Desde que Alicia perdió a su mamá a los 7 años su vida se fue derrumbando: “Yo perdí a mi mamá y quedé a cargo de mi padre. Él se dedicó a beber, a veces comíamos y otras no. Comencé a tener ataques y me desmayaba en cualquier lugar. En mi adolescencia sufrí un abuso y eso me marcó muchísimo.
Conocí a Alfredo, mi esposo, y al principio le mentí, sobre el abuso. Entonces, cada vez que había un conflicto en mi casa, él me reclamaba eso. Yo lloraba por cualquier cosa, mi autoestima era muy baja y sufría por los nervios.
Mi marido era muy celoso y hacía vida de soltero y bebía mucho, siempre estaba ausente. Aunque como padre era excelente, como esposo era un desastre, nunca estaba. Nuestra relación llegó a estar tan mal que nos agredimos verbal y físicamente.
Llegué a la Universal y a través de la orientación del pastor logré mi cambio de carácter. Él notó lo que Dios hizo por mí y se acercó a la Iglesia. El cambio fue un proceso, hoy gracias a Dios, estamos sanados, tenemos una nueva vida”, finaliza Alicia.
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