Una investigación hecha por la Leeds Beckett University del Reino Unido entrevistó a 301 niños británicos con menos de 9 años para saber sus relaciones con el cuerpo y hábitos alimenticios. La conclusión fue sorprendente: niños de 6 a 7 años confesaron que ya hacían dietas. Además de eso, las niñas estaban menos satisfechas con su cuerpo que los niños.
Entre las preguntas hechas constataban: “¿te vigilas a la hora de comer?”, ¿Sabes si tus padres hacen dietas o no?” La respuesta fue: sí para ambas. Además, hay muchos otros estudios que relatan preocupación o incomodidad principalmente de las chicas en relación a la apariencia.
Según la organización National Eating Disorders Asociación, más de la mitad de las chicas en edad escolar se preocupa con su peso. Para Nathália Petry, coach y nutricionista especializada en nutrición comportamental y trastornos alimenticios, uno de los factores para esa insatisfacción corporal tan precoz es la propia actitud de los padres y familiares del niño frente al cuerpo y a la comida.
“Algunos comportamientos de los familiares, como las dietas, son percibidos por los niños e infieren en el modo que ellos relacionan su propio cuerpo con la comida”, explica la especialista. Por eso, es importante que en esa etapa los padres estén atentos a sus comentarios y a la forma como hablan de sí mismos y de los otros. “Los padres deben evitar hablar mal de su apariencia o de la apariencia de otras personas delante de los hijos y también deben aprender a elogiarlos”, destaca.
Una hija cegada por la delgadez
Eliana Claudio quería ser una madre presente en la vida de su hija Carolina, pero las dos no se llevaban bien. La niña veía a la madre haciendo diversas dietas para perder peso. Las peleas eran constantes y hacían que la niña dejase de compartir temas particulares, como por ejemplo, la preocupación excesiva que tenía con el peso.
Carolina no quería ser modelo, pero tenía el deseo de ser tan delgada como las amiguitas del colegio. “Ella no era gorda, era una niña en desarrollo, pero la presión de la sociedad de que una mujer bonita debe ser muy delgada hizo que ella quisiese adelgazar. Y yo no lo noté en el inicio”, cuenta la madre.
Cuando tenía 11 años, Carolina comenzó una dieta a escondidas de los padres: como era muy pequeña, no tenía noción de los peligros y, para adelgazar, fue de a poco dejando de comer. “Un año después más o menos, noté que ella había adelgazado mucho y que no quería comer más. En ese momento estuve alerta y comencé a observar las actitudes de mi hija”, revela.
La joven tenía principio de anorexia. Fue cuando comenzó la lucha de los padres contra la enfermedad. “La llevamos a la nutricionista, al médico, hasta que ella se concientizase de los riesgos que corría. Tardó casi más de un año para que Carolina decidiese hacer un tratamiento para vencer la necesidad de estar siempre delgada”, concluye la madre.
La importancia de ser un buen ejemplo
Elaine siempre intentó ser una buena madre, pero no sabía que el hecho de hacer dietas locas o por no observar las influencias a las cuales todas las niñas están sujetas en la infancia, pudiesen interferir de manera tan negativa en la vida de su hija.
Para Denise Moreno Pereira, psicóloga, los medios tienen un papel importante e influyen en la vida de las niñas y propagan la idealización de un cuerpo perfecto, pero el papel influyente de la madre es mucho mayor. “Sin dudas, el mayor ejemplo se construye dentro de la casa. Una buena enseñanza sobrepone cualquier influencia negativa de los medios y del medio en que se vive. Por eso, las madres deben enseñar valores y cultivar siempre el diálogo y los buenos ejemplos”, resalta.
Esa ha sido la actual preocupación de la ama de casa Edlaine Lília de Souza Santos, de 31 años, madre de Beatriz Souza, de 11 años. “Intento siempre, enseñarle a Beatriz que nuestro valor no está en nuestra apariencia, que ella debe amarse de la manera que ella es. Frecuentemente yo la encuentro inspirándose en mi forma de vestir, poniéndose mis zapatos, lo que muestra que la influencia que prevalece en la vida de ella es la que viene de casa”, cuenta.
Por recibir esos valores, Beatriz creó un fuerte pensamiento con relación a la influencias. “Ella ya me comentó sobre amigas del colegio que hacen dietas extravagantes para adelgazar. Siempre le digo que todos tenemos un cuerpo diferente. Nuestra amistad y los ejemplos que le doy, teniendo hábitos saludables, han hecho que ella entienda que no necesita ser flaquísima para ser linda o feliz”, concluye.
Cómo darles un buen ejemplo a los hijos
-Hable positivamente sobre sí mismo y evite la autocrítica.
-Muéstrele a su hijo que todas las personas tiene una belleza única y que no es compuesta solo por la apariencia.
-Elogie otros atributos de sus hijos y de otras personas que no se relacionen solo con la apariencia.
– Trate las comidas como momentos placenteros.
– Sea el mayor punto de referencia para ellos. Cuide su salud, su cuerpo, muestre el debido valor que usted tiene de adentro hacia afuera.
– Enseñe la importancia de priorizar los valores morales, una vez que el cuerpo se debilita con el tiempo, pero el carácter bien formado permanece para siempre.
– Si su hijo o hija estuviera presentando insatisfacción con la apariencia y el deseo de realizar dietas muy restrictas o si ellos ya presentan síntomas de un trastorno alimenticio, busque ayuda médica.
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