45 los calderos, las palas y los tazones; todos estos utensilios que Hiram hizo para el rey Salomón en la casa del Señor eran de bronce bruñido.
46 El rey los fundió en la llanura del Jordán, en la tierra arcillosa entre Sucot y Saretán.
47 Salomón dejó todos los utensilios sin pesarlos porque eran demasiados; el peso del bronce no se pudo determinar.
48 Y Salomón hizo todos los utensilios que estaban en la casa del Señor: el altar de oro y la mesa de oro sobre la cual estaba el pan de la Presencia;
49 los candelabros de oro puro, cinco a mano derecha y cinco a mano izquierda, frente al santuario interior; las flores, las lámparas y las tenazas de oro;
50 las copas, las despabiladeras, los tazones, las cucharas y los incensarios de oro puro; y los goznes para las puertas de la casa interior, el lugar santísimo, y para las puertas de la casa, es decir, de la nave, también de oro.
51 Así fue terminada toda la obra que el rey Salomón hizo en la casa del Señor. Y Salomón trajo las cosas consagradas por su padre David, es decir, la plata, el oro y los utensilios, y los puso en los tesoros de la casa del Señor.
Efesios 4
1 Yo, pues, prisionero del Señor, os ruego que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados,
2 con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos unos a otros en amor,
3 esforzándoos por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.
4 Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también vosotros fuisteis llamados en una misma esperanza de vuestra vocación;
5 un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo,
6 un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos.
7 Pero a cada uno de nosotros se nos ha concedido la gracia conforme a la medida del don de Cristo.
8 Por tanto, dice: Cuando ascendio a lo alto, llevo cautiva una hueste de cautivos, y dio dones a los hombres.
9 (Esta expresión: Ascendió, ¿qué significa, sino que El también había descendido a las profundidades de la tierra?
10 El que descendió es también el mismo que ascendió mucho más arriba de todos los cielos, para poder llenarlo todo.)
11 Y El dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros,
12 a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo;
13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;
14 para que ya no seamos niños, sacudidos por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de doctrina, por la astucia de los hombres, por las artimañas engañosas del error;
15 sino que hablando la verdad en amor, crezcamos en todos los aspectos en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo,
16 de quien todo el cuerpo (estando bien ajustado y unido por la cohesión que las coyunturas proveen), conforme al funcionamiento adecuado de cada miembro, produce el crecimiento del cuerpo para su propia edificación en amor.
17 Esto digo, pues, y afirmo juntamente con el Señor: que ya no andéis así como andan también los gentiles, en la vanidad de su mente,
18 entenebrecidos en su entendimiento, excluidos de la vida de Dios por causa de la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su corazón;
19 y ellos, habiendo llegado a ser insensibles, se entregaron a la sensualidad para cometer con avidez toda clase de impurezas.
20 Pero vosotros no habéis aprendido a Cristo de esta manera,
21 si en verdad lo oísteis y habéis sido enseñados en El, conforme a la verdad que hay en Jesús,
22 que en cuanto a vuestra anterior manera de vivir, os despojéis del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos,
23 y que seáis renovados en el espíritu de vuestra mente,
24 y os vistáis del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad.
25 Por tanto, dejando a un lado la falsedad, hablad verdad cada cual con su projimo, porque somos miembros los unos de los otros.
26 Airaos, pero no pequeis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo,
27 ni deis oportunidad al diablo.
28 El que roba, no robe más, sino más bien que trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, a fin de que tenga qué compartir con el que tiene necesidad.
29 No salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino sólo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan.
30 Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, por el cual fuisteis sellados para el día de la redención.
31 Sea quitada de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritos, maledicencia, así como toda malicia.
32 Sed más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo.
Ezequiel 37
1 La mano del Señor vino sobre mí, y me sacó en el Espíritu del Señor, y me puso en medio del valle que estaba lleno de huesos.
2 Y El me hizo pasar en derredor de ellos, y he aquí, eran muchísimos sobre la superficie del valle; y he aquí, estaban muy secos.
