Recibimos este comentario muy interesante de Leila, en el que cuenta su historia:
Primero me gustaría agradecerles la notoria dedicación de ustedes a la familia. La infelicidad en el hogar es lo que más desestructura la vida de cualquiera.
Segundo, vengo a testificar lo que sucedió en mi matrimonio. Vengo buscando del Señor sabiduría para conducir mi hogar ya hace tiempo. Desde el noviazgo, mi esposo ya tomaba, pero no me importaba porque todo era fiesta. Después, en el matrimonio, continuó. Nos engañamos en pensar que después del casamiento todo cambia. No cambia. Todos los sábados almorzábamos afuera. Él siempre empezaba a tomar antes del almuerzo y solo se detenía cuando no aguantaba más quedarse de pie. Siempre nos peleábamos mucho por eso.
Mis fines de semana eran terribles… pero siempre lo honré, independientemente de su actitud. Un sábado, como tantos otros, me hizo pasar mucha vergüenza de tanto que tomó. Entonces, clamé a Dios… Le pedí que me diera sabiduría, no aguantaba más hablar y hablar y ser la molesta. Entonces escribí en el Google qué hacer para que mi marido deje de tomar.
Apareció un mensaje muy sabio de ustedes, Renato y Cristiane. Lo que más me llamó la atención fue lo que hablaron sobre las consecuencias de los errores, que yo necesitaba dejarlo que sienta las consecuencias de sus actos, en vez de protegerlo, como siempre lo hacía.
Entonces, decidí escribirle una carta, donde le decía todo lo que dejaría de hacer, y Se la presenté a Dios, con fe. Le pedí que quitara la venda de sus ojos, que consiguiera ver que estaba dándole fin no solo a nuestra relación, sino a todo…
De ahí en adelante mi vida cambió. Yo cumplí con lo que escribí, y Dios me oyó.
Poco a poco, por sí mismo y sin reclamos de mi parte, cambió. Hoy es una nueva persona. Mi madre siempre me enseñó que debemos ver si las cualidades superan a los defectos. Las cualidades de él siempre los superaron. Mi marido me hizo sentir la mujer más especial del mundo, es compañero, amigo, se sacrifica de todas las maneras para satisfacer mis deseos, entonces me preguntaba: ¿por qué no luchar? Solo que no sabía cómo, pero Dios me mostró la manera correcta y para Su gloria, ¡hace una semana que nos bautizamos juntos!
Dios nos ha moldeado de acuerdo con Su querer. Es muy bonita nuestra historia, conquistamos todo lo que queremos con la fuerza del amor y de la sabiduría que viene del Señor…
Que la luz de Dios esté siempre con ustedes. ¡Gracias!
Algunas lecciones de la historia de Leila:
1-Si el problema ya se presenta durante el noviazgo, continuará en el matrimonio. Probablemente empeore. Por lo tanto, resuelva el problema antes de casarse. Y si no lo resuelve, no se case.
2-Cuando ella vio que sus intentos habían fallado , recurrió a Dios. Nunca subestime el poder de la fe para lograr lo imposible.
3-Ella usó osadamente la fe y también la inteligencia. Siguió el consejo que recibió de nosotros y decidió no tolerar más el comportamiento del marido. Le dejó bien en claro lo que no aceptaría más, y lo que haría en caso de que continuara. E hizo eso sin atacarlo.
4-Dejó de reclamar y molestar al marido y comenzó a reclamar y molestar a Dios para que le diera sabiduría para lidiar con el problema.
5-Fue a la iglesia a luchar en oración, no se quedó sola en su lucha.
Felicitaciones Leila por las actitudes y por los resultados. Nos ponemos muy felices por ustedes.
La buena noticia es que las lecciones pueden ser practicadas por cualquiera. No solo lea los consejos, sígalos. Traiga a Dios hacia dentro de su problema. Vaya a buscarlo a Su casa, no se quede esperando en su casa. Todos los jueves en la Terapia del Amor usted aprende a hacer uso de la fe inteligente para vencer sus batallas.
Extraído Blog Obispo Renato Cardoso
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