Silvia veía cómo la vida de su hijo se apagaba lentamente. Su matrimonio también estaba al borde del colapso. Por eso, cuando encontró en Dios, la posibilidad de un cambio, depositó su confianza en Él y se olvidó del miedo: “Mi marido y yo nos casamos muy jóvenes pensando que íbamos a ser felices, pero, no fue así.
Quedé embarazada y cuando mi hijo cumplió un año y medio le detectaron síndrome nefrótico. Esto le afectaba los riñones, hacía que se hinchara y no pudiera comer. Los médicos lo desahuciaron, mi hijo estuvo a punto de morir cuatro veces, él no veía ni podía caminar. Una doctora me dijo que si creía en Dios, Lo buscara porque él no estaba respondiendo al tratamiento que le estaban haciendo.
Vivíamos de prestado, de la lástima de nuestra familia. Con mi marido, nos echábamos la culpa el uno al otro.
Las veces que mi hijo estuvo internado, había visto la programación de la iglesia y los testimonios. Mi hermana venía a la Universal y me invitó. Supe que si Dios había hecho eso en la vida de esas personas, también tenía que hacerlo en la mía. Así fue como empecé a participar de las reuniones con mi marido. Yo nunca paré de luchar, aunque no fue fácil.
Cuando llegó la oportunidad de participar de la Hoguera Santa, hice mi sacrificio en el Altar. Yo usé mi fe porque creí que allí mi hijo sería curado y Dios no tardó en responderme.
Mi hijo comenzó a responder al tratamiento, no fue de la noche a la mañana. Ahora, él está completamente curado, no necesita ayuda de nada ni de nadie. Cada seis meses vamos a los médicos y ellos nos dicen que lo que le pasó es un milagro.
Además, mi matrimonio se restauró gracias a Dios, hoy estamos muy bien y bendecidos”. Si quiere saber más sobre la Hoguera Santa, acérquese a la Universal más cercana a su domicilio.
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