3 Y El me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y yo respondí: Señor Dios, tú lo sabes.
4 Entonces me dijo: Profetiza sobre estos huesos, y diles: “Huesos secos, oíd la palabra del Señor.
5 “Así dice el Señor Dios a estos huesos: ‘He aquí, haré entrar en vosotros espíritu, y viviréis.
6 ‘Y pondré tendones sobre vosotros, haré crecer carne sobre vosotros, os cubriré de piel y pondré espíritu en vosotros, y viviréis; y sabréis que yo soy el Señor.’”
7 Profeticé, pues, como me fue mandado; y mientras yo profetizaba hubo un ruido, y luego un estremecimiento, y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso.
8 Y miré, y he aquí, había tendones sobre ellos, creció la carne y la piel los cubrió, pero no había espíritu en ellos.
9 Entonces El me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: “Así dice el Señor Dios: ‘Ven de los cuatro vientos, oh espíritu, y sopla sobre estos muertos, y vivirán.’”
10 Y profeticé como El me había ordenado, y el espíritu entró en ellos, y vivieron y se pusieron en pie, un enorme e inmenso ejército.
11 Entonces El me dijo: Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel; he aquí, ellos dicen: “Nuestros huesos se han secado, y nuestra esperanza ha perecido. Estamos completamente destruidos.”
12 Por tanto, profetiza, y diles: “Así dice el Señor Dios: ‘He aquí, abriré vuestros sepulcros y os haré subir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os llevaré a la tierra de Israel.
13 ‘Y sabréis que yo soy el Señor, cuando abra vuestros sepulcros y os haga subir de vuestros sepulcros, pueblo mío.
14 ‘Pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os pondré en vuestra tierra. Entonces sabréis que yo, el Señor, he hablado y lo he hecho’ —declara el Señor.”
15 Y vino a mí la palabra del Señor, diciendo:
16 Y tú, hijo de hombre, toma una vara y escribe en ella: “Para Judá y para los hijos de Israel, sus compañeros.” Toma luego otra vara y escribe en ella: “Para José, vara de Efraín, y para toda la casa de Israel, sus compañeros.”
17 Júntalas la una con la otra en una sola vara para que sean una sola en tu mano.
18 Y cuando los hijos de tu pueblo te hablen, diciendo: “¿No nos explicarás qué quieres decir con esto?”,
19 diles: “Así dice el Señor Dios: ‘He aquí, tomaré la vara de José, que está en la mano de Efraín, y las tribus de Israel, sus compañeros; las pondré con aquélla, con la vara de Judá, y las haré una sola vara, y serán una en mi mano.’”
20 Y las varas en que escribas estarán en tu mano a la vista de ellos,
21 y diles: “Así dice el Señor Dios: ‘He aquí, tomaré a los hijos de Israel de entre las naciones adonde han ido, los recogeré de todas partes y los traeré a su propia tierra.
22 ‘Y haré de ellos una nación en la tierra, en los montes de Israel; un solo rey será rey de todos ellos; nunca más serán dos naciones, y nunca más serán divididos en dos reinos.
23 ‘No se contaminarán más con sus ídolos, ni con sus abominaciones, ni con ninguna de sus transgresiones; sino que los libraré de todos los lugares en que pecaron y los limpiaré. Y ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.
24 ‘Mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un solo pastor; andarán en mis ordenanzas y guardarán mis estatutos y los cumplirán.
25 ‘Y habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob, en la cual habitaron vuestros padres; en ella habitarán ellos y sus hijos, y los hijos de sus hijos para siempre; y mi siervo David será su príncipe para siempre.
26 ‘Y haré con ellos un pacto de paz; será un pacto eterno con ellos. Y los estableceré, los multiplicaré y pondré mi santuario en medio de ellos para siempre.
27 ‘Mi morada estará también junto a ellos, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
28 ‘Y las naciones sabrán que yo, el Señor, santifico a Israel, cuando mi santuario esté en medio de ellos para siempre.’”
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