Un Día del Padre, en familia, con toda la FJU y grupos, en el Microestadio de Lomas de Zamora, Buenos Aires.
Lo que Dios más desea es escuchar que Él es nuestro Padre. No solo con palabras, sino con actitudes.
Él clamará a mí: Mi Padre eres tú, mi Dios y la roca de mi salvación. Yo también lo haré mi primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra. Para siempre conservaré mi misericordia hacia él, y mi pacto le será confirmado. Así estableceré su descendencia para siempre, y su trono como los días de los cielos. Si sus hijos abandonan mi ley y no andan en mis juicios, si violan mis estatutos y no guardan mis mandamientos, entonces castigaré con vara su transgresión, y con azotes su iniquidad. Pero no quitaré de él mi misericordia, ni obraré falsamente en mi fidelidad. Salmos 89:26-33
Cuando vemos a Dios como padre y Le clamamos, Él prontamente nos socorre.
Hay quienes ignoran a Dios y no Lo ven como Padre, entregándose a situaciones que lo convierten en enemigo de Él.
La relación entre padres e hijos, tiene un precio: sinceridad y comunicación para poder expresar lo que les ocurre íntimamente.
Dios no ignora y tampoco condena nuestros errores, Él condena el error cuando este no es confesado.
Cuando hablamos con Dios, hay que hablar lo que realmente está sucediendo, no decirle cuentos porque Él sabe todo.
No hay un verdadera relación donde uno no puede ser real u original con aquel con quien está hablando.
Al hablar con Dios, descubrimos cosas que nunca habíamos notado de nosotros mismos.
Hablar de lo que nos ocurre no nos va a condenar, sino, mostrar el camino para cambiar nuestra manera de ser.
Si actuás como hijo, Dios actúa como Padre.
Dios no nos mira ni con superioridad ni con inferioridad, pero sí como amigos e hijos.
Esto es lo que Dios nos dice: Yo seré tu Padre, tu Roca y tu Salvación.