¿En qué tiempos vivimos, ya vio las noticias de hoy? ¿Vio lo que la televisión mostró? Si no vio, pregúntese cuáles son los asuntos que tienen más trascendencia. Puede apostar, sin miedo a equivocarse, que se tratan de insignificancias ligadas a la vida de los famosos, conflictos de distintas clases, chismes, guerras inminentes y distintos asesinatos: la miscelánea de males del mundo moderno.
La televisión, que podría ser utilizada como un medio para educar y pasar buenos valores, es solamente un canal más para perpetuar cascarones vacíos. Por un lado, son novelas que cuentan cómo practicar delitos y esclavizar al otro. Por el otro, películas que muestran cómo usar un arma de fuego. Y las noticias enseñan cómo realizar un crimen, robar e incluso matar.
Internet sigue por el mismo camino, dando acceso a todo clase de cosas. Según un profesor de la Universidad de San Pablo (USP), con quien hablé hace poco, usar internet es como lanzar perlas a los cerdos. Es solo un medio más que es subutilizado o usado de manera equivocada. Aunque existen, los buenos valores no encuentran espacio.
Mirando televisión, vi una noticia que me dejó, al menos, perplejo: la policía había detenido a un hombre que confesó que había matado a seis taxistas en el sur del país. Un asesinato serial más. Parece una película, ¿no es cierto? En base a los monstruos de taquilla norteamericanas, pensé. Pero no lo es.
Antes de que el asesino confeso fuera preso, los taxistas realizaron protestas contra las muertes, pidiendo acuerdos y más seguridad de parte de las autoridades. Los crímenes se dieron en dos ciudades diferentes, pero solo después la policía descubrió que el autor de los crímenes era un joven estudiante de 21 años.
Al ser interrogado, el joven declaró que había realizado los asesinatos para robar el dinero de los taxistas para pagar el alquiler atrasado del departamento donde vivía. Quizás ese no sea el verdadero motivo de los crímenes. La policía investiga se es verdad o no.
De todas maneras, me pregunto qué es lo que lleva a un joven, con la posibilidad de comenzar la vida estudiando o incluso con una perspectiva profesional en cualquier área, por ser joven y tener todo el tiempo del mundo, a matar a alguien para robar.
Cómo funciona la cabeza de alguien que, en su declaración a la policía cuenta con frialdad y muchos detalles los crímenes cometidos. El hecho choca. Busco una razón para comprender, pero tengo dificultad, lo reconozco. ¿En qué momento de su vida ese joven se perdió?
¿Habrá pensado, en algún momento, que las personas que estaba asesinando podrían ser padres, tener una familia, lazos que, ahora, están para siempre rotos. Vidas que desaparecen sin el derecho de despedirse de sus seres queridos? ¿Acaso pensó en eso? Y si pensó, ¿logrará vivir con el remordimiento de los crímenes en su conciencia?
La única explicación que encuentro es que un gran número de personas, están demasiado lejos de Dios en la actualidad. Eso se refleja en la vida de todos. En lo que vemos por la televisión, en lo que accedemos en internet, en aquello que reproducimos en nuestras conversaciones con amigos, en los comentarios menores, en las conversaciones que no edifican, y, como consecuencia, en los hechos ajenos que más repudiamos.
Pero no podemos cambiar al otro, abrirle la cabeza y hacerlo reconocer la Verdad. No, eso sería, al menos, igualarse en violencia. No es la mejor opción. En lugar de eso, creo que la alternativa es diseminar el mandamiento del Señor Jesús que resume a todos los demás y que conocemos muy bien: “… Que os améis unos a otros, como yo os he amado.”, (Juan 15:12). Para que cada acción nuestra nos de la idea de que siempre habrá consecuencias, y ellas dependen de nuestras elecciones. Cada elección es una renuncia. Cada pequeña buena acción genera buenos frutos. Y cada minúsculo acto del mal genera el mal en gran escala.
¡Piense en eso! ¡Cambie de canal! ¡Acceda a nuevos aires, visite la Iglesia Universal del Reino de Dios!