Sara fue una mujer que, a pesar de respetar mucho a su marido, Abraham, también actuó con imprudencia en una determinada etapa de su vida.
La pareja se conoció en Ur de los caldeos, un lugar que era muy importante en esa época. Ellos vivían de manera próspera juntamente con el padre de Abraham, Terá. Abraham era el primogénito de los tres hijos (Génesis 11:26).
El problema era que Ur estaba dominada por los ídolos falsos y Dios deseaba separar a Abraham de aquel lugar (Génesis 12:1-2). Entonces, Sara tuvo que acompañar a su esposo en esta jornada.
No fue algo simple, pues ellos tuvieron que dejar todo hacia atrás y caminar hacia un lugar totalmente desconocido.
Una actitud imprudente
Ya estables en el nuevo lugar, la pareja constituyó una vida. Sin embargo, Abraham estaba preocupado porque no tenía herederos. Sara no podía tener hijos.
Dios le hizo una promesa: “Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y le creyó al Señor, y le fue contado por justicia. Y le dijo: Yo soy el Señor, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra.” Génesis 15:5-7
Aunque Sara también conocía a Dios, ella no creía que podía quedar embarazada. Entonces, hizo algo muy imprudente: convenció a su esposo de que tenga un hijo con la esclava (Génesis 16:3), para que criase al niño como heredero.
Sin embargo, esa idea fue muy mala. Agar, por haber quedado embarazada, pasó a burlarse de Sara (Génesis 16:4). Y ella, por otro lado, se ofendió con esa situación.
Posteriormente, Dios cumplió con la promesa y Sara generó a Isaac. “Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él” Génesis 17:19
¿Vale la pena dudar de Dios?
Dios le probó Su Palabra a la pareja y le concedió a Isaac, que fue padre de Jacob, que generó las doce tribus de Israel (una nación).
En conclusión la historia de Sara nos deja la reflexión sobre la importancia de meditar sobre nuestras actitudes. ¿Cuántas personas que al enfrentar problemas, culpan a Dios y desisten en seguirlo? ¿Cuántas personas, en vez de obedecer a Su Palabra, prefieren actuar conforme a su propia voluntad y terminan invirtiendo el orden?
“…Con Dios está la sabiduría y el poder; Suyo es el consejo y la inteligencia.” Job 12:13
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