Abraham compró del heteo Efrón, un pedazo de tierra en Hebrón – hoy, territorio bajo control palestino, en Cisjordania – para enterrar allí a su amada esposa Sara (Génesis 23). Fue el primer terreno adquirido por el “padre del pueblo de Dios” en la región. Posteriormente, también serían enterrados en ese lugar el propio Abraham, Isaac y Jacob, y sus esposas, Rebeca y Lea, respectivamente – curiosamente, hay quien cree que incluso los restos de Adán y Eva reposan allí. El lugar, como varios otros, es objeto de disputa entre judíos y musulmanes. Por la importancia histórica y sagrada, es importante tanto para esas dos culturas como para la cristiana.
El lugar es llamado Macpela (“tumba de cuevas gemelas”, en hebreo transliterado). En la época de Herodes, se irguió un gran edificio que encierra, a modo de monumento, a los enterrados. Los musulmanes lo transformaron en la Mezquita de Ibraim (como ellos conocen a Abraham).
Para los judíos, Macpela es el segundo lugar más sagrado después del Templo de Salomón, justamente por haber sido la primera posesión de Abraham en Canaán. Como los musulmanes controlan el 81% del lugar, existe un acuerdo con los judíos, por el cual los autorizan a visitar las tumbas de Isaac y de Rebeca en el gran mausoleo-templo, pero solamente durante 9 días al año, días importantes para la religión judía.
Cuando Hebrón estaba bajo el dominio del Imperio Otomano, los judíos solo podían orar del lado de afuera del edificio, y les era prohibida la entrada. Durante la Guerra de los Seis Días, en 1967, Israel tomó el control del área. Los rumores indican que el general Moshe Dayan, líder del ejército israelita, logró acceder a los sepulcros – antes no autorizado – en el piso inferior del edificio, con algunos de sus hombres de los más altos grados. Hoy, la mayor parte del lugar está controlada, nuevamente, por los musulmanes (foto, o epitafio de Abraham, en árabe). A ellos y a los judíos los separa un fuerte esquema de seguridad.
Atentado
Hombres armados y cámaras de seguridad vigilan continuamente. El refuerzo se realizó después de un triste acontecimiento en 1994. Baruch Goldstein, un colono judío nacido en los Estados Unidos y radicado en Israel, miembro del movimiento de extrema-derecha Kahane Kach, abrió el fuego con una ametralladora en el interior de la mezquita, matando 29 musulmanes e hiriendo decenas de otras personas. Algunos sobrevivientes reaccionaron, matando a Goldstein en una golpiza. Las autoridades israelitas se pronunciaron lamentando el hecho como un acto vergonzoso y aclararon que se trató de una acción aislada de un terrorista, sin ningún tipo de vinculación del Estado. El episodio fue conocido como “Masacre en la tumba de los Patriarcas”.
Polémica
En 2010, la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) listó las tumbas de los Patriarcas, como uno de los importantes santuarios palestinos. A Israel no le gustó nada lo sucedido. Benjamín Netanyahu, actual primer-ministro israelita, dijo que la clasificación era “absurda”, ya que el lugar es importante, a su parecer, para las dos culturas. Israel declaró a la cueva de Macpela, como patrimonio de la herencia histórica de su pueblo. No obstante, el monumento aun continúa en el territorio de Cisjordania, lugar que los palestinos pretenden como su futuro Estado, que tanto anhelan.
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