La combinación de los colores a la hora de decorar define el resultado que se habrá de obtener, así que cuando se trata de lograr un objetivo, bien sea ampliar el espacio, hacerlo más acogedor o más enérgico, hay que pensar seriamente cuáles serán las tonalidades que conviene colocar en las paredes.
El arquitecto Juan Lares explica que “a la hora de crear ambientes cálidos y con personalidad en el hogar, tanta importancia cobran el mobiliario y los textiles como la pintura de paredes y techos. Las gamas cromáticas no son un mero elemento decorativo, además aportan efectos para ampliar espacios, la luminosidad o incluso incidir en estado anímico”.
“Los espacios que requieren una mayor sensación de amplitud son los pasillos, para lograrlo sólo se deben usar colores blancos u ocres para las paredes y pintar el techo en tonos más oscuros. Esta técnica es adecuada para bajar visualmente los techos, en cambio si el color del techo es más claro que el de las paredes, el efecto será el contrario”, dice Lares.
Los colores se pueden combinar de manera que se complementen entre sí o a modo de contraste. Lo más recomendable es crear en el ambiente una combinación armónica de tonalidades similares y dar un cierto toque que genere interés a través de detalles con colores opuestos.
“La elección de los tonos más oportunos para cada estancia depende de las actividades que realicemos en ellas. En los dormitorios es importante crear ambientes que inviten al descanso, así como en despachos y bibliotecas. Para crear un clima de tranquilidad se recurre a la gama de los colores fríos, tales como azules, violetas y verdes o también los cálidos en sus variantes pastel como salmón o amarillo”, explica el arquitecto.
“La claridad es un factor esencial en cualquier pieza de la casa. Los colores claros o pasteles aportan más luz a las diferentes salas que los más oscuros. La luz se refleja mejor cuando la cantidad de blanco que el color posee es mayor. En la ampliación visual de una estancia pequeña lo más apropiado será elegir entre colores claros. Para esto serán especialmente idóneos el blanco, el azul y el verde. Si es efecto deseado es de alargar un área cuadrada, la solución es pintar de un tono más oscuro dos paredes opuestas”, comenta.
“Por otra parte, los colores cálidos como el rojo, el naranja, el amarillo o el salmón más intensos invitan a la actividad y son más adecuados para la cocina o área social. Estos colores aportan vitalidad y deben ser empleados con cuidado y mesura, ya que se corre el riesgo de recargar demasiado la habitación”.
Las tonalidades afectan las emociones y se cree que su efecto ocurre al entrar la persona a la habitación y por un tiempo determinado, después del cual el mismo cambia o se pierde. Los rojos invitan al dinamismo, fuerza y calor. El naranja lleva a la acción y comunicación. El amarillo es el color más luminoso de todos. El verde es un color tranquilo. El azul lleva a la relajación y a lo espiritual. El violeta se asocia con lo místico y el gris es neutro y se asocia con monotonía.
“Los colores también tienen la peculiaridad de proporcionar diferentes sensaciones de temperatura, efecto producido por los niveles de absorción de la luz. Si se desea crear un ambiente más cálido, los tonos elegidos serán ocres o rojos y si se trata de una habitación calurosa, se optará por colores tales como el azul o el gris”, concluye el arquitecto.