Le pregunté a mi Señor qué mensaje debería dar a los desanimados de la vida. La respuesta fue esta: “Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.”, (Isaías 57:15).
El Señor Jesús refuerza esta invitación diciendo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.”, (Mateo 11.28).
Usted se pregunta: “¿Cómo puedo ir al Señor Jesús de la manera sucia en que estoy? ¿Será posible que Él me reciba así?
Basta con que usted piense un poco: ¿las personas saludables necesitan un médico? La respuesta es ¡no!
La invitación de Él es para personas como usted, que están afligidas y desesperadas. A fin de cuentas, ¿Él podría salvar a los que se consideran salvos? ¡No! ¿Y perdonar a quienes consideran que no tienen pecado? ¡Tampoco! ¿Curar a los que están sanos? ‘No, mil veces no!
Él solo puede salvar a quienes se consideran perdidos; librar a quienes se encuentran presos, esposados, en las garras del mal. Por lo tanto, si usted Lo necesita ahora, busque un lugar reservado (puede ser hasta en el baño), arrodíllese humildemente y hable con Él de la manera que usted sabe…
Use el Nombre de Él porque fue Él quien prometió.
No es necesario que elija las palabras ni que ore bonito, ¡no!
Sea sincero y directo.
Tengo certeza de que usted se sorprenderá. ¡Experiméntelo!
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