El personaje bíblico hebreo José fue esclavo en Egipto y, por la gracia de Dios y por su compromiso con Él, se convirtió en gobernador del reino, estando por encima de él solamente el faraón. Por eso,es común que encontremos su cuerpo sepultado en el país de las grandes pirámides. Sin embargo, judíos trasladaron sus restos mortales a la bíblica Siquem, actual Nablus, al norte de Cisjordania. Hasta hoy, su túmulo en aquella ciudad es visitado por judíos, cristianos y musulmanes, incluso después de haber sido destruido por palestinos en el año 2000, hoy se encuentra restaurado.
El túmulo, muy sencillo al principio, fue ganando mejoras a lo largo de los siglos. Hoy, la sepultura de José está ubicada en una habitación rectangular con una cúpula en el medio.
El monumento fue objeto de varias disputas violentas durante su existencia. En la época del poder bizantino, ya era reivindicado por cristianos y samaritanos. Cuando Israel tomó la región, en 1967, durante la Guerra de los Seis Días, los musulmanes tenían prohibido orar en el túmulo de José.
En 1993, fueron firmados los Acuerdos de Paz de Oslo, en los que palestinos y judíos prometieron comenzar un esfuerzo más consistente por la paz, con la mediación de Estados Unidos. Según el tratado, la tumba de José quedó nuevamente en territorio palestino, pero controlado por Israel (a los islamistas aún les era prohibido orar en él). Cuando sucedió la Intifada de Al-Aqsa, en el 2000, un grupo de musulmanes tomó el monumento a la fuerza y lo destruyó, profanando la tumba.
En el 2002, los judíos tomaron nuevamente el lugar y lo restauraron, fruto de un nuevo acuerdo entre la Autoridad Palestina e Israel. Sin embargo, las celebraciones en el lugar disminuyeron mucho, resumiéndose a una reunión mensual, por el miedo a más violencia.
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