Teodora Guzmán: “Era una persona nerviosa, tenía mal carácter, discutía con mi familia por cualquier motivo.
Despúes empecé a tomar alcohol, tomaba todos los días, se volvió un vicio. Tal era la adicción que en mi casa podía faltar la comida, pero no la bebida alcohólica.
Mi esposo tenía trabajo, pero su sueldo no podía sustentar a la familia. Yo también trabajaba y como me gastaba todo en el vicio, le pedía a mi patrona restos de comida para alimentar a mis hijos.
Mi matrimonio estaba destruido, vivíamos bajo el mismo techo, pero solo nos dirigíamos la palabra para discutir o insultarnos, estuvimos así durante siete años”, recuerda ella.
A todo esto, se le sumó una enfermedad incurable, el Mal de Chagas. Pero Teodora encontró la solución en la Universal: “Conocí la iglesia, hice las cadenas y perseveré. Gracias a Dios, me liberé del vicio del alcohol, fui sanada de Mal de Chagas y mi matrimonio fue restaurado.
Hoy estoy feliz, somos muy unidos. Mis hijos también están en la presencia de Dios”, finaliza.
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