Los profesionistas suelen pasar más de ocho horas en su oficina, convirtiéndose ésta en el primer ‘hogar’ para muchos de ellos. Como sucede en una familia, en la empresa se convive con personas de carácter muy diverso, y antes de comenzar a criticar al compañero de junto, analiza qué tipo de empleado eres.
Por ejemplo, las personas que se quejan todo el día de su cargo, critican frecuentemente a la compañía y les molesta trabajar en equipo, probablemente sienten que el problema es de los demás. “Un área de recursos humanos podría pensar que esas actitudes hablan de un colaborador problemático, que no está a gusto en la organización o está frustrado con su actividad laboral”, menciona la especialista en psicología laboral adscrita a la UNAM, Eugenia Espinoza.
Este tipo de personas, agrega, suelen exigir demasiado pero, al momento de comprometerse, dan lo estrictamente necesario para cumplir con el trabajo asignado, sin pensar en cómo generar una propuesta diferente, con más valor. Son trabajadores que “tal vez podrían funcionar mejor laborando desde casa, porque no les gusta aceptar recomendaciones de alguien más. Pero, quien no está dispuesto a ser flexible en su ambiente laboral, no suele estar en la mira de los jefes para crecer en esa oficina, sea de planta o como externo”.
La situación de trabajo que se vive actualmente, agrega la especialista, se presta a que un empleado “pueda tener la sartén en su mano”, es decir, que sus quejas de sobrecarga laboral y horarios extenuantes son reales; es cierto, hay más trabajo con menos gente. Sin embargo, a veces el propio colaborador genera, con su actitud, que la atmósfera se dé en cierta manera.
En las oficinas se identifica, en general, a dos tipos de profesionistas: el comprometido y el indiferente, según Jonathan Coleman, examinador de la firma Gallup en Estados Unidos. El primero llega a desarrollar una conexión fuerte con la organización y, aunque haya ciertos obstáculos, siente pasión por lo que hace. Gusta de interactuar con sus compañeros y se motiva.
“Es un perfil común en quienes están comenzando trayectoria en una compañía, en egresados y en quien tiene bien definido el área donde le gustaría crecer laboral y personalmente, aun cuando hay dificultades en esa oficina. Por el contrario, están aquellos que la desmotivación les gana, pues están en un puesto que les deja para pagar las cuentas, pero no los apasiona, y eso se nota en el trabajo”, dice Espinoza.
Un empleado no comprometido es la típica imagen de una persona que puede ser bueno en lo que hace, pero sólo cumple con los procedimientos establecidos. Son quienes piensan: lo que no se termina en el trabajo hoy, se comenzará un día después a primera hora, y “así va su vida”; sin luchar por innovar, refiere Coleman.
También están, los “activamente desunidos”, esto es, quienes cumplen sus actividades laborales, pero están “desconectados” de lo que sucede en su empresa, y regularmente están en busca de un nuevo empleo.
En esos casos, la vida del profesionista se torna miserable, no sólo porque le molesta ese trabajo, sino porque pasa el día recordándolo, y cuando otro compañero logra un éxito intenta debilitarlo. Si la única razón por la que todavía estás en ese empleo es porque no te han despedido, entonces eres “activamente desconectado”, puntualiza Coleman.