María Rosa Lezcano encontró la solución a sus problemas en la Universal, allí aprendió a usar su fe para salvar su matrimonio y ser libre de todo lo que la afectaba.
“Mis problemas empezaron cuando era chica, alrededor de los seis años comencé a sufrir perturbaciones espirituales, veía cosas extrañas, escuchaba voces y me despertaba muy angustiada. Me sentía muy sola, entonces buscaba ayuda en mi mamá, como ella no me escuchaba me iba a llorar.
Mis padres se peleaban bastante por cuestiones económicas, el dinero no alcanzaba. Mi mamá se cansó de esta situación y se separó de mi papá. Ambos volvieron a formar pareja, pero mi madrastra me maltrataba, entonces mi mamá decidió llevarme con ella. Su pareja tomaba mucho y muchas veces tuvimos que salir en la madrugaba porque nos amenazaba con matarnos. Cuando tenía 18 años mi mamá falleció de cáncer y yo me decidí a formar la familia feliz que nunca tuve, pero no resultó como pensaba.
Yo era muy celosa, por eso vivía discutiendo con mi marido, estuvimos a punto de separarnos. Recuerdo que sufría mucho por esa situación. El peor momento que enfrenté fue cuando me descubrieron un quiste en un seno, me operaron y mientras me recuperaba en mi casa descubrí que mi marido prefería hablar con amigas sobre sus problemas en vez de hacerlo conmigo que era su esposa. Esto me llevó a sentirme muy sola y abandonada. Me desilusionó como pareja y como padre. Mi hijo empezó a tener problemas en el colegio y tuve que llevarlo al psicólogo; llegó a rechazarme, no podía darle ni un beso.
Participé de las reuniones de la Universal, de a poco fui entregándome a Dios, porque me costaba dejar de dudar de todo. Al perseverar en las reuniones y en la Hoguera Santa la relación con mi marido cambió, hoy somos más compañeros y compartimos todo. Mi economía también mejoró, conquistamos un 0 km. Hoy tenemos una vida completamente diferente en la presencia de Dios”.
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