Todos los bebés, cuando nacen, necesitan ser alimentados con la leche de sus madres. Dios, en Su sabiduría, puso en la leche materna todos los nutrientes necesarios para que el niño crezca fuerte y saludable. Para quien Le entregó su vida a Dios, murió para este mundo y nació de nuevo, también existe una leche completa, con todos los nutrientes necesarios para el crecimiento y fortalecimiento de la nueva criatura. El apóstol Pedro habla de esto mucho claramente:
Desead afectuosamente, como niños nuevamente nacidos, la leche racional no falsificada, para que por ella vayáis creciendo; 1 Pedro 2:2 acf
Para que el nacido de nuevo se desarrolle, tiene que usar la inteligencia en la meditación de la Palabra de Dios. Si fuera por el sentimiento, Él mandaría a que deseara la leche emocional, la leche sentimental, la leche del corazón, cualquier cosa así. El alimento que sustenta para el crecimiento espiritual es la leche racional. Ese alimento es la Palabra de Dios pasada de manera racional, inteligente, pura, sin interferencia de religiosidad humana.
La leche falsificada es esa dada por las religiones, que interpretan y distorsionan la Palabra de Dios de acuerdo con sus intereses. Es la fe mezclada con sentimientos, que se guía por lo que ve, necesita “sentir” para creer y se apoya en la palabra de los hombres.
¿Quién sería loco de darle azúcar a un recién nacido? ¿Ya lo pensó? ¿Llenar una mamadera de gaseosa y ofrecerle a un bebé que acabó de nacer? Si ese niño sobreviviera, crecería lleno de problemas de salud, con huesos débiles, diabetes, problemas de corazón, entre otras enfermedades. Entonces, ¿por qué alimentar con emoción a alguien que acabó de nacer de nuevo? Es así como viven muchos cristianos, alimentándose de palabras y canciones cargadas de emoción, cultos que más parecen un show y experiencias que los hacen perder el control.
La leche racional de la Palabra de Dios sustenta a aquel que vive por la fe porque es un alimento completo. Contiene promesas para todas las áreas de la vida – y en ellas podemos apoyar nuestra fe. Contiene la descripción del carácter de Dios y eso nos da la seguridad de saber con Quién estamos haciendo alianza. También contiene los ejemplos de los Héroes de la Fe, que nos hacen entender cómo debemos ser y cómo Dios actúa en la vida de Sus hijos.
La Palabra de Dios provee alimento para todas las etapas del crecimiento del cristiano. Pero no es en vano que lo que le da el crecimiento al recién nacido se llama leche racional. Solamente cuando usamos el raciocinio en la meditación en la Palabra de Dios, sin sentimentalismos, nos conectamos directamente a Él y desarrollamos en nosotros la fe racional, consciente y sólida, para una vida espiritual saludable que nos lleve a la Eternidad.
Colaboró: Vanessa Lampert