“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.”
(Efesios 5:15-16)
Ya estamos en el mes de noviembre. Un año más está llegando a su fin. Tal vez usted ya haya desistido de este año, planeando el próximo. Sin embargo, el sabio aprovecha bien el tiempo, no lo desperdicia. No desprecia las últimas semanas del año como si el año ya se hubiera terminado.
El sabio tampoco piensa que tendrá todo el tiempo del mundo, no vive indisciplinadamente ni pierde tiempo con pequeñeces. El sabio no pierde tiempo. No desperdicia minutos preciosos con dudas, acusaciones, desánimo o ansiedad.
El sabio entiende que su prioridad es la salvación de su alma, es la vida espiritual. Sabe que los días son malos y que, a cada día que pasa, el mundo empeora. Vigila sus pasos y sus pensamientos para que su tiempo sea bien aprovechado.
Sea sabio en los días que faltan para que se termine el año. Siembre ahora lo que usted quiere cosechar mañana. Siembre semillas que darán frutos para la eternidad. Aproveche cada minuto del tiempo que usted recibió de Dios. Pero no piense que “aprovechar” es lo que el mundo predica. “Aprovechar” no es darle rienda suelta a sus deseos y hacer lo que le venga a la mente. ¡Mil veces no! Aprovechar el tiempo es valorar la oportunidad que usted recibió de poder hacer la elección correcta: andar prudentemente, en la disciplina de la Palabra de Dios.
Sea sabio en los días que faltan para que el año se termine. Siembre ahora lo que usted quiere cosechar mañana.
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo