Paola Sinisi, una joven profesional de marketing de Paris, en Francia, se desahogó recientemente en su Twitter: “#metrossexual, #ubersexual, #normcore, #spornossexual y ahora #lumbersexual, porque usted no puede llamarlos más simplemente hombres.” Si incluso una mujer se siente indignada con esos rótulos marketineros (¡y observe que ella trabaja con eso!), ¡qué dirá usted, hombre!
Es que, hace un tiempo, crearon esa forma de rotular a un hombre según su comportamiento. Primero fue el tal metrosexual, un hombre exageradamente atento hacia la apariencia y la moda. El tal “spornossexual” (que nombre ¡eh!) es la versión más musculosa del “metro”. Después vinieron esas otras “categorías”, como si de repente una muchacha buscase a un hombre en las góndolas de un supermercado como quien lee en aquellas placas de los pasillos: productos de limpieza, carne, lácteos.
En esos tiempos en que perfiles en redes sociales van ganando más importancia que sus dueños, han funcionado más o menos así: la persona ya imagina un perfil y solo después sale buscando a alguien que se encaje en él. Allí entra la publicidad, inventado las tales rótulos. “Ahora las mujeres prefieren hombres así. “Hombres así o asado son la nueva “tendencia”.” ¿La forma de ser se volvió moda? Dentro de poco, si una muchacha quisiera encontrar un hombre de verdad, solo un hombre real, ¿va a tener que ir a buscarlo en un anticuario?
Después del metro sexual, inventaron el über sexual. Über es una palabra alemana que quiere decir sobre, encima o “súper”. Quiere decir qué, de simple hombres, quisieron forzar comercialmente una tendencia más narcisista y, ¿el próximo paso evolutivo es que seamos superhombres?
Claro, no hay nada de malo en que un hombre se cuide. La apariencia definitivamente es algo importante, la salud aún más. Pero tampoco es el caso de que el sujeto escupa en el piso y se rasque las partes en público. A todo el mundo le gusta la educación. Bueno es no optar por la falta, tampoco por el exceso. ¡Equilibrio!
Lo que la joven del Twitter quiere (y billones de otras) es la vuelta de la imagen más clásica del hombre. Solo que ella nunca desapareció. Estaba por allí, si no lo veían es porque buscaban lo que comercio predica, en vez de usar su propia percepción (algo cada vez menos común). Un hombre que, aunque tenga cuidado de higiene y apariencia, no es esclavo de ellos, sin excesos. Busca la calidad en todos los aspectos de la vida y no solo en uno de ellos. Ah, y reconoce que necesita a una mujer a su lado, del resto de la familia y de los amigos. Equilibrio, repetimos.
Todo está en constante cambio en el mundo. Sin embargo, es mucho más simple y gratificante estar en el modelo que quieren rescatar: ¡ser hombre y listo! Sin imposiciones comerciales ni modas.
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