Dedicale un minuto a tu alma
Desde la creación, Dios desea ser Padre, pero el ser humano, muchas veces, se resiste a ser Su hijo y a someterse a lo que Él enseña. Como consecuencia, vive la vida como un barco que está a la deriva porque no sabe navegar y mucho menos conducirse.
Los sabios son los que comprenden el propósito de su existencia y lo aceptan, haciendo a Dios, el Padre de sus vidas. El Señor Jesús vino para salvar y también para revelarnos quién es Dios y enseñarnos a vivir como Sus hijos. Como tales debemos santificar el Nombre de Dios imitando Su misericordia en la vida: en la convivencia con los hermanos de la fe, en la relación con la familia, en la intimidad con los padres, en la paciencia con los incrédulos, en la firmeza al confrontar a los hipócritas y en la simplicidad de la vida.
“Sed misericordiosos, así como vuestro Padre es misericordioso”. Lucas 6:36
Cristiane Cardoso