Zulma Pedrozo: “Conocí al que fue mi esposo a los 18 años. Nos casamos y nos mudamos por trabajo. Yo quería un hijo, hice tratamientos durante ocho años y logré quedar embarazada. Por otro lado, tuve complicaciones y me dieron el alta cinco meses después.
Volví a mi casa y cuando él me vio le cayó el semblante, yo sabía que algo pasaba. Finalmente, un vecino dijo que mi marido se había puesto de novio. Le entregué a mi nene un segundo antes de desplomarme. Me desperté en el Hospital, la chica estaba embarazada y los bebés se llevaban cinco meses.
Decidí confrontar a su amante. Él apareció en ojotas, su suegro se enteró y le tiró la ropa a la calle. Como pude, subí al remís, puse en peligro la vida de mi hijo en vano. Después, mi ex apareció con pasajes para irnos a Ushuaia, y dije nunca más, con nadie y lo dejé.
Me fui a vivir con mis padres, pensé que lo había superado, pero era una fachada. Yo estaba enferma, sufría llagas en la garganta y en la boca. De 30 días, 27, me los pasaba en la cama; inmovilizada por el dolor.
Un amigo de mi exmarido me invitó durante años a la Universal y yo me negaba. Hasta que un día fui con las llagas, con fiebre y sin creer. Me hicieron una oración y desaparecieron en el momento. Hacía años que no me sentía tan bien.
Participé de las reuniones y mi interior se fue curando. Hoy le deseo lo mejor al padre de mi hijo. Cuando recibí el Espíritu Santo supe que nunca más estaría sola. Conocí a mi esposo y noté que tenía claro lo que quería. Nos casamos, compramos nuestra casa, un auto y mi hijo le dice papá. Estamos establecidos, jamás pensé que iba a vivir esta felicidad, es incondicional”.
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