La Isla del Faraón (Jazirrat Far’aun, en arabe, y I´Faraonim, en hebreo), también llamada Isla de los Corales, esta ubicada al norte del Golfo de Ákaba, litoral oriental de la Península del Sinaí, en el Egipto actual. A lo largo de los años, varios pueblos se aprovecharon de su posición estratégica para observar el golfo y por la ruta de comercio cercana usarla como campamento, en la cual hay una importante fortaleza. En realidad, la primera construcción de ese tipo en la isla fue realizado por Hiram, rey de Tiro (ciudad en el territorio del actual Líbano), amigo tanto de David como de Salomón, casi mil años antes de Cristo (citado en 1 Reyes 9 y 10). Fue Hiram quien envió a Salomón las nobles madera de cedro y ciprés para la construcción del gran templo en Jerusalén, cuya réplica está siendo construida en San Pablo, por la Iglesia Universal del Reino de Dios. El rey de Tiro también envió a su amigo mucho oro que adornó el templo, con lo cuál también fueron forjados varios utensilios de la histórica edificación.
Tiro era, en el época de Hiram, uno de los más poderosos reinos en la región del Mediterráneo. El rey se interesó por la isla del golfo por su posición estratégica en una ruta de comercio de su reino, famoso por sus barcos mercantes, con Egipto muy cerca de ella. Usó a la pequeña porción de tierra como puerto, ya que la isla funcionaba como una barrera natural para las corrientes del golfo, dejando a las embarcaciones seguras. El propio Salomón resguardó allí su poderosa escuadra, en la famosa expedición de 3 años que volvió con los barcos cargados de riquezas como oro, plata, marfil y animales exóticos (2 Crónicas 9).
Cerca de 2 milenios después, los bizantinos ocuparon la isla. Después de ellos, en el siglo XII, fue tomada por los Cruzados, seguido por el históricamente famoso rey Saladino, en 1170. En 1182, el monarca ejecutó una gran reconstrucción de las antiguas fortificaciones utilizadas por los bizantinos y los cruzados, modernizando la eficiente estructura de piedras que, restaurada, hasta hoy recibe a turistas de todo el mundo, cercada por la imponente belleza del golfo, dándole un aire medieval a la isla.
El escritor inglés T. E. Lawrence, también militar, agente secreto, arqueólogo y diplomático que entraría en la historia después, más conocido como “Lawrence de Arabia”, realizó una expedición al Sinaí en 1914. El agente pidió permiso para visitar la Isla del Faraón, en ese entonces bajo el poder del Imperio Otomano, y las ruinas del histórico Fuerte de Saladino. Los otomanos no autorizaron la visita. Lawrence quiso ir de todas formas, pero un barco convencional llamaría mucho la atención. El aventurero construyó una balsa rudimentaria y llegó a la isla como deseaba, clandestinamente, acompañado por un guía beduino.
Hoy, los turistas que se hospedan en los balnearios de Taba, Eiltar y Ákaba no tienen forma de no incluir en sus paseos una visita a la Isla del Faraón y al imponente Fuerte de Saladino. De la torre más alta de la edificación, es posible ver a lo lejos cuatro países: Egipto, Israel, Jordania y Arabia Saudita.