Jesús reconstruyó sus sueños
Mucha gente tal vez no lo conozca, o a pesar de haber visto su nombre en la Biblia, no lo consideren por haber sido un personaje secundario, una simple figura, Malco tiene una historia bellísima y hoy es el protagonista de la serie “Hombres de la Biblia”, publicado por Arca Universal.
El nombre de Malco es citado en el capítulo 18, versículo 10, del evangelio de Juan como siervo del sumo sacerdote. El había sido golpeado en la oreja derecha por Simón Pedro. Muchas personas, por error, piensan que Pedro cortó la oreja de un soldado, pero fue la de Malco.
¿Quién era Malco?
Era un hombre que tenía un sueño: ser un sacerdote. Según historiadores, Malco estuvo toda su vida estudiando, respetando las reglas, leyes y estaba a tan solo un paso de ser sacerdote, cuando por órdenes superiores, fue al encuentro de Jesús para prenderlo.
De acuerdo con la ley vigente en la época, el que quisiera ser sacerdote no podría ser tartamudo, sordo o tener cualquier defecto en el cuerpo. Podría quizá tener un problema en la oreja izquierda, perola derecha tenía que estar en perfecto estado.
“Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco.” (Juan 18:10)
Aprender la lección
Cuantas veces nos hemos dedicado, batallamos por algo y cuando llega nuestra oportunidad algo sucede y corta, literalmente, nuestros sueños cortados por la raíz.
Y a veces el que saca la espada para cortar nuestros objetivos es alguien que está caminando con el Maestro, o alguien cercano a nosotros.
Todos los evangelios hacen referencia a este acontecimiento (lea Mateo 26:51-52, Marcos 14:47, Juan 18:10-11).
Pero solamente Lucas el médico, nos cuenta sobre la cura. “Entonces respondiendo Jesús, dijo: Basta ya; dejad. Y tocando su oreja, le sanó.” (Lucas 22:51)
Jesús conocía los sueños de Malco, y que aquella cura no representaba apenas un milagro físico, sino también espiritual.
Para no olvidar
Dios ve todas las cosas. Él conoce nuestros sueños. Y cuando nuestras vidas están en Sus manos, aunque intenten frustrar nuestros objetivos, Jesús intercede por nosotros curando y reconstruyendo nuestros sueños.
Aún no es el fin. Jesucristo puede reconstruir aquello que fue roto, curar lo que está herido y consolidar lo que está a punto de caer.
Y que así como Malco nos acordemos que en medio de tantos hechos, cuando estamos al límite de nuestro dolor, o pensemos que es nuestro fin, he aquí que Jesús responde: “Basta. Esta lucha no es solo tuya. Es mía también. ” Y nos trae la salida.
Que como el ejemplo de Malco, podamos dejar a Jesús reconstruir nuestros sueños.