Usted, ¿conoce a alguna mujer obsesionada por la belleza, que tiene una preocupación más allá de la normal por su apariencia al punto de considerar como defecto algo en su cuerpo o en su rostro?
Casos que involucran a figuras famosas han llamado la atención sobre el extremo de la vanidad, cuando la búsqueda de la perfección excede los límites del cuerpo.
En el 2013, por ejemplo, la ex modelo Alicia Douvall, de 35 años, hizo una revelación explosiva: gastó más de US$ 1, 5 millones en tratamientos estéticos. La preocupación por su cuerpo era absurda y eso hizo que los médicos le diagnosticaran Trastorno Dismórfico Corporal, o TDC.
En ese momento, la ex modelo dijo que incluso intentó quitarse la vida por no poder contener la adicción a las cirugías estéticas. Fueron más de 350 cirugías, una gran deuda acumulada y varios sufrimientos hasta intentar el suicidio. Sin embargo, el susto hizo que ella entendiera que necesitaba un tratamiento.
El Trastorno Dismórfico Corporal es un problema de salud mental relacionado a la imagen, que se presenta cuando la persona tiene una preocupación fuera de lo normal por su apariencia. “Se define como un defecto imaginario o una anomalía física ligera que es el origen de un sufrimiento y que perjudica las relaciones interpersonales y el desempeño en el día a día”, explica el profesor de psiquiatría Sergio Tamai, presidente del Departamento de Psiquiatría de la Asociación Paulista de Medicina, en Brasil.
La mayoría de las mujeres que viven con el TDC están preocupadas por algún aspecto del propio rostro o cuerpo y se quejan de que algo está fuera de proporción. “Ellas examinan frecuentemente su apariencia, siempre están buscando un espejo para mirarse, se comparan con otras personas, e incluso, evitan reuniones sociales por vergüenza”, cuenta Tamai.
La obsesión por la belleza
El bullying y la tendencia de las selfies son principales impulsores de este problema. Además los ideales de belleza dictados en todo el mundo, principalmente por los medios de comunicación, también son responsables por la obsesión de tener un cuerpo perfecto, al igual que el de las modelos de las tapas de las revistas.
Para el profesor Tamai, otros factores también pueden desencadenar el trastorno, como la genética, el abuso sexual en la infancia o el temperamento ansioso y perfeccionista de algunas mujeres. “Para tener todo perfecto, ellas recurren a las cirugías, tratando de mejorar o cambiar lo que nos les gusta de su propio cuerpo. El problema es que se realizan interminables operaciones, y continúan insatisfechas”, destaca.
Pérdida de peso radical
En los trastornos de la alimentación también existe una distorsión de la imagen corporal. En la anorexia nerviosa, por ejemplo, la mujer ve su cuerpo más grande de lo que realmente es y, por eso, recurre a procedimientos radicales para adelgazar, como lo hizo la estudiante de psicología Sabyna Aleixo Purgato, de 19 años.
Hace dos años, ella tenía una preocupación tan exagerada por su cuerpo que adelgazó 20 kilos en solo un mes. “Yo era muy sensible y cualquier cosa que dijeran sobre mí me afectaba. Cuando miraba a las otras mujeres en las revistas quería parecerme a ellas, por eso comencé a adelgazar porque quería estar dentro de los estándares de belleza”, dijo.
Pero Sabyna sufrió mucho por el trastorno. Fue internada con 37 kilos y corría riesgo de morir. “Tuvieron que ponerme una sonda nasal, porque no lograba comer. El médico me había dado un mes de vida”, recuerda.
La estudiante admite que nunca se veía lo suficientemente delgada y por eso recurría a dietas radicales. “Como estaba por encima de mi peso, hacía ayunos de 6 días seguidos. Tomaba diuréticos y cinco laxantes por día. Comencé a vomitar todo lo que comía y hacía ejercicios descontroladamente.”
Hoy, Sabyna dice que esa fue la peor etapa de su vida. Ahora adquirió nuevamente su peso normal y está estable. “Pude abrir mis ojos después de haber estado 40 días internada, cuando comencé a aceptar que tenía una enfermedad y comencé a tratarla.”
De adentro hacia afuera
El tratamiento de personas con TDC normalmente consiste en la combinación de medicamentos y terapias. Sin embargo, el proceso de diagnosticar correctamente la enfermedad es lento, ya que las personas que la padecen tardan en pedir ayuda debido al orgullo.
En estos casos, realizarse cirugías plásticas o procedimientos radicales no van a resolver el problema, porque el origen no está en la apariencia, sino en la forma como la persona se ve a sí misma. Por más que cambie su cuerpo o parte de él, el procedimiento estético solo solucionará el problema superficialmente.
Usted no tiene que estar buscando defectos en su rostro o cuerpo, mucho menos imitar a otras mujeres para sentirse aceptada por las personas con las que convive. Antes de buscar la aceptación ajena, recuerde que usted tiene una identidad propia, y que su belleza interior se reflejará en su exterior. Estando bien consigo misma, con seguridad, también se sentirá linda por fuera.
Mantener su cuerpo lindo está bien, pero no vale la pena hacer crueles sacrificios que pongan en riesgo a su salud. No se compare con otras mujeres, por el contrario, vea lo mejor que hay en usted y que se pueda destacar.
Más allá del límite
Cuando la preocupación por la apariencia sobrepasa la vanidad, puede ser un síntoma del Trastorno Dismórfico Corporal. Si responde afirmativamente a algunas de las preguntas a continuación es aconsejable que busque ayuda médica:
– ¿Cree usted que su apariencia es observada a menudo por otras personas?
– ¿Algún familiar o amigo ya le ha dicho que se preocupa demasiado por su belleza?
– ¿Cuándo usted se refiere a una parte del cuerpo que no le gusta, las personas más íntimas no están de acuerdo?
– ¿Su apariencia es la fuente de su sufrimiento e incluso interfiere en sus relaciones interpersonales o en las actividades de su día a día, como su trabajo o sus estudios?
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