Conocer la Biblia es muy importante para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Éxodo 38
1 Igualmente hizo de madera de acacia el altar del holocausto; su longitud de cinco codos, y su anchura de otros cinco codos, cuadrado, y de tres codos de altura.
2 E hizo sus cuernos a sus cuatro esquinas, los cuales eran de la misma pieza, y lo cubrió de bronce.
3 Hizo asimismo todos los utensilios del altar; calderos, tenazas, tazones, garfios y palas; todos sus utensilios los hizo de bronce.
4 E hizo para el altar un enrejado de bronce de obra de rejilla, que puso por debajo de su cerco hasta la mitad del altar.
5 También fundió cuatro anillos a los cuatro extremos del enrejado de bronce, para meter las varas.
6 E hizo las varas de madera de acacia, y las cubrió de bronce.
7 Y metió las varas por los anillos a los lados del altar, para llevarlo con ellas; hueco lo hizo, de tablas.
8 También hizo la fuente de bronce y su base de bronce, de los espejos de las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión.
9 Hizo asimismo el atrio; del lado sur, al mediodía, las cortinas del atrio eran de cien codos, de lino torcido.
10 Sus columnas eran veinte, con sus veinte basas de bronce; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata.
11 Y del lado norte cortinas de cien codos; sus columnas, veinte, con sus veinte basas de bronce; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata.
12 Del lado del occidente, cortinas de cincuenta codos; sus columnas diez, y sus diez basas; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata.
13 Del lado oriental, al este, cortinas de cincuenta codos;
14 a un lado cortinas de quince codos, sus tres columnas y sus tres basas;
15 al otro lado, de uno y otro lado de la puerta del atrio, cortinas de quince codos, con sus tres columnas y sus tres basas.
16 Todas las cortinas del atrio alrededor eran de lino torcido.
17 Las basas de las columnas eran de bronce; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata; asimismo las cubiertas de las cabezas de ellas, de plata; y todas las columnas del atrio tenían molduras de plata.
18 La cortina de la entrada del atrio era de obra de recamador, de azul, púrpura, carmesí y lino torcido; era de veinte codos de longitud, y su anchura, o sea su altura, era de cinco codos, lo mismo que las cortinas del atrio.
19 Sus columnas eran cuatro, con sus cuatro basas de bronce y sus capiteles de plata; y las cubiertas de los capiteles de ellas, y sus molduras, de plata.
20 Todas las estacas del tabernáculo y del atrio alrededor eran de bronce.
21 Estas son las cuentas del tabernáculo, del tabernáculo del testimonio, las que se hicieron por orden de Moisés por obra de los levitas bajo la dirección de Itamar hijo del sacerdote Aarón.
22 Y Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá, hizo todas las cosas que el Señor mandó a Moisés.
23 Y con él estaba Aholiab hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan, artífice, diseñador y recamador en azul, púrpura, carmesí y lino fino.
24 Todo el oro empleado en la obra, en toda la obra del santuario, el cual fue oro de la ofrenda, fue veintinueve talentos y setecientos treinta siclos, según el siclo del santuario.
25 Y la plata de los empadronados de la congregación fue cien talentos y mil setecientos setenta y cinco siclos, según el siclo del santuario;
26 medio siclo por cabeza, según el siclo del santuario; a todos los que pasaron por el censo, de edad de veinte años arriba, que fueron seiscientos tres mil quinientos cincuenta.
27 Hubo además cien talentos de plata para fundir las basas del santuario y las basas del velo; en cien basas, cien talentos, a talento por basa.
28 Y de los mil setecientos setenta y cinco siclos hizo los capiteles de las columnas, y cubrió los capiteles de ellas, y las ciñó.
29 El bronce ofrendado fue setenta talentos y dos mil cuatrocientos siclos,
30 del cual fueron hechas las basas de la puerta del tabernáculo de reunión, y el altar de bronce y su enrejado de bronce, y todos los utensilios del altar,
31 las basas del atrio alrededor, las basas de la puerta del atrio, y todas las estacas del tabernáculo y todas las estacas del atrio alrededor.
Juan 18
1 Habiendo dicho Jesús estas cosas, salió con sus discípulos al otro lado del torrente de Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró con sus discípulos.
2 Y también Judas, el que le entregaba, conocía aquel lugar, porque muchas veces Jesús se había reunido allí con sus discípulos.
3 Judas, pues, tomando una compañía de soldados, y alguaciles de los principales sacerdotes y de los fariseos, fue allí con linternas y antorchas, y con armas.
4 Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían de sobrevenir, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis?
5 Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo: Yo soy. Y estaba también con ellos Judas, el que le entregaba.
6 Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra.
7 Volvió, pues, a preguntarles: ¿A quién buscáis? Y ellos dijeron: A Jesús nazareno.
8 Respondió Jesús: Os he dicho que yo soy; pues si me buscáis a mí, dejad ir a éstos;
9 para que se cumpliese aquello que había dicho: De los que me diste, no perdí ninguno.
10 Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco.
11 Jesús entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?
12 Entonces la compañía de soldados, el tribuno y los alguaciles de los judíos, prendieron a Jesús y le ataron,
13 y le llevaron primeramente a Anás; porque era suegro de Caifás, que era sumo sacerdote aquel año.
14 Era Caifás el que había dado el consejo a los judíos, de que convenía que un solo hombre muriese por el pueblo.
15 Y seguían a Jesús Simón Pedro y otro discípulo. Y este discípulo era conocido del sumo sacerdote, y entró con Jesús al patio del sumo sacerdote;
16 mas Pedro estaba fuera, a la puerta. Salió, pues, el discípulo que era conocido del sumo sacerdote, y habló a la portera, e hizo entrar a Pedro.
