La ciudad israelita de Jezreel, cuyo valle lleva el mismo nombre, era el lugar del palacio del rey Acab, según los libros de Reyes. También era la tierra de Ahinoam, una de las esposas de David (1 Samuel 25:43).
El episodio bíblico más notorio en este lugar fue la muerte de la fenicia asumida, que combatía el culto al Dios verdadero. El fin de la astuta mujer llegó cuando fue tirada desde una alta ventana y devorada por perros (ilustración), lo cual fue profetizado por Elías.
Ubicada al sur del Valle de Jezreel, hoy es un importante sitio arqueológico del norte israelita, cercano a Megido.
Como es un lugar alto, con una visión privilegiada del norte y del este, era de gran importancia estratégica en los tiempos del Antiguo Testamento, ya que desde allá era posible vigilar parte de la ruta comercial y militar de Egipto hacia Siria y Mesopotamia, la cual pasaba por Megido.
En el punto culminante, fue erguida una imponente fortaleza que, además de mirador, servía como base a la caballería de Acab, que se servía de abundante agua en una gran naciente al nordeste de las murallas, la que abastecía grandes cisternas dentro de ella.
El fuerte fue destruido años más tarde, según hallazgos arqueológicos, en el siglo 9. A su alrededor, la antigua localidad incluyó aires bizantinos en su arquitectura, dominada más tarde por la orden de los caballeros templarios y los árabes.
El explorador español Benjamín de Tudela (quien también estuvo en la zona del actual Irán, en el sepulcro del profeta Daniel) la visitó en 1165, y reportó que el área del antiguo poblado fue ocupada por un tintorero judío.
Tiempo después, fue construida allí una imponente torre de vigilia otomana, tomada por Israel, en la Guerra de la Independencia (1948).
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