Hoy conocida como Alasehir, la antigua ciudad de Filadelfia era sede de una de las Siete Iglesias del Apocalipsis, citadas en el último libro de la Biblia. En el territorio de la actual Turquía, fue fundada alrededor del 159 y 138 antes de Cristo (a.C.) por Átalo II, regente de Pérgamo. El nombre fue dado en honra al hermano del fundador, el rey Eumenes II. En griego, significa “ciudad del amor fraternal”, de ahí provino el mismo apodo de la ciudad homónima en Estados Unidos, en el estado de Pensilvania, primera capital norteamericana.
En Apocalipsis, Juan recibió de Jesús la revelación dirigida a la ciudad:
“Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre:
Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado Mi palabra, y no has negado Mi nombre.
He aquí, Yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, Yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que Yo te he amado.
Por cuanto has guardado la palabra de Mi paciencia, Yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la Tierra.
He aquí, Yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.
Al que venciere, Yo lo haré columna en el templo de Mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de Mi Dios, y el nombre de la ciudad de Mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de Mi Dios, y Mi nombre nuevo.”
Apocalipsis 3:7-12
La expresión “sinagoga de Satanás” se refiere al hecho de que los cristianos locales eran severamente perseguidos por las autoridades judías de la ciudad. Así como lo hizo en relación a Esmirna, Cristo enalteció a los fieles de Filadelfia por su persistencia y fidelidad.
Elevada y próspera
En la actual provincia turca de Manisa, en el Egeo, la ciudad está unida a Esmirna por una vía férrea de 105 kilómetros. Construida en un terreno elevado, hasta hoy el área es sujeta a terremotos, uno de los cuales devastó a la ciudad en el año 17, seguido de temblores de menor impacto, pero aún poderosos, durante los 20 años siguientes. Los arqueólogos encontraron monedas locales con la efigie del emperador romano Calígula, famoso por su libertinaje y locura, que auxilió la ciudad en su reconstrucción, ya que en esa época él formaba parte de su imperio.
En el período bizantino, Filadelfia fue muy próspera, apodado como la “Pequeña Atenas” alrededor del siglo VI.
Fue conquistada por los turcos en el 1074, recuperada por los bizantinos en 1098. Pasó por manos de los griegos, constantemente reivindicada por los otomanos. Después de varios conflictos, el ejército de Grecia ocupó la ciudad durante la guerra Greco-turca (1919-1922).
Forzados a salir, los griegos utilizaron la estrategia “tierra arrasada” (destrucción total del lugar y de sus recursos, así como más de 3 mil de sus vidas humanas, en ese caso específico). Los edificios fueron rociados con querosén e incendiados. El suburbio ateniense de Nea Filadelfia (Nueva Filadelfia) recibió ese nombre por haber recibido a los griegos emigrantes de Alasehir, el nombre turco de la ciudad hasta hoy.
Desde lo alto de la urbe, se ve la extensa y fértil planicie del Río Gediz, cuyas nacientes fornecen aguas minerales bastante apreciadas en Turquía y en países vecinos. Otro producto bastante famoso son las frutas secas, sobre todo las pasas de uva de la variedad sultana (verdes y sin semillas, en la foto de arriba), de calidad internacionalmente conocida.
[fotos foto=”Wikimedia “]
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