Más de 1.600 personas estuvieron con nosotros en nuestra 1° visita a Santa Fe, una noche que quedará marcada como un antes y después en la vida de todos y en las familias.
Alegra el alma de tu siervo, porque a ti, oh Señor, elevo mi alma. Salmos 86:4
Nuestra alma representa nuestro corazón, ella es la que siente; alegría, tristeza, dudas, seguridad. El alma siente lo malo y lo bueno.
Cada uno toma la decisión de elevar su alma, de entregar aquello a lo que su alma se mantiene aferrada.
Dios es Bueno y Perdonador, y más grave que cualquier problema que puedas enfrentar es que no te perdones. Él siendo Perfecto nos perdona, entonces PERDONATE A VOS MISMO.
Y el ángel dijo: No extiendas tu mano contra el muchacho, ni le hagas nada; porque ahora sé que temes a Dios, ya que no me has rehusado tu hijo, tu único. Entonces Abraham alzó los ojos y miró, y he aquí, vio un carnero detrás de él trabado por los cuernos en un matorral; y Abraham fue, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. Y llamó Abraham aquel lugar con el nombre de El Señor Proveerá, como se dice hasta hoy: En el monte del Señor se proveerá. Génesis 22:12-14
Abraham aprendió a andar con Dios, a valorarlo en primer lugar, incluso sin entender lo que Dios le pedía. Él lo probó y nos prueba hoy para que conozcamos nuestro real estado espiritual.
¿Cómo lo hace? Dios le pidió a Abraham todo su sueño. Entonces, pidiéndonos aquello a lo que estamos aferrados, ese algo, alguien o una idea a la que nos aferramos por mucho tiempo. ¡Él no pide para quitarnos sino para añadir.
Aquello a lo que nos aferramos nos daña y nos esclaviza, nos hace inseguros y con miedo. Dios pide para que no seamos esclavos, porque, cuando hacemos Su Voluntad, tenemos Seguridad.
Cuando estamos con un problema, con una preocupación, es necesario que la entreguemos. Si querés que Dios provea, ¡entregá!