Agustín: “A los cinco años empecé a sufrir, porque mi papá se separó de mi mamá. En el colegio me hacían bullying, me pegaban, después, en lugar de dejar que lo hicieran, yo los golpeaba.
Fumé desde los 14 años y un familiar me hizo probar porro. Una vez fui a un boliche y me desmayé, había consumido marihuana y demasiado alcohol. Le robaba a mi papá para poder comprar los vicios. Después de una discusión con él quise matarme.
Fui a vivir con mi madre y ella no me daba plata. Me deprimí, les pegaba a ella y a mi hermana, las hacía llorar. En el bingo conseguía plata para poder consumir. Me volví adicto a la pornografía y al juego.Iba al colegio drogado, ya no me importaba nada.
Conocí la Universal de chico, mi mamá y mi abuela siempre lucharon por mí. Un sábado estaba consumiendo y tomé la decisión de volver a la Iglesia.
Escuché al Pastor decir que debía tomar decisiones. Después de la reunión, rompí dos atados de cigarrillos, desde ese día nunca más fumé. Fue una lucha, pensaba en consumir, pero me acercaba al Altar y Le pedía fuerzas a Dios. Gracias a Él, estoy libre de las adicciones, perdoné y les pedí perdón a mi padre y a su mujer, recibí el Espíritu Santo y mi carácter cambió”.
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