Estaba en la reunión y mi esposo hablaba sobre los malos ojos. Cuando alguien habla de eso, inmediatamente encendemos la linterna espiritual que nos apunta a nosotros mismos y nos hace analizar si estamos teniendo malos ojos con alguien. Para algunas, viene inmediatamente la culpa: “Humm… No tuve buenos ojos con Fulana…” O tal vez haya sido una situación que no fue analizada con buenos ojos. Dependiendo del día, puede ser que nos sintamos realmente muy mal.
Pero, ¿sabe hacia dónde la linterna apuntó esta vez? ¡Hacia mí misma! ¿Con quién estaba teniendo malos ojos? ¡Conmigo misma! ¡Estaba siendo mi mayor enemiga! Después de esa reunión, mis ojos se abrieron hacia algo nuevo: vi que no era solamente yo, muchas otras mujeres que conozco también hacen eso. ¿Vio esos pensamientos e incluso comentarios que usted hace de sí misma? ¿No los recuerda? Voy a ayudarla.
Usted se mira al espejo y dice: “¡Estoy gorda! ¡Mira qué cuerpo horrible!”, “¡Qué flacucha! ¡Mira estas piernas, parecen dos palos!”, “¡Esta cadera horrorosa!”, “¡De costado parezco una tabla!”
“La lámpara del cuerpo es el ojo; cuando tu ojo es bueno, también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando tu ojo es maligno, también tu cuerpo está en tinieblas.” Lucas 11:34
¿Y cuando está con sus amigas, entonces? ¡Es allí mismo que cae con todo contra sí misma! Continúa en la próxima edición.
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