Endeudarse es muy fácil, lo difícil es librarse de una deuda que crece día tras día por los intereses. Las consecuencias de tener su nombre sucio por una deuda lo limitan. Algunas personas permanecen años con la restricción de no poder acceder al sistema crediticio, mientras la deuda va creciendo hasta volverse prácticamente impagable. Acercarse a la entidad correspondiente y solicitar un plan de pagos para renegociar esa deuda parece ser la única opción para una deuda que se va incrementado a medida que pasan los días.
Marcelo Monteiro, especialista en el mercado de recuperación de crédito y director de nuevos negocios de PH3A, señala que al generar un plan de pagos se debe tener en cuenta que sea viable dentro de su economía, para poder cumplir con el acuerdo de renegociación. “Lo correcto es proponer un pago que esté por debajo de los ingresos del deudor. Diría que hasta es fundamental para preservar su equilibrio financiero. Una renegociación benéfica para el consumidor es aquella que respeta los siguientes elementos: capacidad de pago y equilibrio financiero del consumidor”, aconseja.
A la hora de asumir un compromiso de pago con la empresa acreedora hay que evaluar las distintas propuestas de la entidad. En ese momento se ofrecen distintos planes, por lo que es preciso elegir uno que se adecúe a su presupuesto. Se debe tener en cuenta que cuanto más tiempo se alargue el plan, mayores serán los intereses punitorios. Por eso, si elige el plan más largo, el total final será mayor. Si opta por planes de pago más cortos, deberá ajustarse y recortar gastos para finalizar con esa deuda en el menor tiempo posible.
Planifique sus movimientos en base a sus ingresos, cancele sus deudas, esto le permitirá limpiar su nombre y tener abiertas nuevas posibilidades de crédito que le brindarán acceso a objetivos mayores a futuro.
Ellos recibieron la solución que necesitaban
Adriana: “Estaba en la miseria total. Estuve 25 años trabajando de empleada, viviendo con lo justo. Tenía una deuda de $6.000 y no encontraba una manera de cancelarla. Sin embargo, perseverando y luchando en la cadena de los días lunes empecé a tener otra visión. Entendí que debía tener confianza en mí misma, que podía lograr mis objetivos y ahora tengo un local. Sé que puedo alcanzar las metas que me proponga porque Dios tiene cosas grandes para mí”.
Silvia: “Cuando comencé a venir a la reunión de los días lunes no tenía trabajo fijo, alquilaba, vivía con los justo. Si bien trabajaba, no tenía un trabajo digno que me permitiera cubrir mis necesidades. Pero esa situación cambió al participar de esta reunión de prosperidad. Conseguí un trabajo fijo y al tiempo conquisté mi casa, teníamos un auto y hace veinte días conquisté uno nuevo, un auto 0 km. Mi vida ahora está bendecida y voy por mucho más”.
Lucía: “Cuando comencé a hacer la cadena de la prosperidad los días lunes, estaba con depresión y enferma. Recuerdo que vivía de prestado y no tenía trabajo. Vi la reunión como una gran oportunidad de superar todo lo que me afectaba y fui venciendo los problemas. Usé mi fe y ahora tengo un buen trabajo, incluso gano el doble de lo que debería obtener. Comprobé que vale la pena perseverar en el Congreso para el Progreso, las puertas se me abrieron y voy por más”.
Hilda: “Llegué al Congreso para el Progreso estando en la miseria total, estaba separada, con mis hijos que vivían enfermos. Pasábamos muchas humillaciones. Hice las cadenas, fui luchando, decidí trabajar por mi cuenta y comencé a vender ropa. Hoy soy fabricante y distribuidora de ropa. Hace poco abrí mi local. Vivía en la miseria total y todo cambió, no estoy conforme porque sé que puedo ir mucho más lejos”.
Congreso para el progreso, todos los lunes a las 8, 10, 16 y especialmente a las 20 h en Av. Corrientes 4070, Almagro
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