17 Entonces la criada portera dijo a Pedro: ¿No eres tú también de los discípulos de este hombre? Dijo él: No lo soy.
18 Y estaban en pie los siervos y los alguaciles que habían encendido un fuego; porque hacía frío, y se calentaban; y también con ellos estaba Pedro en pie, calentándose.
19 Y el sumo sacerdote preguntó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina.
20 Jesús le respondió: Yo públicamente he hablado al mundo; siempre he enseñado en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y nada he hablado en oculto.
21 ¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que han oído, qué les haya yo hablado; he aquí, ellos saben lo que yo he dicho.
22 Cuando Jesús hubo dicho esto, uno de los alguaciles, que estaba allí, le dio una bofetada, diciendo: ¿Así respondes al sumo sacerdote?
23 Jesús le respondió: Si he hablado mal, testifica en qué está el mal; y si bien, ¿por qué me golpeas?
24 Anás entonces le envió atado a Caifás, el sumo sacerdote.
25 Estaba, pues, Pedro en pie, calentándose. Y le dijeron: ¿No eres tú de sus discípulos? El negó, y dijo: No lo soy.
26 Uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro había cortado la oreja, le dijo: ¿No te vi yo en el huerto con él?
27 Negó Pedro otra vez; y en seguida cantó el gallo.
28 Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era de mañana, y ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse, y así poder comer la pascua.
29 Entonces salió Pilato a ellos, y les dijo: ¿Qué acusación traéis contra este hombre?
30 Respondieron y le dijeron: Si éste no fuera malhechor, no te lo habríamos entregado.
31 Entonces les dijo Pilato: Tomadle vosotros, y juzgadle según vuestra ley. Y los judíos le dijeron: A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie;
32 para que se cumpliese la palabra que Jesús había dicho, dando a entender de qué muerte iba a morir.
33 Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos?
34 Jesús le respondió: ¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí?
35 Pilato le respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación, y los principales sacerdotes, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?
36 Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí.
37 Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad.
38 Le dijo Pilato: ¿Qué es la verdad?
Y cuando hubo dicho esto, salió otra vez a los judíos, y les dijo: Yo no hallo en él ningún delito.
39 Pero vosotros tenéis la costumbre de que os suelte uno en la pascua. ¿Queréis, pues, que os suelte al Rey de los judíos?
40 Entonces todos dieron voces de nuevo, diciendo: No a éste, sino a Barrabás. Y Barrabás era ladrón.
Proverbios 15
1 La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor.
2 La lengua de los sabios adornará la sabiduría; mas la boca de los necios hablará sandeces.
3 Los ojos del Señor están en todo lugar, mirando a los malos y a los buenos.
4 La lengua apacible es árbol de vida; mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu.
5 El necio menosprecia el consejo de su padre; mas el que guarda la corrección vendrá a ser prudente.
6 En la casa del justo hay gran provisión; pero turbación en las ganancias del impío.
7 La boca de los sabios esparce sabiduría; no así el corazón de los necios.
8 El sacrificio de los impíos es abominación al Señor; mas la oración de los rectos es su gozo.
9 Abominación es al Señor el camino del impío; mas él ama al que sigue justicia.
10 La reconvención es molesta al que deja el camino; y el que aborrece la corrección morirá.
11 El Seol y el Abadón están delante del Señor; ¡Cuánto más los corazones de los hombres!
12 El escarnecedor no ama al que le reprende, ni se junta con los sabios.
13 El corazón alegre hermosea el rostro; mas por el dolor del corazón el espíritu se abate.
14 El corazón entendido busca la sabiduría; mas la boca de los necios se alimenta de necedades.
15 Todos los días del afligido son difíciles; mas el de corazón contento tiene un banquete continuo.
16 Mejor es lo poco con el temor del Señor, que el gran tesoro donde hay turbación.
17 Mejor es la comida de legumbres donde hay amor, que de buey engordado donde hay odio.
18 El hombre iracundo promueve contiendas; mas el que tarda en airarse apacigua la rencilla.
19 El camino del perezoso es como seto de espinos; mas la vereda de los rectos, como una calzada.
20 El hijo sabio alegra al padre; mas el hombre necio menosprecia a su madre.
21 La necedad es alegría al falto de entendimiento; mas el hombre entendido endereza sus pasos.
22 Los pensamientos son frustrados donde no hay consejo; mas en la multitud de consejeros se afirman.
23 El hombre se alegra con la respuesta de su boca; y la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es!
24 El camino de la vida es hacia arriba al entendido, para apartarse del Seol abajo.
25 El Señor asolará la casa de los soberbios; pero afirmará la heredad de la viuda.
26 Abominación son al Señor los pensamientos del malo; mas las expresiones de los limpios son limpias.
27 Alborota su casa el codicioso; mas el que aborrece el soborno vivirá.
28 El corazón del justo piensa para responder; mas la boca de los impíos derrama malas cosas.
29 El Señor está lejos de los impíos; pero él oye la oración de los justos.
30 La luz de los ojos alegra el corazón, y la buena nueva conforta los huesos.
31 El oído que escucha las amonestaciones de la vida, entre los sabios morará.
32 El que tiene en poco la disciplina menosprecia su alma; mas el que escucha la corrección tiene entendimiento.
33 El temor del Señor es enseñanza de sabiduría; y a la honra precede la humildad.
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