La alfabetización es considerada la fase más importante en el desarrollo intelectual del niño, y responsable por determinar qué tipo de adulto será. Generalmente, en los primeros contactos con los libros, o cualquier otra forma de incentivo a la lectura, se muestran perezosos e indispuestos para aprender y pensar, sin embargo, adoran oír y le prestan mucha atención a cada detalle de una historia.
“Cuanto más temprano sea introducida la lectura en la vida de los niños, mejor, incluso antes de saber hablar, sentarse o agarrar un libro. Los niños pueden y deben manejar libros y oír historias. Eso hace que ellos amplíen el vocabulario y pasen a expresarse con facilidad. Además de eso, quien se relaciona permanentemente con libros hace más asociaciones, adquiere un repertorio mayor de historia, desarrolla la concentración, aprende a oír y mejora la capacidad representativa y simbólica por medio de la escritura y de las imágenes”, explica la coordinadora educacional Auricema Rorato Gonçalves.
Los niños deben tener contacto con diferentes libros, como los de tela e incluso un baúl de juguetes. La lectura debe ser realizada por sus padres o por quien está más tiempo con ellos – dándoles más importancia a libros de varios géneros – y también por la escuela, la principal responsable por el aprendizaje. Según la coordinadora educacional, es mejor darles preferencia a los ejemplares con letras y tamaños mayores, más fáciles para que visualicen palabras e imágenes. Los más coloridos y más resistentes pueden permanecer en la mano del niño para que pueda tirar, acostarse y girar con el libro.
La periodista Adriana Banin, de 38 años, cuenta que su hija, Isabela da Silva Banin, de 4 años, fue habituada desde bebé con libros. “Comprábamos libros infantiles con detalles en las imágenes, colores, formas y sonidos. Siempre la coloqué en mi regazo para leerle y así, ir acompañando las figuras. En casa tenemos muchos libros, un estante repleto, y hay mucha lectura infantil, desde la fase en que yo era niña. Leemos una historia por día. Ella ya descifra letras, pero no aún no las asocia, solo si son nombres que ya conoce, de amigos y familiares. Otro hábito que creé fueron los rompecabezas desde pequeña. Además de las revistas de actividades, no nos quedamos solo con las que son para colorear”, comenta.
La lectura aumenta el conocimiento sobre el lenguaje escrito y habitúa a los niños a su estilo formal, a sentir emociones, a viajar por sus propios pensamientos, a encontrar respuestas para algunas de sus curiosidades y a aprender aún más a identificar los colores. “Por medio de la lectura, el niño conoce las características de cada género y diferencia el lenguaje oral del escrito. Otro punto fundamental es que la lectura auxilia en la organización del pensamiento”, dice Auricema.
No reprima al niño en el momento en el que él estuviera agarrando los libros, las frases “no lo agarres”, “ten cuidado” o “solo un libro a la vez” pueden causar traumas y crear un bloqueo en los próximos contactos con cada ejemplar. El niño, y futuro lector, hasta los 2 años tiene el ritmo del cerebro más acelerado y, si la lectura fuera estimulada en ese período, con el pasar del tiempo tendrá más facilidad y lo substituirá naturalmente por textos más complejos.
Busque sentarse con su niño para hacer la lectura en el momento en que él estuviera más tranquilo. La ocasión debe ser algo agradable para ellos. Si por casualidad pronuncia alguna palabra equivocada, no detenga la lectura para corregirlo. Aproveche esas oportunidades junto a su hijo para animarlo, diciéndole palabras de pensamiento positivo y de incentivación.
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