Del mismo modo que un buen portero es imprescindible en el día a día de un edificio – incluso en la cuestión de seguridad -, los que desempeñaban esa función en el Templo de Salomón eran escogidos entre los más honrados y responsables levitas, según nos cuenta la Biblia en 1 Crónicas 26.
Para ser portero del Templo, era necesario ser un hombre notable en su clan, con posiciones de gran autoridad en él. Antes de todo, era necesario ser una persona muy capaz. Él determinaba quién podía pasar por las entradas del Templo (de su parte externa, incluso, y no solo del edificio principal en sí).
Para que no haya proteccionismo en cuanto a personas y familias, los porteros eran escogidos por sorteo entre los de la tribu de Leví.
De esa forma, las divisiones de porteros ganaban el nombre de su líder. La de Selemías guardaba la puerta este del Templo. La entrada norte quedaba por cuenta de Zacarías (no se confunda con el profeta del mismo nombre, también descendiente de Leví, pero de una época posterior), un hombre reconocido por su destacada capacidad de discernimiento. El grupo de Obed-Edom guardaba la puerta sur. La puerta oeste quedó a cargo de la división de Supim, como también el portón externo de ella, conocido como Salequet, que conducía hacia un camino cuesta arriba, quedó bajo la protección de la gente de Hosa (Salequet, en hebreo, significa “lanzar hacia afuera”, que sugiere que el portón funcionara como salida hacia la calle de arriba del Templo).
Diariamente, seis porteros eran responsables por la entrada este, seis por la oeste, cuatro por la norte y cuatro por la sur, además de cuatro por la Salequet – y dos que quedaban en el patio inmediatamente después de ella, como refuerzo.
Era muy importante que la vigilancia fuera rigurosa. Los porteros eran los guardianes de la Casa de Dios entre el pueblo judío, responsables por la seguridad de los frecuentadores y de las riquezas que adornaban al Templo, además de los tesoros y los depósitos. En el caso de que ellos fallaran, todo el resto estaría comprometido desde los muros hacia adentro, de ahí proviene su gran importancia en la logística del complejo.
Eso muestra, cómo se aplica al día de hoy, que cada persona que ocupa una función en una institución tiene un trabajo importante para el funcionamiento general. Aunque la función parezca pequeña para algunos, es muy importante, y necesita ser realizada con responsabilidad y competencia.
Los levitas en el Templo de Salomón en São Paulo
En la réplica del Templo de Salomón también habrá un grupo de levitas para auxiliar en las reuniones. El obispo Sérgio Corrêa, responsable por los obreros de la Universal en todo Brasil, explica que esos levitas serán responsables por el mantenimiento del lugar, como sucedió en el período del Tabernáculo. “Ellos eran auxiliares directos de los sacerdotes y responsables por el mantenimiento, los cuidados y la protección del Tabernáculo y de los utensilios. Así serán también en el Templo, auxiliares de los sacerdotes, es decir, de los obispos y pastores que harán las reuniones, dándoles la asistencia debida y necesaria a los visitantes.”
En el pasado, los sacerdotes tenían la función de mantener la luz del candelabro siempre encendida, quemaban el incienso en el altar dos veces al día y eran los responsables por la reposición de los panes en la mesa de la proposición. También hacían los sacrificios de los animales sobre el altar del holocausto y ayudaban a cuidar y a enseñar al pueblo.
Además de ellos, el sumo sacerdote poseía tareas exclusivas, como presidir la ofrenda de la expiación de sus pecados y del pueblo, además de entrar en el Lugar Santísimo una sola vez al año. Era el mayor guardián del Tabernáculo y de todas las instrucciones sagradas mantenidas dentro del lugar. Los requisitos exigidos por Dios para la unción de un sumo sacerdote eran elevados.
El obispo Corrêa explica que la función de los actuales levitas será dirigida especialmente a los trabajos sagrados. “Hoy, tenemos personas que se responsabilizarán por este trabajo manual más pesado, como el montaje y el desmontaje de estructuras. Los levitas del Templo de Salomón harán más los trabajos sagrados ligados a los utensilios espirituales. De la misma forma que Dios cariñosamente separó el servicio de cada levita, tendremos también la distribución de servicios en el Templo.”
En el pasado, todos los levitas, sacerdotes y sumo sacerdotes vivían de una forma peculiar, con intensa y total dedicación. Lo mismo ocurre hoy con los que sirven a Dios. Es necesario mantener la pureza, la santidad, tener el cuidado en la elección de su cónyuge y estar listo para el sacrificio constante, pues servir a Dios tiene un alto costo. “Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios” (Lucas 9:62). El trabajo de los levitas debe ser hecho con placer, no como una carga. Para Dios, no basta solo hacer, es necesario servir con alegría.
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