Bet She’an, situada en Israel, fue habitada por primera vez hace 5 mil años, aun en la era cananita; convirtiéndose, más tarde, en la principal ciudad de la región en el período de la ocupación egipcia. Cayó en manos de los filisteos en el siglo 11 antes de Cristo (a.C.), para ser incorporada, después, al reino de Salomón. Cuando Alejandro, el Grande, la conquistó su nombre cambió por Scytópolis, llegando a ser una admirable ciudad helena. En el siglo 1 a.C., perteneció al Imperio Romano cuando su prosperidad la hizo parte de la Decápolis (un grupo de diez ciudades-estado en la frontera oriental del Imperio en Judea y Siria). Estar ubicada en una importante ruta comercial entre la Mesopotamia y el Mediterráneo, le garantizaba estatus.
En el período bizantino, continuó su tradición de gran ciudad y se transformó en uno de los centro más importantes del cristianismo. Entró en un colapso económico y, después de un gran terremoto en 749 después de Cristo (d.C.), fue reducida a una pequeña comunidad judía. Posteriormente a ser conquistada por los árabes, solo era una pequeña ciudad.
Cuando se estableció el Estado de Israel, a mediados del siglo 20, fue re colonizada. Hoy, Bet She’an es una moderna ciudad israelita de 18 mil habitantes. Los resquicios de los tiempos bíblicos están situados en dos zonas abiertas al público, en el Parque Nacional de Bet She’an, a 1 kilómetro – hacia el norte – de la urbe actual.
El Anfiteatro Romano es la principal atracción de las construcciones preservadas, con capacidad para 7 mil personas en las gradas. El espacio aun es usado para eventos y shows. Los antiguos baños públicos bizantinos poseen mosaicos y relieves en mármol en excelente estado, al igual que muchas columnas de importantes edificios públicos visibles desde cualquier punto donde se mire.
La vista es impresionante desde la cima del tel (cerro originado por las antiguas ruinas cubiertas) del lugar arqueológico – los especialistas estiman que las estructuras visibles están sobre, al menos, 16 ciudades superpuestas. Un segundo teatro, a mitad del camino sur de la ciudad, era usado para luchas entre gladiadores, a las que los habitantes tenían acceso por una calle muy pavimentada con bloques de basalto (roca ígnea volcánica de color oscuro) aun muy notoria.
Todavía es posible ver buena parte de la muralla que cercaba a la antigua Beit Shean. Alrededor de la nueva ciudad, aun queda mucho por descubrir según los arqueólogos, que ya liberaron espacios como un hipódromo, la casa de una antigua familia económicamente influyente y los resquicios de un puente romano de piedra sobre el río Charod, que pasa por los suburbios.
La presencia de muchas nacientes hasta hoy ayuda a entender cómo una próspera ciudad fue levantada y mantenida en este lugar a lo largo de milenios.
Aun después de la gran parte de sus edificaciones, Beit Shean es la ciudad romano-bizantina más preservada de Israel, abierta a los turistas todos los días de la semana, con visitas guiadas a disposición del visitante.
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